Vicky Dávila – foto tomada de www.colarte.com

No me gusta hablar mal de los colegas pero luego del triste episodio en el que se vio envuelta Vicky Dávila, al transgredir las normas de la ética que rigen al periodismo, publicando un video que según ella era una ‘prueba reina’ en una investigación por prostitución al interior de la Policía Nacional, debo decir que ese día en el cual ocurrieron los hechos, y en general, esta semana que termina, me he sentido avergonzado como periodista, sufro ese dolor ajeno, y como diría el ‘Totono’ Grisales, exjugador de la Selección Colombia, cuando perdía un partido, «Me queda un sinsabor amargo».

Lo que pasa es que ese ‘nuevo periodismo’, que practican las nuevas ‘divas’ de este ‘oficio’, donde buscar reconocimiento a punta de escándalos, de dizque ‘destapar ollas podridas’, y posar de investigadores de CSI Las Vegas, New York, Miami y Macondo, es el que genera rating, y por ende, pauta publicitaria.

Como se dice al interior de los medios, nuestra profesión se ha convertido lamentablemente en el ‘Sistema Radial Acusatorio’, aunque también pasa en la televisión de pacotilla que emiten esos canales nacionales, dizque ‘privados’, Caracol y RCN Televisón, más conocidos como el duopolio maldito, donde se hacen programas sensacionalistas y amarillistas, disfrazados de periodismo investigativo, y donde sus noticieros apestan a robos en supermercados, orinadas en Transmilenio, peleas de taxistas con conductores de UBER, enfrentamientos a machete entre motociclistas y choferes del SITP, y toda la ‘carroña’ que los directores de esos espacios puedan encontrar para abrir los noticieros y ganarle al enfrentado. ¡Entre más basura saquen más sintonía tendrán!

Y la ANTV, complaciente, alcahueta y callada con esos canales que embrutecen la audiencia. Ese elefante blanco no sirve sino para gastar la plata de nosotros los contribuyentes, porque del tercer canal nada, Santos le da miedo ponerle competencia a los dueños del duopolio porque aportaron para su reelección.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, principalmente la radio, Vicky Dávila representa esa generación de periodistas que no interroga, por el contrario, increpan, acusan, juzgan y condenan en una sola pregunta, y además no dejan responder. Es el ícono de esas comunicadoras que acorrala a personajes que gozan de una conducta intachable durante toda su vida profesional, y les faltan al respeto al abordarlos de manera grosera, sin darles su lugar, y desconociendo su buen nombre. Juegan a las ‘Unidades Investigativas’ y creen que eso les da derecho a utilizar los micrófonos para despedazar a todos al aire, no importa quién. Confunden transparencia con grosería, claridad con irrespeto, conocimiento con especulaciones, y se atreven a poner contra la pared con gritos, señalamientos y bochornosas maneras, a entrevistados que acceden a hablar, y salen despellejados ante la opinión pública.

Los periodistas estamos para informar u opinar, no para juzgar y condenar, y mucho menos para destruir vidas, familias, honras, reputación o prestigios.

Nuestra labor es investigar, corroborar con las fuentes, mostrar la parte y la contraparte, plantear escenarios, desglosar la información y presentarla de manera clara, preguntar y escuchar, y luego el oyente, televidente o lector, que saque conclusiones. Si nuestro oficio es opinar como columnistas, pues advertir siempre que lo que decimos es nuestra posición personal pero que no somos dueños de la verdad.

¿Quién dijo que somos jueces de la República?, ¿Que podemos violar la intimidad de las personas?, ¿Qué tenemos facultades de Policía Judicial?

En ese video que Vicky publicó, por más que lo veo, no encuentro dónde se configura delito o donde carajos es ‘prueba reina’ de una red de proxenetas y prostitución de homosexuales al interior de la Policía Nacional. Tampoco corrobora chuzadas ni enriquecimiento ilícito por parte de un general de esa institución. En cambio, su atrevida divulgación destruyó dos hogares y una carrera policial de muchos años. Ahora bien, si mañana o pasado aparecen otras pruebas donde se comprueban todos esos delitos, pues que vayan a la cárcel los responsables, pero con esta transgresión de la privacidad al emitir esa grabación, no es correcto.

