La ciudad pide a gritos un servicio de taxi decente, en donde se respete al usuario, donde no se le maltrate ni se le discrimine.

Aclaro que no todos los taxistas prestan mal servicio, pero sí la gran mayoría, y ese cuentico que ‘los buenos somos más’ no es cierto.

Siguen preguntando: «¿Para dónde va?», no llevan en el espaldar del asiento del copiloto la cartulina con las tarifas y con su identificación. Los carros siguen sucios, con las emisoras a todo volumen, manejan como ‘buseteros’, jalonean los carros, frenan aparatosamente, lastimando al pasajero, hacen maniobras irresponsables, regañan a los usuarios por los trancones, como si ellos tuvieran la culpa, le paran al que les da la gana, prefieren una minifalda que una persona de la tercera edad. Cuando alguien en condición de discapacidad, en silla de ruedas, les hace el pare, salen con la disculpa que el carro es de gas, para no subir la silla en el baúl, porque supuestamente ahí está el cilindro.

Hace algunos días, cuando salí de la clínica, luego de estar casi todo el mes hospitalizado, por una cirugía que se complicó, y que casi me lleva al otro lado, cogimos con mi señora un taxi en frente del Hospital Infantil Universitario San José, y le advertimos al señor conductor que manejara despacio, y que tuviera cuidado con los huecos, porque yo tenía una herida muy grande en el abdomen, y eso fue lo peor, mejor no haberle dicho nada, cogió todos los cráteres habidos y por haber, y para colmo de males, al llegar al barrio, pasó a mil y sin frenar un ‘policía acostado’, mi cabeza se estrelló contra el techo y la herida por supuesto sangró.

Y un día que fuimos a un control médico con mi esposa, para que me quitaran los puntos, nos subimos al taxi y el conductor, como raro, pronunció la famosa frase, «¿para dónde va?», yo decentemente le pregunté por qué seguía diciendo eso y nos bajó del carro. Acto seguido, paramos otro taxi y el conductor preguntó lo mismo, yo le dije que no, que gracias, y se regó en prosa: «Usted no sabe cómo es este trabajo, me gustaría que estuviera acá todo el día para que se diera cuenta, triple, doble, HP, etc. etc. etc.»

Taxistas vs Uber – foto tomada de www.semana.com

El usuario no tiene la culpa de nada, él necesita un servicio digno, oportuno, a punto y a tiempo, donde se le respete, se le sirva y se le cumpla, y eso es lo que hace Uber, con sus conductores puntuales, decentes, bien vestidos, amables, que manejan prudentemente, con sus carros limpios, con buena música, con las rutas conciliadas con los pasajeros, sin imponer, sin maltratar, sin regañar, sin cantaleta.

Todas las modalidades de Uber las necesita Bogotá, carros blancos o particulares, porque prestan un excelente servicio y además generan trabajo.

Ese cuentico de los taxistas que ‘ellos sí pagan seguros’ no es cierto, porque todo aquel que tenga un vehículo contrata seguros contra todo, y el otro ‘caballito de batalla’ que el valor de los cupos es muy alto, pues eso es lo que se tiene que acabar, ¿cupos de más de cien millones de pesos para poder operar?, no señor, eso solo beneficia a los magnates de los taxis como Uldarico, quien además de tener el monopolio de los taxis también presta el servicio puerta a puerta, con carros blancos, (lo cual no es permitido), con su famoso Transporte Imperial y nadie le dice nada.

Ahora bien, la propuesta para que Uber entre al negocio ‘legalmente’, con taxis de lujo, no tiene sentido, porque precisamente lo que encanta de ellos es que no son taxistas, que no piensan como taxistas y que no trabajan como taxistas, que su prioridad es el buen servicio. Si se constituyen en una empresa de taxis de lujo sería darle la oportunidad a los ULDARICOS que monten una igual, y que con su monopolio, y el beneplácito de las autoridades, terminen poniendo las reglas y liderando el negocio.

Y es que Bogotá no necesita taxis de lujo, necesita taxis eficientes y conductores comprometidos. El usuario no se quiere montar en un Mercedes Benz, quiere abordar un taxi limpio, con una persona que no le pregunte «¿para dónde va?», que lo lleve a tiempo, seguro, cómodo, sin regañarlo, sin cobrarle más de lo que es y manejando decentemente.

Otra cosa, en hora pico es imposible coger un taxi, ni por teléfono, ni por aplicación, ni por nada, pasan ignorando al usuario, todos extrañamente ‘están reservados’, solo llevan a quienes van para donde ellos quieren, entonces, ¿por qué no dejar que Uber, preste el servicio si ellos sí lo hacen bien?

