Cámaras de Vigilancia – foto ELTIEMPO.COM

Ninguno, léase bien, ningún noticiero de televisión de Colombia se salva de esta crítica. Todos, absolutamente todos, abren con videos tomados de cámaras de seguridad donde las personas se pelean a machete, ladrones en motocicletas roban a transeúntes, un conductor alicorado embiste un parroquiano desprevenido, en fin, se surten de los videos de vigilancia de los barrios, almacenes, buses urbanos, entre otros, para ganar audiencia.

Esos videos deberían usarse solamente para judicializar a los responsables, pero no para alimentar el sensacionalismo y amarillismo de los directores de los medios de comunicación.

Es vergonzoso ver que muchos noticieros de televisión colombianos, al mejor estilo de ‘Primer Impacto’, pasquín de la cadena Telemundo, se nutren del dolor ajeno y de situaciones lamentables para pelear por el rating con sus competidores.

Pero la responsabilidad de esa crónica roja en los noticieros de televisión es compartida, primero, por algunos directores de medios, sin ética periodística, y segundo, por la teleaudiencia, porque, al parecer, eso es lo que le gusta ver.

Y qué decir de la falta de profundidad de algunos noticieros colombianos de televisión, sus titulares son inflados, parecen un Show de televisión, y cuando desarrollan la noticia ni se parece a lo dicho en su amarillista introducción.

La edición de las notas es pobre, la continuidad de las noticias no tiene hilo conductor, todo es una colcha de retazos, no hay seguimiento a la información, muy pocas crónicas, muy poca investigación.

Muchos de los presentadores y reporteros con cliché (El término cliché, tomado del francés, se refiere a una frase, expresión, acción o idea que ha sido usada en exceso, hasta el punto en que pierde novedad, especialmente si en un principio fue considerada) equivocadamente piensan que ellos son los protagonistas cuando la noticia es la protagonista.

Los errores gramaticales, de redacción, de contenido, tanto en los ‘inn’ como en los ‘off’, (lo que leen los presentadores y lo que dicen y leen los reporteros) son gigantescos. Eso sin mencionar las cacofonías, redundancias, gazapos y lugares comunes.

Cuánto extrañamos los informativos de antes donde existía un Jefe de Redacción que estaba al pendiente de todo. Ahora nadie vigila ni supervisa nada, no hay doliente en la cadena de producción, al aire es que se ven los errores, perdón, los horrores, y eso está pasando también varias veces en la radio, en la prensa escrita y en los portales de noticias.

Cuando la profesión de Periodista fue declarada un oficio se le delegó a los directores de medios ser muy juiciosos a la hora de contratar las personas para sus medios, se les pidió que vincularan gente idónea para los cargos, pero si la mayoría de ellos no da ejemplo y no practican ni exigen la ética en el periodismo pues, para usar una frase de cajón, ¡apague y vámonos!

En otro capítulo hablaremos de cómo las redes sociales son tan mal usadas por muchos medios de comunicación y de qué forma han caído en replicadores y no generadores de contenido.

Giovanni Agudelo Mancera

Periodista


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