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Esto está muy duro, muy complicado, mejor dicho ya estoy que me devuelvo para mi tierra del alma… 
uyyyyyyyyyy, qué? Se la creyeron pues? Ja!.
No. En realidad, fui asaltado en mi humilde persona por un atracador disfrazado de viento helado que con dos ráfagas de aire casi congelado penetró mis pulmones y me mandó a la cama. -Léase: «me dio una gripa que me volvió m….».
Aquí nada que logramos entender el clima, pues aunque los pronósticos del Max Henríquez australiano son acertados muchas veces, se puede pasar del calor más absurdo al viento helado más intenso. Así fue que esta gripilla internacional me tomó por sorpresa; pintaba un día soleado, calorcito rico etc., pero de repente pasamos del sol a una lluvia cansona, con ventarrones helados y pues uno que andaba humildemente en camisetica playera…
Con el ánimo de ahorrar algunos dólares en transporte decidimos comprar unas bicicletas; además para mantenernos en forma pues llega el verano en diciembre y no aguanta mucho ir a asolear la panza de cervecero al lado de los surfistas australianos.
La escuela queda cerca a donde vivimos y como apenas reconocemos una pequeña parte de Sydney, las compramos. Estuvimos buscando por varios sitios, desde aquellos especializados, donde una buena bicicletica puede costar 4000 AUD – con eso me compro tres motos AKT y me cambia la vida, incluso me sobra para el chaleco y el casco -, hasta compraventas donde se ven unas viejeras de bicicletas hasta en 20 AUD.
Encontramos una buena oferta en un almacén llamado K-mart; allí costaban 300 AUD normalmente, pero en promoción las dejaban en 200 cada una. Listo, compramos casco pues aquí es obligatorio usarlo, aunque muchos le maman gallo a la medida; cadena para el seguro porque una ventaja es que aquí se puede dejar la bicicleta parqueada en cualquier parte; la policía no molesta para nada con eso. Se pueden dejar bicicletas en postes, señales de tránsito, entre otras. Solo le pone la cadena y listo. He oído de algunos casos donde se las roban, pero afortunadamente no nos han inaugurado aún.
Lo curioso es que cuando quisimos tomar las bicicletas, nos dijeron que las que queríamos sólo estaban para exhibición; que si queríamos podíamos comprarlas desarmadas en sus respectivas cajas. Solicitamos que por favor nos las armaran, pues queríamos irnos de una vez «montados» y nos informaron que con mucho gusto nos podían armar las bicicletas por la módica suma de 16 AUD por cada una; pero lo peor de todo es que no las entregaban en ocho días!!!! ¿Cómo? ¿Ocho días para armar una bicicleta? Sí señores.
La urgencia ameritaba tener esas bicicletas armadas y funcionando. No quedó otra que sumar un juego de herramientas a la compra. Una vez con las cajas – por cierto algo grandes – caminamos por el centro comercial donde estaba ubicado el almacén, hacia el frente de una de las salidas, desempacamos las bicicletas, dimos una leidita rápida al manual de ensamble y a armar se dijo. Parecíamos un puestico de la ciclovía donde los domingos se arreglan bicicletas.
Algunas personas nos miraban con asombro pues para muchos aquí es extraño -incluso creo que nos consideraron héroes nacionales- armar una bicicleta por nuestros propios medios. Tardamos unos 20 minutos armando la primera, le dimos la respectiva vuelta de prueba, revisada de frenos, pito y listo; ensamblada.
Cuando sacamos la segunda para armarla, nos percatamos de que era diferente de la primera y que era MUCHO MEJOR!, pues la armamos igual y luego fuimos a cambiar la otra. En el almacén nos la recibieron sin problema, a lo mejor por entregarla armada. Nos dieron la que queríamos y a armar nuevamente otra bicicleta. Una hora más tarde teníamos nuestros automóviles de motor humano rodando por la calles de Sydney.
Al comienzo muy despacito mirando para todo lado, y tratando de adivinar cuál es el camino por tomar, pues aquí todo es regulado y muchas veces hay caminos demarcados, aunque finalmente descubrimos que con bicicleta se puede ir casi por todas partes, incluso sobre andenes en medio de una multitud de transeúntes o por las carreteras, pues los conductores respetan mucho a los ciclistas; claro, se cuidan; vaya mándele el carro a un ciclista y verá la demanda que se gana.