Los taxistas en lugar de estar armando ‘Bloques de Búsqueda’ para perseguir a los que trabajan con Uber, y a sus pasajeros, amenazándolos, intimidándolos y agrediéndolos, deberían ponerse a trabajar atendiendo bien al usuario. Tampoco está bien que abusen de su poder bloqueando vías o haciendo marchas paralizando la ciudad. O lo que es peor, bajándole los pasajeros a sus colegas que sí quieren trabajar. ¿Cuál es el miedo con los taxistas?, si obran como delincuentes, cometiendo secuestros simples, y haciendo dizque justicia por su propia mano, ¡que los manden para la cárcel!

Que el incendiario vocero de los taxistas, ese tal Hugo Ospina, o ‘Piraña’, como le dicen sus compañeros, ¡sea judicializado de inmediato!, por maquinar y ejecutar esas movilizaciones violentas para intimidar a los ciudadanos.

Paro de taxistas en Bogotá – foto tomada de www.eltiempo.com

La respuesta es muy sencilla, el gremio de taxistas es muy fuerte, quita y pone alcaldes, ejerce manipulación y chantaje, los zares como ULDARICO, y otros, quieren seguir monopolizando el transporte, no quieren dividir la torta con nadie, pretenden seguir enriqueciéndose a costa de los usuarios, y de los mismos taxistas, que son quienes ruedan por las calles mientras ellos, (los ULDARICOS), se llenan de plata.

Una solución sería que la alcaldía de Peñalosa tomara el control de servicio de taxi, como lo hizo el anterior alcalde con Transmilenio y el SITP, que están terminando con ese transporte público colectivo indigno y horroroso y su guerra del centavo. Si se hiciera eso, se acabarían los cupos millonarios de taxis, se acabarían los magnates, los zares y los abusos, pero es difícil que un candidato prometa eso, o lo haga como alcalde, porque como dijimos antes, ese gremio de taxistas es muy fuerte.

Bogotá no puede seguir con un servicio de taxis tan inseguro, ineficiente e indigno. Aclaro de nuevo, hay muchos taxistas que trabajan muy bien, generalmente los dueños de sus carros, pero hay muchos otros, y son más, los que abusan de los usuarios, y eso se tiene que acabar. ¿Por qué no hacer en Bogotá lo que se hizo en México D.F. donde el servicio de UBER paga un alto impuesto que se traslada a un fondo para la ayuda de los mismos taxistas? Eso permitiría que Uber opere, que el usuario se vea beneficiado, y que el gremio de los taxistas reciba un dinero que sí va a ser para ellos y no para los grandes magnates como los ULDARICOS, que son quienes se lucran sin que haya libre competencia, explotando a los taxistas y enriqueciéndose cada día.

Para terminar, dicen los taxistas como argumento que ‘las tarifas de Uber son muy altas’, algo que es absurdo, si el usuario quiere pagar más pues que lo haga, más si le prestan un buen servicio, acá no se trata de tarifas sino de eficiencia. Si usted amigo lector se quiere tomar una botella de Whisky en la primero de mayo, donde le vale 100 mil, o una en la 15 con 85, donde le vale quinientos mil, pues usted es libre de hacerlo, es su plata, igual pasa con Uber, si usted prefiere pagar más, pero que lo atiendan bien, pues tiene todo el derecho.

Paro de taxistas en Bogotá – foto tomada de www.lafm.com.co

En conclusión, que el gobierno y la Alcaldía de Peñalosa piensen en el usuario, le cobren un alto impuesto a Uber para que pueda operar, que ese dinero vaya para la seguridad social de los taxistas, que acaben con los monopolios y los ULDARICOS, que permitan que se generen empleos, como lo hace Uber, que se sancione ejemplarmente a los taxistas abusivos y que se portan como delincuentes, y que se les obligue a trabajar bien, y a toda hora, y sobre todo, que esa puja entre Uber y taxistas no la aproveche nadie en la alcaldía, en el Congreso, o en el alto gobierno, para hacer campañas o pagar favores.

P.D. Y qué decir de la doble moral de algunos taxistas, que como bien lo decía un oyente de la W hoy, trabajan con Uber los días que tienen pico y placa.

Antes de despedirme les dejo este link de una crónica que hice hace algunos años para Canal Capital donde se muestra como los taxistas no recogen a nadie en silla de ruedas.

discapacitados silla primera parte

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http://blogs.eltiempo.com/la-sal-en-la-herida/2014/07/18/blanco-es-uber-lo-pone-y-los-amarillos-se-indisponen/

 

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http://blogs.eltiempo.com/la-sal-en-la-herida/2014/11/26/blanco-es-uber-propone-y-uldarico-lo-impone/

 


P.D. Les recuerdo amigos lectores nuestra campaña:

Ahora el reto es ayudar a Wilson, paciente con retraso sicomotor severo

http://blogs.eltiempo.com/la-sal-en-la-herida/2016/02/17/ahora-el-reto-es-ayudar-a-wilson-paciente-con-retraso-sicomotor-severo/

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Abrazo fuerte y bendiciones


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