Luego de la entrada que publicamos el pasado miércoles 1 de enero con la entrevista que le hicimos al maestro Gustavo Álvarez Gardeazábal y en donde habla de su nuevo libro ´´La Misa ha terminado´´ ( ¡ Gardeazábal se confiesa ! ), varios seguidores del blog nos enviaron historias acerca de situaciones vividas por ellos que bien podrían hacer parte de ese trabajo literario del escritor de Tuluá. Sin embargo, preferimos traer una anécdota vivida en nuestra infancia, primero, porque nos evitamos pagar derechos de autor, segundo, porque no tenemos que corroborarlas, y tercero, porque ese es nuestro trabajo, contar historias, y no el de nuestros lectores. Advertimos eso sí que en todo gremio hay personajes que enaltecen su profesión como hay otros que la avergüenzan, y que esos comportamientos aislados no se pueden generalizar y dañar así una institución, pero que en caso de ser recurrentes, merecen el repudio de la sociedad.
La puerta se cerró tan fuerte que estremeció la casa y por el pasillo entró, como siempre intimidante, mi abuelita de Amagá Antioquia, detrás de ella, caminaba en silencio mi tía Elvia, trayendo en su vientre un ´´pecado´´ que cambiaría nuestras vidas.
– ´´ ¡ Alonso ! ´´, gritó la mamá de mi papá, ´´ ¡ nos trasteamos mañana ! ´´ Nadie preguntó por qué. La respuesta estaba frente a nuestros ojos. Mi tía siguió hacia el cuarto sin derramar una lágrima y solo se escuchó una frase de mi abuelo. ´´ Sí María, pero antes de eso, Alonsito, ( se refería a mi papá ), Aurelio y yo, vamos a matar a ese...´´ mi abuelita interrumpió, ´´ Nos vamos mañana de acá y acá nadie va a matar a nadie ´´
Yo con tan solo 8 años quería enfrentarla, ella era tan pequeña como yo pero hablaba muy duro, era la encarnación del matriarcado y la dictadura hecha mujer. Yo le quería gritar, ´´ y por qué?, esta es nuestra casa, que se vaya él del barrio ´´, pero pudo más el miedo, en esa ocasión, porque años después, usando literalmente una frase de cajón, ¡ si le canté la tabla !.
Al otro día ya estábamos de arriendo en otra casa, desterrados, escondidos y culpables de un delito que no habíamos cometido. Quién iba a pensar que mi tia Elvia, que ayudaba todas la tardes en la casa cural, y que supuestamente estaba protegida y resguardada por Dios en ese trabajo, no remunerado, pero reconocido por los feligreses del sector, terminara siendo la oveja negra de esta familia donde crecían solteronas las mujeres y solterones los hombres.
Se acuerdan de la viruta? mis queridos lectores?, esa se usaba en las casas con pisos de madera, y mi tía, con su barriguita ya grande, lo hacía en su cuarto todos los días como castigo y por orden de mi abuela. Viruteaba en silencio, y nunca se asomaba una lágrima en su rostro, mientras María, ( su mamá ), le gritaba, ´´ A vós no te va a decir mamá, la mamá soy yo ´´
Yo tan pequeño con terror le preguntaba, ´´ ¿ Puedo ayudarle a mi tía ? ´´ y el autoritarismo hecho mujer me respondía ´´ ¡ No ! opa, opa, salga de acá Giovanni que los hombres no deben estar en el cuarto de las mujeres ´´
Unos meses después, mientras en nuestro antiguo barrio se escuchaba el Aleluya Aleluya, en este nuevo se estremecía la casa, no con los portazos de mi abuela, sino con el llanto de un bebé, lo cuál nunca había sucedido en esta familia, porque todos naciamos grandes, leyendo el periódico a los tres años y comiendo con cuchillo y tenedor a los cuatro. Escuchando las radionovelas, a Kalimán y a Arandú, y las noticias con Jorge Antonio Vega, porque el televisor en blanco y negro solo se podía prender para ver el Show de las Estrelllas. No conocíamos los juguetes y solo había un parqués, una vieja acordeón y una biblioteca llena de libros, pero todo requería autorización expresa de mi abuela para su uso. ( A mis 8 años, con la complicidad de mi tía Alicia, logré leer los tres tomos del Conde de Montecristo pero esa es otra historia ).
El tiempo pasaba y la hermosa niña crecía. Mi abuelo, de Segovia Antioquia, mi tio Aurelio, de Medellín, y mi papá, de Amalfi Antioquia, de donde son los Castaño, limpiaban a diario su revólver mientras que la matrona paisa gritaba ´´ Acá nadie va a matar a nadie ´´.
