Según la desprestigiada, obsoleta y retrógrada banda delincuencial del ELN, el gobierno de Iván Duque «no le dio la dimensión necesaria al gesto de paz que el Ejército de Liberación Nacional realizó para las fechas de navidad y fin de año», y argumenta, de forma inhumana, cínica y descarada, que el atentado es «una acción de ‘legítima defensa'».
Dicen estos criminales de lesa humanidad, «la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional, es una instalación militar; allá reciben instrucción y entrenamiento los oficiales que luego realizan inteligencia de combate, conducen operaciones militares, participan activamente en la guerra contrainsurgente y dan trato de guerra a la protesta social», y agregan en ese despiadado comunicado, «la operación realizada contra dichas instalaciones y tropas, es lícita dentro del derecho de la guerra, pues no hubo ninguna víctima no combatiente».
Además aseguran de manera ilusa, como si ellos tuvieran derechos adquiridos, «Estamos dispuestos a acordar que se respeten determinadas áreas e instalaciones militares estatales, y determinadas áreas y campamentos donde opera el Eln».
Finalizan, sin sentir vergüenza o arrepentimiento alguno, «el camino de la guerra no es el futuro de Colombia, es la paz».
Y para colmo de males, más indignante es la entrevista que Pablo Beltrán, cabecilla y negociador del ELN, le concede a la Agencia de Noticias AFP, donde devela una grave desconexión entre negociadores, comandantes de frentes y guerrilla en general; además de una profunda contradicción en sus acciones y convicciones.
Beltrán dijo que el comando que está en La Habana no tenía idea de los planes del carro bomba en Bogotá y de manera descarada pidió reanudar los diálogos.
«Nadie nos puede pedir que si nos atacan nos amarremos los brazos atrás. Aspiro a que ese ambiente se distensione y se puedan reanudar las conversaciones».
Así mismo, argumentando los famosos protocolos, el guerrillero le pide al gobierno que facilite el retorno de la comisión negociadora del Eln al país, en un plazo máximo de 15 días y negó una posible petición de asilo. Ojalá el avión que los saque de Cuba no los lleve directo a Venezuela porque dada la complicidad de Maduro con este grupo delincuencial y terrorista sería imposible darles captura.
De manera descarada Beltrán reiteró que el Comité Central y la delegación de diálogos que está en La Habana desde mayo de 2018 desconocían los planes para atacar la Escuela de Cadetes General Santander, algo que le cuesta creer a la opinión pública. La gente no traga entero señor Beltrán.
«No (sabíamos), por supuesto. Estamos en Cuba desde hace ocho meses. De los planes de los frentes nuestros en Colombia… no es de nuestra incumbencia».
Beltrán negó que el atentado forme parte de un grupo disidente contrario a las negociaciones de paz. De lejos esas declaraciones son tan contradictorias como absurdas e insultan la inteligencia de los colombianos y colman la paciencia.
«Los acuerdos que hemos firmado en esta mesa han sido totalmente cumplidos por todos los frentes del Eln. Es una política de mantenernos en la mesa y pese a los ataques que recibimos y a los ataques nuestros, que en este caso llevan a que el gobierno no venga a la mesa».
«De esos ataques, desde que llegó el gobierno de Duque, hemos recibido muchos».
Una banda delincuencial que se detuvo en el tiempo
Esos criminales del Eln no son otra cosa que una banda delincuencial que se detuvo en el tiempo, que cree que este es el mismo país de hace 20 años, que todavía piensa que valen la pena todas las formas de lucha.
Practican el secuestro, la extorsión, el narcotráfico, el atentado a oleoductos, matan cobardemente policías desarmados, emboscan patrullas militares, tienen el rechazo de toda Colombia por sus delitos de lesa humanidad y, aun así, se creen con derecho de exigirle al gobierno condiciones.
No se debe negociar con asesinos. Así nos cataloguen como enemigos de la paz a quienes no estamos de acuerdo con la impunidad, creemos que esos delincuentes que no tienen ninguna ideología guerrillera y que atentan contra la misma población civil deben recibir todas las penas que mande la ley sin rebaja de ninguna clase.
Aunque nos digan guerreristas por nuestra forma de pensar, debemos afirmar que el gobierno y las fuerzas militares tienen que perseguirlos, reducirlos, apresarlos o darles de baja, pero no brindarles ningún estatus o ponerlos al mismo nivel de nuestras Fuerzas Armadas.
Con respecto a los protocolos que debe seguir el gobierno cubano con los negociadores del ELN para permitir que salgan de la isla de manera segura, estamos de acuerdo, pero una vez los dejen en las selvas colombianas, las Fuerzas Militares deben combatirlos y ponerlos a órdenes de la justicia.
Ese cuento que ha hecho carrera, que quienes defendemos las instituciones, la soberanía nacional y la población civil, somos enemigos de la paz, está mandado a recoger.
Con asesinos de esa calaña no se negocia, se les combate y ya.
Respetamos todas las marchas y todas las manifestaciones de rechazo a esos actos demenciales llevados a cabo por esos asesinos del Eln, pero la acción del Estado debe ser contundente e inmediata. A punta de camisetas blancas, veladores y mensajes conmovedores en redes sociales no vamos a lograr que los criminales entren en razón, a ellos no les interesa el rechazo de los colombianos, eso los tiene sin cuidado, porque son unos desalmados que matan jóvenes desarmados y sin mostrar el menor remordimiento.
No se olviden amigos lectores de nuestras obras sociales:
Giovanni Agudelo Mancera
Periodista
Tarjeta Profesional #8356 Expedida por el Ministerio de Educación Nacional
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