Me: I’m going to the museam, do you know where is it?
Police-officer: ¿Did you say what?
Also me: Mu-se-um
Police officer: Ahhhhh- ok museum, go right there
Estuve en New York visitando a una amiga cercana que no veía hace años y esto me generó muchas reflexiones, entre ellas, la pregunta por nuestro esfuerzo desmedido por hacer sentir bien a los gringos, incluso hablando en inglés cuando están en Colombia. Cuando sales y ves cómo ni los gringos ni los europeos se esfuerzan en entender a los extranjeros (y hasta nos discriminan por hablar otro idioma o fingen no entendernos) terminas preguntándote: ¿Por qué tanto esfuerzo por «hacerlos sentir cómodos» hablando inglés en Latinoamérica? Sería oportuno que los extranjeros que deseen trabajar en Latinoamérica aprendan español. Así como a nosotros nos exigen hablar inglés, ¿o es que alguien se esfuerza en hablar en español para «hacernos sentir cómodos y especiales» afuera?
Como todas las reflexiones, esto inicia con una historia. Hace unos meses, en un equipo de trabajo de más de 10 personas, se nos exigió que por la grata y fabulosa presencia de un profesor gringo (que no niego es bastante chévere) todos debemos hablar inglés. Todos debemos hablar en inglés para que él se sienta cómodo. Más de la mitad habla un inglés avanzado y los que sobramos estamos entre intermedio y bajo.
En cada reunión me pregunté, cuánto esfuerzo por entender y pronunciar algunas pocas palabras hacen aquellos que están en nivel bajo (quienes sus rostros revelan incomodidad cada vez que hablan, igual que a mí cuando intento intervenir) ¿Acaso no importa si se sienten cómodos ellos o no? ¿si pueden participar de la reunión o no? Cuando le dije esto a una amiga mía me dijo que nosotros SÍ podemos hacer el esfuerzo, pero el gringo no y le pregunté ¿por qué no? Ella solo me cambió el tema. Pero piénsenlo. Este profesor proviene de una universidad bastante famosa en Estados Unidos y no por nada. Es decir, él tiene el recorrido académico que al menos la mitad de nosotros no. Pero no, él no puede hacer el esfuerzo porque qué duro aprender español, qué pérdida de tiempo. Es decir, para qué aprender español si igual todos podemos hablar inglés macheteado, ¿no?
Es gracioso porque en varias reuniones muchos perdemos el hilo de la conversación por esto. La respuesta después de meses no es ¡ojalá el gringo aprenda español! La respuesta es: “habla como puedas” todos valoran que “al menos intentes hablar en inglés”; es decir, acercarnos a la piedra filosofal de los idiomas es valorado, por qué quien negaría que en pleno siglo XXI esto más que un deseo, es una necesidad. If you don’t speak in english you are anybody, right? And you know it sounds much better than speak in Spanish all the time, right?
Hace poco, y como un buen gesto, un amigo en otro equipo de trabajo nos dijo que ante el sorpresivo y grato interés de un estudiante estadounidense en un proyecto del que hacemos parte, todos deberíamos hablar en inglés. Y así, somos diez personas de nuevo buscando que UNA sola persona se sienta cómoda. Me pregunto, ¿cuántos grupos de trabajo realmente buscarán la forma de que cualquier Latinoamericano se sienta cómodo hablando en español? ¿o al menos encaje? Seguro los hay y quiero conocerlos.
La respuesta para muchos, de nuevo, es: por qué nosotros podemos hacer el esfuerzo y ellos no. Esta respuesta me genera ruido. Especialmente porque no solo aprendemos a hablar inglés, el mercado lo exige. Copiamos el estilo de vida de los gringos, los nombres de sus calles, varios de nosotros añoramos estudiar allá. Ni siquiera podemos hablar inglés con nuestro acento porque hay que imitar el acento americano. La semana pasada, una profesora en New york justamente en un curso de inglés le dijo a mi compañera: “It’s great Damaris but you should to pronouance the ‘s’ as a native speaker, you know, try it again, without your spanish accent”.
La empatía, según Rivero (2019), es la percepción que tenemos respecto a lo que siente, piensa o hace una persona. No sé si hablar en inglés incluso sin preguntarle a un extranjero si desea aprender español es empatía o sumisión cultural. En el sentido en que la empatía es “ven, veamos y entendamos cómo te sientes y podrías sentir, puede que estemos de acuerdo o no pero al menos veamos si puedo entenderlo” y la sumisión es “asumo que debo hacerte sentir cómo siempre, no importa lo que pienses o piense”. Y en ese sentido, la empatía que es tan importante para entender a los demás deja de ser un proceso recíproco de relacionamiento, se convierte en un “debo incomodarte lo que menos pueda” porque es un honor tenerte aquí.
Pensemos en el extranjero que se muda a Colombia y que proviene de un país “desarrollado”, ¿cuál es su pronóstico? De seguro a los pocos meses tiene trabajo, pareja y amigos que estarán deseosos de conocer su cultura, pero ¿qué pasa con los Latinoamericanos en Estados Unidos o en Europa? ¿O con otro tipo de extranjeros que llegan a Colombia y que incluso hablan nuestro idioma? ¿realmente es Estados Unidos el que domina al mundo o nosotros nos convertimos en víctimas y verdugos culturales? ¿Nos convencimos de que incluso nuestro idioma y nuestras costumbres no son nada equiparadas con las suyas? De que nuestro idioma es un esfuerzo que nadie debería hacer porque pa’ qué ¿no?
De hecho, el filósofo chino Byung-Chul Han (2014), en la Sociedad del Cansancio, habla de cómo la frustración emocional que a veces nos rodea surge justamente de nuestra capacidad para explotarnos laboralmente y socialmente. De cómo ya no necesitamos un sistema que lo haga porque nosotros lo hacemos usando el discurso del mérito y así no paramos de trabajar. Somos los verdugos y las víctimas. Justamente a esto me refiero en términos culturales. No necesitamos que nadie nos venga a decir que Estados Unidos es mejor culturalmente, entendiendo que el idioma es parte intrínseca de la cultura, nosotros lo creemos, gastamos años aprendiendo inglés, respondiendo a las necesidades del mercado, buscando no tener acento y obligándonos a hablar “correctamente”.
Creo que no hay una respuesta total a este dilema, pero, sin duda la respuesta no puede ser simplemente adaptar nuestro idioma a la llegada de los gringos sin pedirles (para que no se sientan incómodos) que aprendan español. De hecho, tengo muchos amigos extranjeros que aprenden español y disfrutan realmente una inmersión en nuestra cultura y valoran sentirse parte de ella.
Entonces no entiendo ¿por qué cuando se trata de nuestro país, idioma y costumbres lo consideramos como un esfuerzo que nadie debería hacer? ¿por qué somos benevolentes o más bien condescendientes con los extranjeros? Quizás, construir una sociedad más diversa e incluyente pase por compartir responsabilidades culturales y entablar un diálogo más que promover un estado de calma o confort en francés. Creo que nadie viaja o trabaja en otro país para no aprender nada nuevo, de hecho, es lo opuesto.
Mientras acabo de escribir esto llega un grupo de música ecuatoriana al tren de New york, cerca de Queens Plaza. Me siento conectada, su alegría se parece a la mía. Tocan una canción que seguro mi abuela disfrutaría si estuviera ahí. Son tres hombres, un cantante y dos músicos. El que toca acordeón sonríe a los pasajeros. Una mujer gringa, gringuisima le mira con miedo y sorpresa. De arriba para abajo (si ustedes han salido saben que es esto). Me río y ella se cambia de sillón.
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