Los premios de periodismo ahora se le dan a quien haga más ruido, a quien se meta más en la vida de los demás, a quien más pose de prepotente, irreverente, intransigente, y quien tenga menos don de gente. Eso hace que los ‘nuevos periodistas’ incurran en ‘falsos positivos’ de la información, para llenar sus salas de estatuillas a costa del prestigio de las personas. Los jurados de esos premios no deberían ser colegas alcahuetas, debería ser la gente.

Y algunos directores de medios tienen mucha responsabilidad en eso porque toleran, e incluso, algunas veces comparten y aplauden esas conductas, aunque en el caso de Vicky, ella cobraba el tiro de esquina y cabeceaba, y metía el gol, así lo hiciera en fuera de lugar, ella también era el director técnico y el presidente del equipo, o sea que no tenía que consultar con nadie sus decisiones.

El respetado y admirado periodista español Rafael Manzano, de la W Radio, decía, al otro día de ser irresponsablemente publicado el video en cuestión, por parte de la FM y su exdirectora Vicky Dávila, primero, que ese tipo de decisiones se toman en un Consejo Editorial, no de manera personal, segundo, que se debe evaluar muy bien si en verdad es una ‘prueba reina’, y tercero, si el publicar dicho video no compromete la investigación en curso y si la puede desviar. Lo correcto hubiera sido guardar esa ‘prueba’, y divulgarla al final de la investigación, si se les comprueba culpabilidad a los investigados.

Esas palabras de Rafael nos comprueban que Vicky tomó ese caso de manera personal y quiso cobrar venganza, algo ajeno a la misión del verdadero periodismo.

El dial se ha llenado de ‘periodistas’ y ‘comunicadoras’ que hacen parte de la escuela de Vicky, quien aunque no es joven en este ‘oficio’, aún parece serlo, por sus reiteradas metidas de pata. Si bien es cierto que en esta profesión se cometen a diario muchos errores, pues siempre debemos reconocerlos, presentar disculpas, enmendarlos y evitar repetirlos, algo que no es propiamente lo que hace la Dávila y las periodistas que se quieren parecer a ella.

Se supone que desde cuando absurdamente desapareció la Tarjeta Profesional de Periodista, (yo orgullosamente la tengo y la pongo al final de los artículos), dizque porque el periodismo es un oficio, entonces los directores de medios serían los llamados a velar por la idoneidad de sus subordinados, pero lamentablemente esos ‘nuevos periodistas’ llegan a cargo de dirección con los resultados ya conocidos, o hay permisividad de parte de algunos directores con esos ‘comunicadores’, que no hacen caso a los Manuales de Redacción.

Antes existía la figura de los Jefes de Redacción en los informativos, y la de los Editores Generales, para revisar la información antes de salir al aire, ahora no, las noticias las ‘botan’ al espectro electromagnético, como pelotas de tenis contra la pared, y se les devuelven como balones de fútbol. El efecto dominó y las bolas de nieve son, para utilizar una frase de cajón, el pan de cada día.

Lo peor es que ese proceder de los abanderados del ‘nuevo periodismo’, cuyo representante más visible es Vicky Dávila, son, como lo decíamos arriba, quienes generan rating, porque a un sector de la audiencia, (afortunadamente no toda), le gusta el escándalo, no el análisis, no la información depurada, no las noticias corroboradas, por el contrario, le fascina la controversia grotesca, los vulgares enfrentamientos y las cabezas que ruedan, no les importa que sean inocentes. Les apasiona el Circo Romano de la Radio.

La televisión y la prensa escrita tampoco se salvan, y aunque también están plagadas de periodismo sin ética ni moral, es más recurrente ese tipo de prácticas irresponsables en la radio.

Pareciera que la consigna para ser un periodista reconocido es ¿a cuántos se ha llevado por delante con sus ‘denuncias’?, no importa cómo, ¿cuántas cabezas ha cortado? o ¿qué cantidad de entrevistados ha despellejado?

¿Se acabó acaso el respeto por esta profesión llamada periodismo por causa de esos ‘nuevos periodistas’, algunos con dinero y con poder, que hacen avergonzar a los buenos colegas en los taxis, en las calles, en las universidades, en los colegios, donde se nos acusa injustamente de ‘buitres’ por culpa de unos cuántos?

