Santos, atemorizando el país con el cuento que si no gana el SÍ la guerrilla se tomará las capitales y los impuestos subirán, tiene todo para ganar e imponer su farsa de proceso de paz. Primero, dispone de toda la plata del Estado para hacer la publicidad para el SÍ, segundo, todos los puestos oficiales para pagar favores a los políticos que ayuden en esa empresa de impunidad para las FARC, y tercero, le aprobó la Corte Dictatorial un bajo umbral de votación para dizque ‘legitimar’ ese acuerdo donde se le entrega el país a la guerrilla. Eso sin contar, que tiene a una gran cantidad de medios de comunicación comprados con mermelada para que le hagan el juego y desinformen, haciendo creer que los enemigos de ese proceso solapado y a espaldas del país, somos enemigos de la paz y amigos de la guerra. Todos los días nos estigmatizan a quienes no queremos que esos asesinos narcoterroristas de las FARC se paseen impunes por los pasillos del Congreso, por las calles y campos de Colombia y por los demás países dizque como embajadores de la paz.
El desfile militar del pasado miércoles 20 de julio debió ser cancelado porque Santos ha humillado tanto al Ejército Nacional, negociando la agenda del país con la guerrilla, que todo el sacrificio de nuestros héroes ha sido inútil. Este presidente los ha puesto al nivel de esos criminales, los ha desautorizado, nivelado por lo bajo y desprestigiado.
El 20 de julio de ahora en adelante será el día del deshonor, de la humillación, de cómo a nuestras Fuerzas Militares se les redujo a su más mínima expresión.
Volviendo a ese plebiscito amañado, con pregunta inducida para respuesta obvia, (¿quién no quiere la paz acaso?), solo el 13 por ciento de la población tendrá que votar por ese famoso SÍ, ¡eso es pelea de tigre con burro amarrado!, insólito que no gane todo ese aparato estatal con esa campaña de desprestigio contra quienes no estamos de acuerdo con la impunidad y quienes exigimos verdad, reparación, justicia y verdadera paz para las víctimas y para todos los colombianos.
Qué ingenuos los que piensan que tan pronto se firme esa farsa de paz con eso asesinos de Colombia al otro día todo va a cambiar. Preguntamos, ¿y la corrupción?, ¿y el desempleo?, ¿la injusticia social?, ¿la falta de oportunidades?, ¿la inseguridad?, todo eso se ha incrementado en este gobierno de Santos que pasará a la historia como uno de los peores, sino el peor.
La paz no es de Santos, ni del expresidente César Gaviria, ni de su reencauchado kínder, ni de nadie que el presidente delegue, la paz es de todos los colombianos, y muchos no queremos que nos la disfracen, nos la maquillen ni nos la embolaten. La paz se logra combatiendo, sometiendo, juzgando y condenando a esos narcoterroristas enemigos de Colombia y asesinos de connacionales y extranjeros. Eso criminales deben pagar cárcel, develar sus rutas de narcotráfico, su dinero manchado de sangre de miles de colombianos, así como devolver las tierras que les robaron a humildes campesinos. Deben entregar las armas de verdad y reparar a todos aquellos a quienes les mataron a sus familias, les violaron a sus madres, hijas, hermanas, y les reclutaron a sus niños para esa guerra fratricida que se inventaron esos delincuentes de las FARC en contra de sus compatriotas.
La Corte Dictatorial consideró que el sí o el no es vinculante (de obligatorio cumplimiento), pero solo para el Presidente de la República y no para los otros poderes públicos. Que majadería, nunca va a ganar el NO con ese aplanadora oficial en contra de los que no queremos que el país se le regale a esos bandidos.
Afortunadamente, dijo la Corte, en medio de su incoherencia, que “es una decisión política y la refrendación no implica por sí misma una incorporación de lo acordado a la Constitución y la legislación”, menos mal, qué tal que de un solo ‘viajao’ modificaran la ley y la Constitución con esos acuerdos plagados de impunidad. En pocas palabras la Corte acertó por lo menos en una y no ‘alcahuetió’ lo que el Congreso, (o mejor, los amigos de Santos), aprobaron en la pasada legislatura, en el acto legislativo para la Paz, que permitía que mediante un procedimiento exprés se incorporaran los acuerdos al régimen legal y Constitucional y que el Congreso solo tendría la posibilidad de aprobar o improbar las normas que en ese sentido presentara el Presidente de la República.
El 13 por ciento de los colombianos aprobará esa farsa de plebiscito, qué vergüenza mundial, con el agravante que para la Corte, el voto en blanco no tiene ninguna validez, qué falta de respeto con quienes no queremos ese ‘impune acuerdo con las FARC’. ¡Eso no es democracia!
Esta Corte Dictatorial es muy contradictoria, no es consecuente con lo que piensa, dice y hace, permite la participación de los empleados públicos en las campañas por el sí o por el no, pero establece que “En dicha campaña no se puede incorporar contenidos que promuevan un partido, movimiento político o grupo significativo de ciudadanos o que se relacionen con la promoción de candidaturas a cargos de elección popular”, qué tontería, si es desde las empresas oficiales que se hace politiquería y se lanzan candidaturas, sobre todo en este gobierno, que ha puesto a su servicio el Estado, su presupuesto, y toda la mermelada posible para comprar conciencias a punta de prebendas para ganar el Nobel de la Paz, haciendo ‘alianzas’ con partidos políticos, entregándoles la nómina oficial y repartiendo las instituciones a granel.
El ego de Santos, el de la Corte Dictatorial y el de muchas ‘vacas sagradas del periodismo’ va a llevar al país a la hecatombe.
No dejemos que el miedo que quiere infundir Santos nos intimide y nos obligue a votar por ese falso SÍ, tenemos derecho a decir ¡NO! a que los asesinos, criminales y narcoterroristas de las FARC sean premiados con impunidad, curules en el Congreso y territorios vedados para los colombianos, además de no aceptar que se queden con su riqueza producto del narcotráfico y quién sabe si con las armas con las que mataron a miles de inocentes.
Y como acordaron esos asesinos con el gobierno perseguir a quienes no estamos de acuerdo con sus ‘pactos ilegales’ pues acá estamos, ¡no les tenemos miedo señores de las FARC!
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giovanniagudelomancera
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