Nos llegan muchas quejas de los vecinos del barrio San Miguel, J Vargas, Modelo Norte, Barrios Unidos, Parque Central Salitre, Etapas 1,2,3 y 4, Camino del Viento, Etapas 1, 2 y 3, el Labrador y el Parque de los Cipreses de Bogotá acerca del daño ambiental irreparable que va a cometer la alcaldía con su humedal.
Los terrenos, desde la calle 22 a la calle 68, y desde la Avenida Boyacá hasta la carrera 30, fueron donados al Distrito por José Joaquín Vargas y la Beneficencia de Cundinamarca los ha ido negociando. El último que vendió es el de la carrera 60, a la Constructora Bolívar, empresa que está haciendo un proyecto de 1.688 apartamentos, de 28 metros cuadrados cada uno, con un valor aproximado por apartamento de 170 millones de pesos. Son aparta estudios, en torres de 14 y 18 pisos.
De acuerdo con el artículo 62 de la Constitución, cuando se donan bienes al Estado, se vuelven bienes fiscales y son imprescriptibles, no se pueden enajenar y sin embargo la Beneficencia lo hizo.
ARTICULO 62. El destino de las donaciones intervivas o testamentarias, hechas conforme a la ley para fines de interés social, no podrá ser variado ni modificado por el legislador, a menos que el objeto de la donación desaparezca. En este caso, la ley asignará el patrimonio respectivo a un fin similar. El Gobierno fiscalizará el manejo y la inversión de tales donaciones.
En pocas palabras hubo un ‘volteo’ de tierras al convertir un terreno donado a la ciudad, que era de uso recreacional, y volverlo urbanizable.
Dicen los vecinos en sus quejas: «La construcción va a embotellar la zona y como ‘compensación’ van a abrir una avenida desde la carrera 60 hasta la carrera 30, por detrás de los conjuntos, afectando el sendero peatonal que corre por el brazo del río Salitre, que viene del humedal. Es agua limpia, es agua de río, a la que piensan secar con pavimento. Ese sendero es hábitat de aves, bio fauna, murciélagos, aves migratorias, culebras, búhos pequeños, garzas, colibrís. tinguas, garzas, alcaravanes, colibríes, todo tipo de canarios y copetones. Caminar por allí es maravillosos, acompasado por el cantar de los pajaritos¨.
La gente que tiene vista hacía la cancha de golf nos dice que los constructores de los conjuntos que mencionamos ya han ido quitándole gran parte al humedal que queda cruzando la 60, al pie del entrenamiento canino de la Cruz Roja y de los cursos de natación: «Anteriormente lo habían hecho para otro proyecto, unas pistas de BMX, donde talaron casi 500 árboles y Compensar también piensa hacer una construcción allí. Sin duda, hay muchos intereses creados y por eso quieren pasar la avenida por ahí. Hace unos años se dio la misma pelea porque era la calle 64 y ahora la disfrazan como avenida calle 66, pero realmente sigue siendo la 64, cambian la nomenclatura y listo. La comunidad está indignada por este nuevo POT de la alcaldesa Claudia López».
El 12 y 19 de octubre pasados hubo Cabildo, fueron representantes de la comunidad y la respuesta de los funcionarios de la alcaldía y de los constructores es que el proyecto no va afectar en nada el medio ambiente, que al contrario, «va a reverdecer al sector».
Denuncian los vecinos: «es un asesinato a nuestro humedal, además del detrimento patrimonial, y las torres donde vivimos se nos van a debilitar, a resquebrajar, a agrietar, con la construcción de esa avenida».
Y sin duda ellos tienen razón, consultamos con arquitectos y nos dijeron que una excavación de más de 40 metros afectaría demasiado la capacidad hídrica del humedal.
La vía desarrolla un potencial de demanda de 2.000 vehículos por hora, al menos 17 horas de flujo alto de vehículos, de 5 a.m a 10 p.m., la cifra estimada sería de 34.000 mil vehículos diarios, sin contar las otras 7 horas restantes.
Eso ya es un punto para estimar el impacto ambiental y en salud en términos de emisión de Monóxido de carbono, Óxido de nitrógeno, Hidrocarburos, Ozono, Bióxido de azufre, Materia particulada, Plomo, Bióxido de carbono, Clorofluorocarbonos.
Hay que decir que luego de reuniones con la comunidad redujeron de 30 metros a 22 metros el ancho de la avenida pero sigue siendo un daño ambiental.
Estas son otras de las preocupaciones de los vecinos que nos han hecho llegar, las cuales transcribimos literalmente:
«En el marco de la emergencia climática se requieren conectores ecológicos como este, es de los pocos que tiene agua relativamente limpia».
«El Canal tiene todas las características de una reserva ambiental y lo ideal sería lograr que sea declarado parte integral del Humedal del Salitre, logrando frenar cualquier intención de obra».
«Estos temas de planificación urbana no se pueden entender fuera del contexto político, la constructora Bolivar es la que construye este proyecto y es probablemente el mayor «lobby» inmobiliario de la ciudad, es decir, ellos tratan de influenciar los POT a su beneficio».
«La avenida va a pasar por la calle 66 para conectar la carrera 60 con la carrera 30 y por ahí corre un brazo de El Salitre, llamado también el canal La Esmeralda».
«Claudia propone en el nuevo POT una ‘Bogotá más verde’ y este es el único pulmón de Bogotá dentro de la ciudad y lo quiere acabar».
Y finalizan las quejas con estas reflexiones de los mismos vecinos:
1- Pago de valorización con nuestro bolsillo por una obra que no queremos.
2- Acceso a vehículos y motos que convertirían en vías de acceso y escape para la delincuencia.
3- Al ser una vía con acceso a al río y potreros sin duda el tema de recicladores y residuos de construcción se convertirá en futuro botadero del sector.
4- Los cimientos de los edificios que cruzan la vía están sobre un lago que es el mismo del Simón Bolívar, por ende, el agua actúa como una esponja dando firmeza. Al perder la humedad, el suelo cede a corto plazo. La vía requiere una profundización considerable y a futuro el tráfico de vehículos pesados puede afectar la estructura de edificios tan pesados.
5- Sabemos que la 60 se ha convertido en zona de carreras de motos y carros a altas horas de la noche, sin duda, sería darles una nueva pista a los amantes de los motores, acabando con la tranquilidad de miles de residentes que quedarían expuestos a los ruidosos, desvalorizando los apartamentos de todo el sector.
Esta es la respuesta que les ha dado la alcaldía a los vecinos en la voz de la secretaria de Ambiente de Bogotá, Carolina Urrutia:
“Es un humedal que se nutre a partir de aguas lluvias y se habla del pasado de conexiones de agua de otras fuentes porque no tiene un funcionamiento hidrológico, como otros humedales en ese sentido. La construcción de un proyecto de vivienda no afecta el funcionamiento hidrológico por lo que es agua superficial “.
Lo paradójico de todo esto, y esa reflexión es de nuestra propia cosecha, es que Claudia López dice que El siglo XXI es el Siglo del ‘Reverdecimento’ y con su actuar demuestra lo contrario.
Periodista
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