Cuando esta niña cumplió los 15, sin infancia, y con una abuela mamá y una mamá hermana, las dos mucho mayores que ella, sintió ganas de conocer su papá. Y todos sus primos la apoyamos en su deseo. No recuerdo cuál de todos fué ´´él sapo´´ que le reveló el secreto, ( creo que fuí yo ), pero lo cierto es que un día nos vimos entre los feligreses del antiguo barrio, observando en silencio la Homilía, hasta que en algún momento, ella, en lugar de repetir como lora la oración de turno, dijo en voz alta ´´ ¡ Él puede decir hasta misa …pero es mi papá ! ´´.
De pronto, y como en un corte de Los Simpson, esa misa ha terminado, y ella, mi prima, está sola con él en la casa cural, ( donde mi tía, o sea la mamá de ella, pasó tantas tardes ), y él, ( padre de la iglesia y padre de ella ), le advierte, ( tal y como le advirtió un día a mi tía ), ´´usted no va a venir a dañarme la vida´´ y ella le contesta, ´´no se preocupe, solo quería conocer al que le quedó grande ser mi papá, jamás volveré a verlo´´ y lo cumplió, tal y como lo cumplió mi tía, porque ninguna de las dos jamás volvieron a ese lugar…pero yo sí.
Treinta años después, cuando mi abuelo, mi tio Aurelio y mi papá ya no limpiaban más su revólver, ( usando una frase de cajón, se nos habían adelantado en el camino), y cuando la matrona ya no gritaba, ´´ Acá nadie va a matar a nadie ´´, ( también se había adelantado en el camino, luego de enterrar a mi abuelo, a mi tio Aurelio y a mi papá ), yo llegué a la misma parroquia, y al mismo barrio, donde a mi tía, alguien, en un sitio de Dios, y tal vez en nombre de Dios, le había embolatado su virginidad.
Me armé, ( pero no con el viejo revólver de mi papá, no ), sino de valor, y con la disculpa, ( bueno en realidad si la necesitaba ), de sacar una copia de mi fé de bautismo, por fin pude hablarle, de hombre a hombre, a ese hombre que no pudo dejar de ser hombre, y precisamente, porque les exigen ser castos y dejar de ser hombres, es por lo que se comportan como lo que son, ¡ Hombres !.
Y así como pude algún día enfrentar a la abuela intimidante, dictadora y arbitrtaria, ( que a sus ochenta años, y midiendo un metro con cincuenta, se paraba más derecha que yo y hablaba más recio ), así abordé a este personaje, quien luego de enamorar a mi tía, continuó con su vida santa, como si nada, y sí en cambio, nos daño la nuestra, nos culpó de su pecado y nos desterró de nuestra casa y de nuestro barrio. Y cómo lo enfrenté?. Le dije, cuando me vió aterrorizado, y supo quién era yo. ´´ Solo vine por mi fé de bautismo, y a corroborar que aún está de párroco acá. Y lo que más me da fastidio de usted es que sea precisamente quien estampe su firma en mi fé de bautismo, que me haya bautizado y que no haya sido tan valiente como para abrazar a una hija, porque para eso se necesita ¡ ser muy hombre ! ´´
Salí de esa casa cural sin despedirme de la asistente del cura, ( otra tía Elvia tal vez? ), y con mi fé ´´de bautismo´´ en la mano, pensaba en mi tía, y en cómo este tipo al que yo acababa de confrontar, y mi abuela, le robaron su juventud……y a su hija.
Hoy mi prima, ( la que no tuvo infancia como nosotros ), ya le dice orgullosamente Mamá, y a ese señor, muchas personas le dicen Padre, menos su hija.
Esta historia la tenía guardada para el libro que algún día editaré ´´ Historias de Pacotilla ´´ por el cual de seguro me pasará lo de Gardeazábal, ´´ninguna editorial se peleará por publicarlo´´, ( ¡ Gardeazábal se confiesa ! ), pero me pareció pertinente incluirla en este blog dada la coyuntura periodística por el lanzamiento de la nueva novela de Gardeazábal ´´La Misa ha terminado´´, ( creador de El Divino y Cóndores no entierran todos los días ). De haberlo sabido antes, le hubiera pasado esta cuartilla al Maestro, para que tal vez la tuviera en cuenta, pero aún me falta mucho para escribir como él.
Ahhh, se me olvidaba, las historias que mandaron nuestros lectores, a propósito del tema, se las haré llegar a Gardeazábal para la segunda parte de La Misa ha terminado
giovanniagudelomancera
periodista
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