Con el argumento de combatir la contaminación ambiental, que muy pocos van a refutar, el alcalde de Bogotá perdió el ‘papayazo’ de instaurar el pico y placa los sábados, domingos y todo el día entre semana.
Ningún alcalde de Bogotá ha tenido el carácter y la personalidad para decretar pico y placa los sábados, día en el que la movilidad colapsa como nunca, porque se le van a venir encima los estratos altos y los comerciantes por esa decisión.
La coyuntura que se presentó la semana pasada por la contaminación ambiental en la capital de Colombia era el motivo perfecto para decretar un pico y placa extendido, norma que aliviaría el aire de la ciudad y también la movilidad.
En comienzo pareció valiente la decisión de Peñalosa, pero se dejó presionar de algunos gremios poderosos y se echó para atrás, fue un paño de agua tibia lo que le aplicó el alcalde a la capital para curar esa endemoniada fiebre que la ataca y que la tiene al borde de convulsionar.
Y eso habla muy mal de la forma de gobernar del alcalde, que beneficia a quienes aportaron para su campaña. Su alcaldía es para los constructores, urbanistas, vendedores de buses, de cemento, para las multinacionales, para los taladores de bosques, para empresarios, pero nunca para el ciudadano de a pie.
Ese modelo neoliberal es tan peligros y contraproducente como ha sido la izquierda recalcitrante de gobiernos anteriores. Quien vive en Bogotá no quiere un alcalde de derecha, de izquierda, o de centro; quiere un gobernante que le solucione los problemas de movilidad, seguridad y espacio público, y por eso muchos votaron por Peñalosa, pero les ha incumplido, y cuando tuvo la oportunidad de solucionar al menos uno, movilidad, pues fue timorato.
Todos queremos una ciudad en la que podamos respirar aire puro, en la que podamos movilizar sin trancones, con seguridad y sin tener que bajarnos a las calles porque los vendedores ambulantes nos roban los andenes; pero no hemos tenido alcaldes con autoridad moral para gobernar porque tienen rabo de paja, le deben favores a quienes los apoyaron en sus campañas, y piensan en beneficio propio.
Difícilmente Bogotá podrá tener un alcalde más malo que Peñalosa, su terquedad, su egocentrismo, su odio por Petro, su amor al ladrillo y al cemento, entre otras cosas, no lo han dejado gobernar la capital. Él cree que puede insultar la inteligencia de los bogotanos con los argumentos que esgrime. Su proceder es equivocado, no es consecuente con lo que piensa, dice y hace, y su falta de humildad no le permite reconocer sus errores.
Los habitantes de Bogotá debemos escoger muy bien a nuestro próximo alcalde, no dejarnos llevar por el populismo, por la polarización, ni por la labia de muchos candidatos. Es importante elegir a alguien que quiera a la capital, que la conozca, que gobierne para todos, que haga política social por encima de todo, que no acabe con los pulmones de la ciudad -como Peñalosa con el bosque de Bavaria-, sino que, por el contrario, tenga un compromiso serio con el medio ambiente. ¿Para qué tanta ciclo ruta si no se puede respirar aire puro? ¿para qué tantas canchas sintéticas si se talan los árboles? ¿para qué tanta calle peatonal si te atracan cuando caminas?
Bogotá es de todos, pero parece una ciudad de nadie, no hay sentido de pertenencia y se extraña a alcaldes como Mockus que nos enseñaron la cultura ciudadana, que los dineros públicos son sagrados y que se puede gobernar de forma integral para todos sin excepción.
Por eso el voto por el próximo alcalde de Bogotá debe ser de opinión, libre y sobre todo a conciencia.
Giovanni Agudelo Mancera
Periodista
Tarjeta Profesional #8356 Expedida por el Ministerio de Educación Nacional
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