Las redes sociales han cambiado radicalmente la forma en que los ciudadanos de a pie nos relacionamos con los medios de comunicación. Por poner solo un ejemplo: antes, para hacerle saber a un periódico que había cometido un error había que escribir una carta al director que, tras llegar al buzón correspondiente, corría grave riesgo de acabar en una papelera. Ahora es todo más sencillo: basta con redactar un tuit y etiquetar al destinatario para saber que tarde o temprano leerá tu comentario. Otra cosa muy distinta es que te haga caso, y eso (que no me hagan caso) es lo que me ha ocurrido a mí con los responsables del fantástico programa radiofónico A vivir que son dos días, de la cadena SER, a los que días atrás –y con afán constructivo, como hacemos siempre en Lavadora de textos– les indiqué que en el título de ese magacín falta una coma. ¿Saben ustedes por qué? Ahora lo veremos.
Dado que los responsables de A vivir que son dos días no han acusado recibo de la ayuda que humildemente le estábamos prestando a la SER para el cumplimiento de una de sus obligaciones como emisora de radio –el correcto uso de la lengua–, ha llegado el momento de explicar por qué en ese título falta una coma. Vamos allá.
Ya hemos dicho en más de una ocasión en este blog que las comas son bohemias, algo en lo que coincide la Real Academia Española, que, en su Ortografía de la lengua española de 2010 (Espasa), dice esto sobre tan rebelde signo de puntuación: «Dada la diversidad de contextos en los que aparece y la variedad de usos que presenta, no es extraño […] que sea el signo de puntuación que más dudas plantea». Efectivamente, la coma da muchos quebraderos de cabeza: las hay opcionales, las hay obligatorias… Y en algunos casos su presencia llega a cambiar radicalmente el significado de una oración. Eso es lo que ocurre en este ejemplo:
Tiraron a la basura la fruta que estaba podrida.
Tiraron a la basura la fruta, que estaba podrida.
¿Cuál es la diferencia entre una y otra frase? Pues que en la primera tenemos una oración subordinada de relativo especificativa (‘que estaba podrida’); por lo tanto, quien escribe eso nos está diciendo que alguien tiró a la basura solamente la fruta que estaba podrida. La segunda, por el contrario, contiene una oración subordinada de relativo explicativa (que es también ‘que estaba podrida’). En este caso lo que hacemos es decir que se ha tirado a la basura la fruta y después de una pausa explicamos que la fruta –toda la fruta– estaba podrida. Y hacemos una pausa porque las subordinadas de relativo explicativas «son modificadores agregados a modo de inciso», según la Ortografía académica. Y, como todo inciso, se separan con comas, de la misma manera que lo hacemos en estas oraciones: ‘Ya llegó a la fiesta Juan, el hermano de María’, ‘Pedro, gordísimo, no cabía por la puerta’.
Pues bien, en la oración ‘A vivir, que son dos días’ –así, con coma, es como debe escribirse– nos encontramos ante un caso similar, aunque no idéntico, al de las subordinadas de relativo explicativas. Aquí la construcción ‘que son dos días’ pertenece al grupo de las llamadas subordinadas causales explicativas, y el bohemio signo de puntuación es obligatorio porque esas oraciones son estructuras «externas al predicado principal y, por tanto, se separan de él mediante comas, vayan antepuestas o pospuestas», siempre según la Ortografía. Este es uno de los ejemplos que pone la RAE: ‘Cierra, que hace frío’. Otros ejemplos de causal explicativa son estos: ‘Comoquiera que todos estamos de acuerdo, se levanta la sesión’, ‘Tuvimos que llamar al proveedor, pues se agotaron las existencias’, ‘No pienso ir, ya que no me han invitado’.
Como nuestros lectores habituales ya saben, no pretendemos en este blog sentar cátedra, tirar de las orejas ni hacer burla de los errores ajenos. Simplemente, nos guía una obsesión –tan enfermiza como placentera– por el buen uso de nuestra lengua. Esa nueva forma de relacionarnos a través de las redes, de la que les hablaba al principio, nos ha permitido avisar de los más variopintos errores a colectivos como el periódico El Mundo y la propia RAE, por citar solo dos. Ellos –a veces– han escuchado nuestras advertencias y han corregido los fallos que las motivaban. (También nosotros hemos enmendado nuestros propios errores cuando hemos sido advertidos). Ahora le toca el turno a la cadena SER, aunque algo me dice que no nos harán caso. No me importa: yo seguiré escuchando cada fin de semana el programa A vivir, que son dos días. Con coma, por supuesto.
Ramón Alemán
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