Gustavo Petro – Foto EL TIEMPO

Generalmente, cuando va a terminar un año, renace la esperanza en que el próximo será mejor, pero en esta ocasión, con un desgobierno como el de Petro, la desilusión y el pesimismo crecen, y pensar que aún le quedan dos años y casi 8 meses para acabar de desbaratar nuestro país.

Lo del juicio político no puede quedar en solo un propósito, los colombianos debemos presionar democráticamente para que Petro sea enjuiciado, motivos hay suficientes, y también que sea investigado por todas las anomalías en su campaña.

También, desde las diferentes tribunas y roles donde nos movemos todos los colombianos inconformes, sin excepción, debemos hacer respetar las instituciones, la democracia, los valores, los principios, la historia, la familia, el ordenamiento jurídico, la vida, la propiedad privada, nuestros ahorros, nuestras creencias, nuestro arraigo, no podemos permitir que un régimen comunista, que subió al poder luego de un pacto oscuro, vulnere nuestras libertades.

Ya se está cocinando detrás de bambalinas el afán de ese Pacto para perpetuarse en el poder, ya sea en desfigura de Petro o en cuerpo ajeno, pero eso no será posible si nos unimos, eso si de manera pacífica, para que esto no ocurra.

Son conocidas todas las artimañas de Petro y sus secuaces para ir, poco a poco, madurando una autocracia, a punta de mermelada, de prebendas, de puestos, de entregar el Estado a los criminales, de darles impunidad, de gobernar con sus pares, pero la Constitución nos da las herramientas para impedir que los corruptos en este gobierno hagan de las suyas.

No se puede bajar la guardia, en muchas sociedades la gente va cediendo a estos gobiernos, ya sea por impotencia, desconocimiento, miedo, desinterés, entre otros, y los personajes como Petro y su séquito se van atornillando en sus sillas, modificando las leyes, desconociendo el establecimiento, imponiendo, manipulando, chantajeando, usando los recursos públicos para implementar el socialismo del siglo XXI, que no es otra cosa que quienes gobiernan llenan sus arcas, quiebran el país y el pueblo cada vez peor.

Es hora de no creer más en los discursos populistas, en la demagogia, en los lugares comunes, en narrativas caducas que engañan al pueblo.

El tiempo en que los colombianos tragábamos entero ya pasó, tenemos todas las herramientas para corroborar cada palabra de Petro y vigilar sus tropezados pasos, los de él o los de sus cómplices.

Debemos usar todas y cada una de las opciones que ofrece la democracia para impedir que nuestra nación se vaya al traste con la errática conducción de un presidente que tiene como prioridad su ego, que gobierna con odios, con resentimientos, con venganza, con ingratitud, hacia un pueblo que le perdonó sus crímenes y al que él le paga paralizando su desarrollo y llevándolo a esa épocas en las que los criminales se tomaban pueblos, se apoderaban de las carreteras, destruían la infraestructura, hacían pescas milagrosas y cometían todo tipo de atrocidades.

Afortunadamente Petro tiene los más altos índices de impopularidad y su imagen se ha ido a pique por fuego amigo. Ha sido su mismo círculo el que ha puesto en evidencia qué hay al interior de ese Pacto Soterrado y cómo sus ambiciones personales, sus rencillas, su avaricia, han salido a flote. No ha tenido que ser la oposición la que le haga saber al país que el famoso ‘Cambio’ solo fue instalar en el poder a personajes resentidos, incapaces, muchos de dudosa procedencia, que en principio querían aprovechar su cuarto de hora pero que, gracias a un pueblo conformista, quieren exprimir el tesoro nacional lo más que se pueda y dejar, si un día la dejan, la olla raspada.

Podríamos hablar de la vicepresidenta Francia, pero es tan paupérrima su gestión que no queremos perder tiempo y espacio en ella, solo queremos recordarle que ella no es la jefe de las Fuerzas Militares y que por eso debe respetarlas y jamás exigirles cuentas, que mejor lo haga con los delincuentes a los que su gobierno apoya.

Así que ha salvar nuestro país en 2024, a unirnos, a demostrarle pacíficamente a Petro que lo queremos, pero lo queremos ¡Fuera!, que no le creemos y que defenderemos la democracia sin desfallecer un solo segundo.

P.D. Los empresarios están en la obligación de hacerse respetar, al igual que la Iglesia, las Fuerzas Militares, la Procuraduría, Fiscalía, Personería, el Congreso, todos los gremios en general, no pueden agachar la cabeza a un desgobierno impopular, recalcitrante y amigo de los criminales.


Giovanni Agudelo Mancera

Periodista

A.C.L.- Acord – CPB

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