¿Dónde quedó esa Vicky que era nuestra practicante en NotiPacífico, en Cali, en el 93, que venía de ser presentadora del Noticiero del Senado, que inició con nuestro informativo en internacionales, que luego fue corresponsal, que llegó a QAP como una prometedora periodista, y que se fue desdibujando como persona en Noticias RCN, al encontrar ese falso ‘reconocimiento’ y esa falsa ‘fama’, que se dejó seducir por el dinero y el poder, que se fue olvidando de sus amigos hasta el punto de no volvernos a saludar, que después tomó otra apariencia, no solo física sino en el aspecto personal y profesional, y que ni las situaciones tristes que le pasaron en su vida la hicieron migrar hacia la humildad?

¿Dónde quedó esa Vicky con la que compartíamos en Cali el taxi de Imbanaco a Caracolíes, que nos valía dos mil pesos, y en cuyos trayectos teníamos esos sueños de hacer un periodismo digno y con sentido social?

Aunque, recordando en detalle, ella sí me decía, «voy a llegar muy lejos», lo triste es que nunca me dijo cómo y a costa de qué.

Alguna vez, en el 2000, trabajamos con ella en el Canal RCN, yo estaba internado en la Clínica Monserrat de Bogotá por depresión mayor profunda, y ella llegó a visitar a alguien, (sé a quién pero no lo digo), y al verme en el patio de la institución creyó equivocadamente que también yo estaba visitando a alguien, le dije que era paciente, y no me creyó. Luego, al terminar su visita, y verme nuevamente en el patio, volvió a preguntar, «Que vós que hacés acá, a quién visitás», a lo que le respondí, «Que no Vicky, estoy internado, ¿por qué no me creés?», y ella, al ver que mis compañeros pacientes le confirmaban lo dicho, se regó en prosa, «ah bueno, si es así, cuidadito con decir que yo vine acá a visitar a vós ya sabés quién, porque te ‘boleteo’ en el canal», yo la interrumpí, «tranquila Vicky, allá saben todo, no te preocupés, y no voy a decir nada». Cuando ella se fue, integré a su visitado a mi grupo, ya que él se encontraba aislado, y obviamente guardé el secreto.

Cuando regresé al canal ella no me volvió a hablar, tal vez para evitar tocar el tema, y seguro por miedo a que yo contara algo. A mí se me olvido por completo ese episodio. Hoy lo recuerdo por la coyuntura que nos ocupa.

Eso que conté hace parte de su vida personal, pero como a ella no le importa despellejar a nadie, ni acabar con la honra de los demás, no creo que le importe mucho que haga conocer esa tonta anécdota.

En otros episodios tristes de su vida, donde la hemos acompañado siempre, hemos guardado la esperanza que los nobles sentimientos y la belleza integral de sea joven Bugueña, con la que compartimos en Cali, vuelvan a renacer pero es solo flor de un día.

Necesitamos otros artículos para analizar el ‘periodismo’ que practica Daniel Coronel, y todos los que se quieren parecer a él, haciendo un supuesto ejercicio de denuncia, donde realmente cobran venganzas, cazan riñas personales, y ponen en la palestra pública a las personas, sin esgrimir pruebas contundentes, y para sentar una protesta en contra de algunos periodistas deportivos, que se creen amos de la verdad, que no dejan títere con cabeza, y acaban con quien no sea santo de su devoción, sin el menor arrepentimiento.

El escritor y periodista Polaco Ryszard Kapuscinski, maestro de este oficio del periodismo, nos dejó muy claras verdades indiscutibles:

“El verdadero periodismo es intencional… Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios. En los Balcanes se pudo ver claramente cómo se estaba cocinando el conflicto. Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias, y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina «empatía». Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás. ¡Las malas personas no pueden ser buenos periodistas!¨

Ryszard Kapuscinski – foto tomada de clasesdeperiodismo.com


P.D. Les recuerdo amigos lectores nuestra campaña:

Ahora el reto es ayudar a Wilson, paciente con retraso sicomotor severo

http://blogs.eltiempo.com/la-sal-en-la-herida/2016/02/17/ahora-el-reto-es-ayudar-a-wilson-paciente-con-retraso-sicomotor-severo/

¡Necesitamos su ayuda por favor!


 

giovanniagudelomancera

periodista

Tarjeta Profesional #8356 Expedida por el Ministerio de Educación Nacional

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