Una alcaldesa que culpa a todo el mundo de su ineptitud y que no reconoce su paupérrima gestión.
La movilidad en la ciudad es nula, eternas horas en trancones, el servicio público inseguro, colapsado, sin mantenimiento, sin soporte, tomado por los vendedores, los habitantes de calle, los inmigrantes de país vecino.
Parece que la guerra de Ucrania tuviera epicentro en la capital de Bogotá, hay cráteres por todo lado, con poli sombras por doquier, maquinaria pesada donde no se ve trabajar a nadie, algodones, maletines, cintas amarillas y conos.
Ciclovías en calles angostas que le quitan espacio a los andenes y ponen el peatón en peligro, eso sin contar que muchos ciclistas y hasta motociclistas invaden las aceras.
La más reciente perla de Claudia López fue decir: “Debemos llegar a un punto, estimados ciudadanos, en el que nos dé pena salir en un vehículo particular de 5 o 6 cupos solos”, pues hay que decirle a la señora alcaldesa que no le eche la culpa a las sábanas por la calentura, ni se trata de vender el sofá, en este caso los carros, como dijo ella en otra de sus fallidas declaraciones: «Los impuestos son por tener carro, lo invito a que lo venda». La culpa no es de los dueños de los vehículos, que en su mayoría llevan el cupo al máximo, la responsabilidad es de quien dirige los destinos de la ciudad, que improvisa, que no soluciona, que tiene la malla vial abandonada, que no tiene un verdadero plan de movilidad para solucionar la congestión vehicular.
Durante su fallida alcaldía Claudia ha tenido las peores respuestas para los ciudadanos:
A una vendedora que le reclamó por las ayudas a los informales: «Ahí están trabajando, sumercé. Trabaje juiciosa. Trabaje juiciosa, sumercé».
Al empresario Mario Henández cuando él se quejó por el mal estado en el que se encuentra la malla vial de la ciudad: “Los rines de tu lujoso carro pueden esperar, los estómagos de las familias en pobreza no”.
Tambien a sus subordinados: «¡Quién está tomando esos datos! Todos aquí parados mirando, ¿dónde están los cuatro que iban a tomar esos datos?» a unos funcionarios que debían recoger los datos de unas personas para ayudas relacionadas con el Sisben.
En Bogotá, viajar en Transmilenio es una verdadera odisea. El usuario se expone a robos, a demoras en la frecuencia de los articulados, en estaciones sucias, peligrosas, con las puertas abiertas todo el tiempo. Si viaja en bicicleta puede ser despojado de ella, previa agresión por parte del atracador, eso, si no encuentra un hueco y sale volando por los aires.
Si se moviliza a pie no hay andenes por dónde caminar, la mayoría estrechos, en mal estado, invadidos por vendedores ambulantes, bicicletas, motos o amigos de lo ajeno.
Si se transporta en taxi hay que cruzar los dedos para que el conductor se dirija hacia donde uno viaja para que tenga la bondad y haga la carrera, y aguantarse, al final de la misma, que redondee el valor del servicio y no entregue las vueltas completas.
Nunca antes Bogotá lucía tan abandonada, tan descuidada, tan mal administrada, por una alcaldesa que traslada culpas, que no asume responsabilidades, que no gestiona, que caza peleas a diario con los habitantes de la ciudad, con los concejales, con los empresarios, con la policía, con Raimundo y todo el mundo, pero que no toma medidas para sacar la ciudad del abismo en el que se encuentra.
Lo que más nos ofende a quienes vivimos en la capital es la actitud arrogante de Claudia López, los repetidos e injustos regaños, su talante imperativo y dictatorial, su abuso de poder, sus declaraciones arbitrarias y desafiantes. ¿Por qué tenemos que soportar un gobernante así, que no gobierna, valga la redundancia?
Lástima que la revocatoria en contra de Claudia López no prosperó, pero si deberíamos pronunciarnos y sentar precedentes para que la alcaldesa respete a los ciudadanos.
El Concejo también debería llamarla al orden y no permitir que se extralimite en sus funciones.
Señora alcaldesa, es urgente un plan de chatarrización serio y eficaz, también pico y placa los sábados, levantar poli sombras y maquinaria donde no se está trabajando aún, hacerle mantenimiento a la malla vial o reemplazarla, trabajar de la mano con la policía para combatir la inseguridad en lugar de estar peleando con ellos, presentar proyectos viables para la ciudad, basados en estudios no en emociones ni en calenturas, ejecutar bien el presupuesto, que es bastante, gobernar para todos, no para los amigos, dejar la mermelada, el clientelismo, en resumen, todo lo que en campaña atacaba y hoy practica.
Una ciudad como Bogotá no se puede dar el lujo de tener una alcaldesa como Claudia López que la tiene en el caos y sin rumbo alguno. Ella identifica a la izquierda, muy buena para denunciar pero muy mala para gobernar y cuando llegan al poder hacen lo mismo que cuestionaban.
Claudia, aún está a tiempo de enderezar el camino.
P.D. ¿Quién responde por el deterioro del Parque de los Periodistas?
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