El próximo 7 de diciembre en la ceremonia del día que parió la luna, inicia el Festival Antero Agualimpia XI versión, el encuentro que celebra el formato de música más tradicional del Chocó, la Chirimía. Es el Festival de la cultura chocoana por excelencia, alrededor de grupos de música chirimía y danza tradicional, se congrega una feria gastronómica, de viche y otras bebidas tradicionales, además de los saberes de la cultura autóctona chocoana.
El Festival, que es antecesor del Petronio Álvarez, se reactivó el año pasado gracias a reiteradas solicitudes de los gestores culturales del departamento del Chocó. La chirimía es el formato de grupos musicales que acompaña todos los años las tradicionales comparsas de las Fiestas de San Pacho de Quibdó.
¿Quién fue Antero Agualimpia?
El Festival recibe su nombre en honor al célebre clarinetista y compositor de temas clásicos de la música vernácula de la región, Antero Agualimpia. Nació en La Esperanza, Condoto (Chocó), el 4 de mayo de 1914, cuando Antero rondaba los 16 años de edad descubrió que había llegado a Condoto un maestro valluno de apellido Cáceres aficionado a la música y fue a él interesado en aprender más sobre música y desde el primer momento el maestro descubrió que el joven tenía talento, rápido asimiló los rudimentos y secretos del arte musical.
Enterado de este artista naciente, el intendente del Chocó, doctor Adán Arriaga Andrade, lo invitó a que hiciera demostración de sus habilidades en presencia del presidente Alfonso López Pumarejo (1936) quien en esos días visitaba el Chocó. Entusiasmado por la magnífica actuación del condoteño, el doctor Adán le obsequió un clarinete moderno que lo acompañaría por muchos años, con él recorrió ríos y fue de pueblo en pueblo enloqueciendo a las parejas con sus pasillos «Carmelita» o «Angelino» (compuesto en honor a su padre), «Guachupecito» o «Matica de albahaca», «Si te lo pido no me lo das», «Muchacha de Guayabal». Por esta época compuso el pasillo «Correntón», inspirado en una corriente del río Condoto que pasaba al frente de su casa en la finca La Esperanza.
Por voluntad propia se internó durante dos años en la selva de Munguidó, hasta que una tía suya en 1957, enterada de la vida que llevaba su sobrino, lo sacó a punta de ruegos al puerto «Platanero», llegó sin zapatos, con el clarinete partido y con una barba que le cubría el rostro y en 1967 regresa a Bogotá, se vincula activamente al conjunto de René Orozco, y al conjunto de danzas y cantos folclóricos en la Universidad Nacional y junto a ellos obtiene resonantes triunfos a nivel nacional e internacional como el del Primer Festival Latinoamericano de la Canción Universitaria en Santiago de Chile con «Tío Guachupecito», la olimpiada cultural de México en 1968, en el concurso Polímeros Colombianos de Medellín en 1972, el Festival de Estudiantes en Mérida, Venezuela 1967, la Feria Internacional de San Cristóbal, Venezuela. En ese tiempo compuso canciones famosas como «Recoveco» (pasillo), «Las tres de la mañana» (porro), «Chachita cachona», «Alma sanjuanera», etc.
La Chirimía en el Chocó
Desde el siglo XVI la realidad económica en el territorio chocoano ha estado marcada por la explotación indiscriminada de sus riquezas naturales y por el sometimiento y la estigmatización de sus gentes para dicho propósito. Es dentro del contexto de la economía extractiva que tiene lugar la llegada de las bandas (orquestas) antiguas de viento europea a los principales asentamientos comerciales como Quibdó, Condoto, Istmina y Tadó.
Además de la inclusión de estos instrumentos, llegaron géneros musicales y dancísticos, como la contradanza, la jota, la mazurca, el vals, la polka y pasillo entre otros. Otro de los principales factores que intervinieron en la llegada de repertorios e instrumentos europeos al Pacífico Norte, fue el fortalecimiento de las misiones católicas en las cabeceras municipales dirigidas a la población negra. La música en este sentido, fue un instrumento de enorme importancia para la expansión y promoción de la doctrina católica especialmente con la llegada de los misioneros claretianos a Quibdó en 1909.
En medio de los aprendizajes musicales y la llegada de los instrumentos europeos con comerciantes y misioneros en el transcurso del siglo XIX, el formato instrumental de chirimía compuesto por clarinete, bombardino, tambora, platillos y redoblante, se consolida como emblema sonoro en el Chocó. La chirimía es símbolo de asimilación en la medida en que adopta instrumentos y repertorios europeos, pero también es símbolo de reafirmación porque en ella se interpretan géneros musicales “propios” y porque su sonoridad y performance bailes incorporados, implican unos comportamientos, unos gestos y una cosmología relacionados con su condición de afrodescendientes (Arango, 2008).
Señala Rafael Perea Chalá, si bien la chirimía no está presente en todo el territorio, si es un formato musical que hace parte del discurso de la ‘chocoanidad’ La chirimía se ha posicionado como referente musical, porque en la música nos construimos como sujetos y como pueblo; ella apela a nuestros más íntimos sentimientos, pero además nos permite consolidar formas de ser y de estar en el mundo. Así, la chirimía encarna el carácter bipolar que caracteriza la historia y la forma de ser de los chocoanos: la asimilación de elementos ‘occidentales’ y ‘ajenos’ y, por otra parte, la reafirmación de elementos considerados ‘propios’ y afrodescendientes’.
El Formato musical chirimía cumple un rol fundamental en las fiestas de los pueblos del Chocó y éstas a la vez se replican no solamente en la región sino en las principales ciudades de Colombia bajo el liderazgo de las colonias chocoanas. En la medida en que la población chocoana en general se siente fuertemente identificada con las fiestas patronales y especialmente con las nuevas dinámicas de “espectacularización” que han tomado las fiestas de San Pacho en Quibdó y del Chocó, el formato se convierte en un elemento fundamental dentro del discurso identitario
La Secretaría de Cultura del Chocó, organiza e invita a todos los colombianos a visitar Quibdó y conocer la más auténtica cultura chocoana, en el marco del Festival Antero Agualimpia del 7 al 9 de diciembre.
P.D. Felicitar a nuestro Gobernador del Chocó, el doctor Ariel Palacios Calderón, y a su Secretario de Cultura, Hedrix Gutiérrez Ibargüen, pues por ellos, cual ave fénix, ha renacido el Festival Antero Agualimpia con el poder que tiene la cultura en el Chocó, la cual le ha dado a Colombia y al mundo agrupaciones de la talla como Grupo Niche, Guayacán, ChocQuibTown, entre otros.
Periodista
A.C.L.- Acord – CPB
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