Los primeros días, el estado físico para montar bicicleta es nulo, tiene más fuerza un zancudo con diarrea; sumado a que lo que conocemos de Sydney son calles de sube y baja; pero un par de días después el ritmo mejora y la resistencia crece.
Con bicicleta nueva llegamos a la casita. Se me olvidaba contarles que ya tenemos techito luego de varios infortunios en la búsqueda de la misma. Para evitar conocer a otra «AMANDA» buscamos por internet y llegamos a una agencia que renta cuartos en residencias; allí fuimos y una escocesa de nombre Jennifer y de hermosura perfecta nos llevó a ver la habitación. Es un cuarto pequeño, pero muy cómodo y amoblado. Tiene dos camas, televisor, VHS, DVD, un sofá grande, lavaplatos, mueble para la ropa, armario y una nevera. La casa tiene una cocina grande, baños, una sala de televisión, comedor, patio, zona de lavado. Todo por la módica suma de 175 AUD la semana, aunque para rentarla tuvimos que dejar un depósito de 1000 AUD.
El día de la firma del contrato pasé la tarjeta de crédito cruzando los dedos para que pasará y ¡upss! me rechazó la transacción – aclaro que tenía fondos -. Intenté un par de veces y nada. ¿Y ahora qué hacemos? Debíamos 1000 AUD de depósito, teníamos maletas listas, estábamos en la agencia y la tarjeta no pasaba!!! Dios!!! Pues ni modo, a dormir debajo del famoso puente Harbour Bridge. Como último recurso la señora que nos atendió nos dijo que podíamos dejar los pasaportes como garantía -llámese la prenda de donde mi amigo Peña- y pagar sólo 500 AUD de depósito; aceptamos.
En estos países es ilegal que a las personas les retengan el pasaporte, pero en este caso fue una ayuda voluntaria. Sacamos lo que teníamos a la mano y nos sumaba como 497 AUD; no había forma de pedir rebaja y aquí hemos comprobado que uno pide rebaja y muchos se empu!!!. Faltaban 3 dolaretes. Juanito recordó que tenía algo en la cuenta y afortunadamente pudimos cubrir la cuota. Uffff!!
El costo de la habitación incluye servicios, e internet inalámbrico. Como valor agregado tienen una videoteca, lo malo es que la película más reciente es la primera versión de Terminator. La casa anteriormente era un hotel y lo acomodaron para rentar habitaciones a viajeros temporales y demás; somos los únicos hispanohablantes pues en su mayoría son británicos. Esta es una buena oportunidad para improvisar y mejorar el inglés. You know!!!!!
Para llegar a la casa tocó tomar taxi. No había otra opción pues íbamos bastante cargados. Paramos uno y el conductor muy campante nos ve con tremendas maletas y se queda tranquilito en su asiento, fumando un cigarrillo esperando a que subamos. ¡Cuidado ayuda mijo! Como pudimos trepamos esas maletas y nos embarcamos. Llegamos en 15 minutos y pagamos 20 dolaretes por la carrera. Y de malas con la propina pues ni ayudó a bajar las maletas.
Logramos instalarnos y descansar. Al rato nos tocan a la puerta; son dos irlandeses que nos invitan a jugar futbol. Vamos a un gran parque que tenemos frente a la casa. Aunque sólo éramos unos siete gatos jugamos algo parecido al famoso «metegol tapa», pero no sé qué versión era si la asiática o la europea porque nunca la entendí, aquí el que metía el gol no ganaba, perdía; y había que meter varios goles para poder tapar, en fin, bastante extraño.
Luego del encuentro, tomamos una ducha, conocimos el resto de la casa y a descansar. Revisamos en internet a cuánto nos quedaba la escuela, escogimos la ruta para tomar al otro día y a dormir.
En la mañana de ese lunes estaba listo. Bañadito, algo de perfume, mi maletica, mi tarrito con agua; casco bien sujetado; revisada de frenos; y ahora sí: A ESTUDIAR…
A la conquista!!!

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