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Hace unos días en la mañana puse a cargar mi teléfono celular. Aquí los teléfonos se descargan muy rápido, pues se usan para escuchar música, navegar en internet, enviar correos, tomar fotos, usar GPS, ahh y claro, llamar. Bueno, en esas estaba, y apenas conectaba el cargador cuando entró una llamada.
Miro el número y dice «Número privado». Contesto. ¿Yes?. 
-Can I speak with Quintero Berrio Luis Eduardo, please?-. Escucho. La voz no tenía un acento muy australiano y era fácil de entender. Tenía la leve ilusión de que fuera de una tienda de artículos electrónicos en la cual había dejado mi hoja de vida No. 146 el día anterior.
Pues no. El señor que me llamaba era de la oficina de inmigración. Resumo la primera parte de la conversación:
¿Luchito?, tonces mijo. ¿Cómo va la vida en Australia? ¿Todo al peluche?. Qué bien. ¿Ya se tomó la foto obligada con el Koala en el zoológico?, o si no, la foto en el Opera House?. ¿Cuándo es que va a comenzar su blog en inglés?. ¿Y las australianas? ¿Lindas, no? Bueno, mucha labia con ellas y buen inglés mijo.
Hasta este momento todo era felicidad en la conversación. Luego me preguntó sobre mi estatus actual y qué planes tenía. Le dije que andaba de vacaciones y esperando para comenzar a estudiar en julio. El hombre me dijo que había un problema (El primero de lo que se me venía encima). Me dijo que los estudiantes no pueden dejar pasar más de dos meses entre curso y curso, y yo tendría cuatro meses libres. -Necesita ponerse a estudiar algo-, me sugirió. Una opción era tomar un curso de inglés de un mes y luego entrar a hacer el Diploma en Multimedia. El hombre me dijo que necesitaba solucionar eso. Que luego me enviaba los demás «requisitos» al correo electrónico. Que le llevara los documentos cuando los tuviera listos y eso era todo. Yo dije – Ahhh no, pero si es breve la vuelta.-
Al instante de colgar revisé mi correo electrónico, y copio a continuación una parte del mismo:
… «In order to make a decision on the application, you must provide the
following documents:
• Evidence that you client have sufficient funds to support yourself
and all family members during your stay in Australia.
Funds must be held in an account for more than 3 months.
Please note that statements or letters need to be dated no more than 4
weeks before you lodged this application.
You are required to show that you have $30,000.00 AUD»…
Upaaaaaaaaaaa ¿pero qué? Who order chicken? Ese correo me dejó frío, cansado, ojeroso y sin ilusiones. Lo curioso es que NUNCA pensé que me fueran a pedir tanto. Como diría una de mis amigas asiáticas: La cosa estaba peluda.
Lo que resume el correo es que para que inmigración me dé una visa por dos años debo tener disponibles 30.000 dólares australianos en una cuenta. Y deben haber estado ahí por lo menos por tres meses. El único que conozco o que conocía que tenía dinero guardado y no a tres sino a seis meses era David Murcia Guzmán, pero al hombre lo pelaron. Entonces, ¿de dónde iba a sacar esos fondos?. 
Siendo honesto, me vi en Bogotá. Pero no; decidí pensar a ver cómo lograba reunir el dinero. Conté mis monedas que tengo en un tarrito de galletas de Juan Váldez: 154.45 dólares. Sumado a mi trabajo de repartidor de periódicos, más otros ingresos; más lo que hay en el colchón; y otros billetes que encontré en un pantalón y en una chaqueta. Pues sumado todo no llegaba ni a 3.000 dólares. Pucha!!! Nuevamente me vi en Bogotá. 
Intenté otra cosa. Llamé a una amiga quien me asesoró con inmigración. Le conté el caso y me dice – cosa que no me había dicho antes – Ayy Luchito es que tú quedaste en nivel tres. ¿¿??. Es decir???? Bueno, voy entendiendo que hay diferentes niveles, y según éstos, a uno le piden más o menos plata y documentos. Hago una analogía: Para el nivel uno piden tres tapas contramarcadas de Coca Cola con el sello «Visa a Australia»; y para nivel seis, que creo es el último, usted debe tener avión privado para llegar a Sydney. 
Mi amiga de la agencia me decía que era imposible cambiar los requisitos exigidos. Que la única opción es retirar la aplicación y hacer otra para quedar en nivel dos, donde piden menos cosas. Pues hacer eso me cuesta otros 500 AUD de una nueva solicitud. ¿Qué más has pensado?, me preguntaba. Le dije, bueno ir y negociar. Aquí esa opción existe; es decir, por lo menos aquí en inmigración lo escuchan, y le dan el chance de 28 días para reunir los documentos y los fondos que piden. Entonces gasté las siguientes tres horas y cuarenta y dos minutos en buscar opciones. Llamé a Bogotá a los socios, hablé con mi jefe – sí, el de los periódicos- y con un par de amigos aquí. 
Luego de meditar el asunto conmigo mismo, con la almohada, el pato de peluche y un vaso de Cola, me dije: Voy a hacer hasta donde esté a mi alcance. Iré a decirle al agente de inmigración lo siguiente:
Estimado señor, En realidad quiero quedarme. Aunque ya me defiendo mejor con inglés, necesito profundizarlo mejor y, además, el curso que haré tiene mucho que ver con mi área profesional. Si usted me pide 30.000 AUD para eso, pues debo decirle que no los tengo. Tengo en una cuenta ahorrados 10.000 AUD, más un amigo que es mi soporte en Colombia con un par de tarjetas de crédito y, además, tengo un trabajo aquí en Sydney, el cual es fijo, y me permite reunir 1200 dólares al mes. Quiero y deseo quedarme legalmente, trabajar y pagar los impuestos necesarios y en un futuro aportar mi conocimiento para que este país crezca. Luego me retiro en silencio. Así, cual película de drama cuando hay un silencio eterno. ¿Muy arriesgado? 
En realidad no tengo más opciones, y creo que el agente debe de otorgarme la visa, pues todo lo que le diré estará soportado en documentos y constancias. Y si ser sincero me costará que me sea negada la visa, pues me iré. No sin antes agradecer a este país todo lo que me enseñó, que en tan poco tiempo, fue bastante – Espero que esto último no pase –
Me dieron 28 días para reunir todo; han pasado tres…
Y usted ¿qué haría?

A la conquista!!!

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