SI señores, eso es lo que se está cocinando en La Habana, que los asesinos narcoterroristas de las FARC no paguen un solo día de cárcel, no reparen a las familias a las que le mataron a sus seres queridos y se ‘reintegren’ a la vida civil, caminando campantes por las calles o por los campos, con sus conciencias ‘tranquilas’, luego de asesinar vilmente compatriotas.
Además, se harán elegir en cargos de elección popular, como si sus antecedentes criminales se borraran por arte de magia, luego de unos acuerdos secretos en La Habana, a espaldas de los colombianos, con negociadores del gobierno que no le dicen la verdad al país.
Es el ¡Show de la impunidad! lo que se planea en la isla, mientras francotiradores de las FARC siguen ajusticiando militares cobardemente, agazapados y escondidos, como lo han hecho siempre, porque son expertos en disparar por la espalda o en emboscar, pero nunca han combatido de frente.
Estamos de acuerdo con el senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez, todos los que rechazamos la entrega del país a los narcoterroristas de las FARC debemos pronunciarnos, en redes, en las calles, en las universidades, desde nuestras tribunas, todo pacíficamente pero enérgicamente, debemos denunciar, no podemos permitir que Santos, por el afán de un Nobel para su colección de trofeos, negocie la agenda del país con quienes han matado a Colombia durante 60 años.
Se van a pasar la Constitución por la faja dizque para ‘blindar jurídicamente’ los ‘pactos’ de La Habana. Como bien dice el procurador Alejandro Ordóñez, Santos juró ¨respetar la Constitución¨ y ¨no fue elegido para derrocarla y menos para hacerlo de la mano con las FARC¨.
No está claro cuánta plata tienen los cabecillas de las FARC, dónde está y si la van a usar para reparar a sus víctimas. No se sabe cuántas armas tienen, de qué clase y cuándo y cómo las van a entregar. No se sabe si van a declarar cultivos, laboratorios y rutas de su negocio criminal del narcotráfico; en pocas palabras, no se sabe nada de lo que va a pasar después que el presidente Santos y su nuevo mejor amigo ‘Timochenko’ estampen la ‘firma de la paz’, en esa trapisonda dizque de acuerdo, donde negociaron el presente y futuro de Colombia, sin que los colombianos pudiéramos siquiera opinar.
Cuánto nos costará a los colombianos de bien y de a pie ese famoso postconflicto, manteniendo a los reinsertados con nuestros impuestos y viendo cómo los jefes de ese grupo narcoterrorista se sentarán en el Congreso con las manos manchadas de sangre.
En la cárcel hay colombianos pagando largas condenas por delitos que no se comparan con los que estos asesinos guerrilleros han cometido, y para ellos no hay amnistía, perdón, indulto, ni nada de eso, pero para los de las FARC, todo un tapete de impunidad se les ha tendido, a punta de artimañas que se han inventado los asesores de Santos, con esa tal justicia ‘transicional’, tratando de cualquier forma inventarse ‘delitos conexos’ para exonerar a esos asesinos de toda responsabilidad. (Dizque el narcotráfico delito conexo al político, ¡Qué vergüenza por Dios!).
Debemos protestar, desde nuestras profesiones, desde nuestros roles, hay que decirle NO a esa mentira de ‘plebiscito’ y SÍ a la Resistencia Civil para evitar que el país quede en manos de esa guerrilla que tanto daño le ha hecho a Colombia. (Le bajaron al plebiscito el umbral a su conveniencia con una única pregunta inducida, ¿Usted quiere la paz?, algo que cualquier colombiano desea).
El gobierno quiere nivelar por lo bajo a nuestras Fuerzas Armadas con los guerrilleros, y con eso solo logra desprestigiarlas, ponerlas en desventaja, y finalmente condenarlas, mientras los cabecillas de las FARC quedan ‘blindados’ gracias a que se les está diseñando un traje de impunidad a su medida.
Todos los partidos de la ‘Unidad Nacional’ le han seguido el juego a Santos, sus amigos en el Congreso, sus amigos en las Cortes, sus amigos en los medios de comunicación al servicio de él, todos los anteriores, y otros más, untados de mermelada hasta el cogote, y no se detienen a pensar un solo minuto a dónde van a llevar al país. Va a salir el remedio más caro que la enfermedad. Ese ‘acuerdo de paz’, en principio será motivo de celebración, para los colombianos engañados, pero luego se convertirá en una vergüenza mundial, que pasará a la historia como lo más descarado e inhumano en cuanto a impunidad se refiere, a culpables de delitos de lesa humanidad.
El procurador Ordóñez dice: “Es una acción que está al margen de la Constitución y que es incompatible con cualquier régimen democrático. Equivale a someter de forma dictatorial al pueblo colombiano a la voluntad de las Farc y del Gobierno. ¿Quién le otorgó esa prerrogativa, doctor Santos?”.
No podemos tragar entero, Santos tiene el país quebrado, la economía cada día va peor, los niños de la Guajira siguen muriendo de hambre por desidia del gobierno, no hay empleo, pero sí más impuestos, se venden a precio de huevo los activos del gobierno para tapar huecos fiscales por culpa de la mermelada, se utiliza la plata para que el vicepresidente Lleras, a punta de cemento y ladrillo, pueda financiar su campaña de 2018, se le pagan sueldos de hambre a los profesores, a los policías, el salario mínimo es indigno, la clase media cada vez más oprimida, el populismo y la ‘tercera vía’ del presidente van a llevar a Colombia a la hecatombe, porque es un gobernante incoherente con lo que piensa, dice y hace.
Este es un presidente con los peores índices de favorabilidad y debe renunciar. Gobierna para afuera, para la comunidad internacional, pero tiene el país hecho un caos, y ahora, a punta de falacias, quiere que los colombianos aceptemos ese ’acuerdo de paz’ que no es otra cosa que un pacto con los señores de las FARC para que sus crímenes queden impunes, su dinero producto del narcotráfico pueda legalizarse, sus armas sigan escondidas, y que a la sangre de tantos colombianos inocentes se le eche tierra con todas las incontables fanegadas que esa guerrilla tiene a punta de desplazar campesinos y que no la va a devolver.
El modelo pactado en La Habana para ‘blindar los acuerdos’, es para que el país no pueda plasmar una posición. Bien lo dice el señor Procurador Ordóñez, “Usted, señor Presidente, y ‘Timochenko’ pretenden que ni siquiera la voluntad del pueblo, expresada a través de los mecanismos que hoy dispone la Constitución, pueda modificar tales acuerdos, tampoco el Congreso de la República ni ahora, ni en el futuro”.
Es absurdo que al Cartel más grande de la cocaína en el mundo, los reclutadores más grandes de niños y los criminales más infames de la historia se les de trato de ‘estadistas’.
Como nos decía la escritora checa Radka Denemarková, autora de ‘El dinero de Hitler’, en la entrevista que le hicimos en pasada Feria del Libro en Bogotá, “No discutir con los asesinos y dictadores”
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giovanniagudelomancera
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