Dos años tardó el presidente Santos para darse cuenta que el grupo narcoterrorista de las FARC, no tiene, ni nunca ha tenido voluntad de paz.
Nunca ha dejado de asesinar a la población civil, de emboscar cobardemente a nuestros soldados, ni de secuestrar militares y policías.
Es cierto que el plagio del general Rubén Darío Alzate Mora, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, es algo grave y reprochable, pero han ocurrido otros hechos violentos de ese grupo guerrillero, durante los diálogos de paz, que también ameritaban su suspensión y que Santos dejó pasar como si nada.
Y decimos que el presidente descubrió el agua tibia sencillamente porque para nadie es un secreto que a las FARC no les interesa la paz sino la guerra. Ellos están en La Habana solo para lograr reconocimiento de la prensa internacional, y de algunos países europeos, que todavía creen que estos narcoterroristas son un grupo revolucionario, que defiende al pueblo y lucha por sus intereses.
Como en Colombia ya no les creemos entonces se sentaron a manteles con el gobierno para recuperar su ´prestigio´, ´mojar periódico´ y hacerle el cuarto al presidente con el fin de reelegirlo y por ahí derechito abonarle el camino para que logre su Nobel de Paz, premio que tanto desea para guardarlo en su colección de egos.
El secuestro del general Rubén Darío Alzate Mora, es para repudiar, pero en estos dos años las FARC han asesinado tantos colombianos como para que el gobierno hubiera suspendido los diálogos al otro día de iniciados, o mejor aún, nunca debió sentarse a negociar el país con esos narcoterroristas delincuentes.
Al suspender los diálogos Santos dijo: ´´Lo importante es que las FARC, ya lo sabemos, fueron los responsables de este secuestro. Un secuestro totalmente inaceptable. Ya tenemos información que nos da certeza de que fueron las FARC, y por eso responsabilizamos a las FARC de la vida y la seguridad de estas tres personas: el general, el cabo y la señora. Les exigimos que liberen a estas tres personas cuanto antes´´. Repetimos, Santos descubrió el agua tibia, y creemos que debió utilizar esa vehemencia mucho antes porque ese grupo guerrillero ya había cometido execrables crímenes en pleno proceso de paz como para romper de una vez por todas la farsa de La Habana. ¿Por qué no lo hizo antes? Obviamente porque su ´caballito de batalla de la paz´ se hubiera partido una pata y por ende no hubiera logrado reelegirse.
Ahora sí Santos es contundente, pero antes era condescendiente, porque como lo dijimos anteriormente le interesaba reelegirse, ya logrado esto, toma una posición ´dura´ con ese grupo narcoterrorista, por un hecho, que aunque es repudiable e inaceptable, no es más que otros delitos atroces que ha cometido este grupo narcoterrorista en estos dos años del proceso de paz.
´´Les voy a decir a los negociadores que no viajen, y que se suspende esta negociación hasta tanto no se aclaren y se liberen a estas personas. De manera que no viajan lo negociadores a La Habana´´. Ese anuncio ´contundente´ de Santos, que para nuestro concepto, y repetimos, debió haberlo hecho mucho antes, deja al país en vilo porque no sabemos cuánto durará esa suspensión de los diálogos. Conociendo como conocemos a las FARC es obvio que sus representantes en La Habana van a emitir un comunicado en el que niegan su participación en el hecho, o aseguran que lo desconocen, o que nunca ordenaron el secuestro, o que sencillamente fue un hecho autónomo del Frente 34, y que ellos, (nos referimos al Secretariado), no fueron consultados.
Lo que empieza mal termina mal, Santos nunca debió sentarse a discutir el futuro del país con delincuentes narcoterroristas, enemigos del pueblo. Todos los colombianos sabemos que las FARC nunca han tenido ni tienen voluntad de paz, su negocio es la guerra, y solo pretenden con estos diálogos de paz reorganizarse, rearmarse, refinanciarse y nada más, aunque eso de refinanciarse tal vez no, porque según Forbes Israel ´´Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con 600 millones de dólares al año, son el tercer grupo terrorista más rico del mundo´´.
En este momento Santos debe ordenar al Ejército triplicar las operaciones contra ese grupo narcoterrorista, combatirlos sin ninguna clase de consideración y suspender definitivamente esos diálogos de paz en La Habana que en nuestro concepto, y nunca comprometiendo la opinión de EL TIEMPO, son como una especie de ´farsándula criolla´, con algunos actores internacionales, donde se pretende negociar la inmunidad de unos asesinos que han cometidos crímenes de lesa humanidad, y así poder vincularlos a la vida política, sin que entreguen sus riquezas obtenidas por cuenta del narcotráfico, ni las armas, con las que han matado vil y cobardemente miles de compatriotas.
giovanniagudelomancera
periodista
Tarjeta Profesional #8356 Expedida por el Ministerio de Educación Nacional