Últimamente, las noticias que giran entorno a las temáticas de maltrato animal en Colombia se han centrado en la cosificación de los caballos para fines recreacionales. No sé si solo sea impresión mía, pero siento que se está volviendo el símbolo diario y práctico para hablar sobre esta problemática.
Hace unos pocos días los medios “estallaron” cuando se divulgó el impactante video donde un caballo del Restaurante Mi Margarita perdió el control y se cayó en plena hora de almuerzo sobre las mesas donde estaban sentadas las personas, desatando así, el pánico de quienes se encontraban disfrutando del “show”.
Este será nuestro caso número 1.
Ahora, el segundo escenario es la reiterada discusión del uso de caballos en ciudades principales como Cartagena, como parte de los recorridos en coches que disfrutan los turistas desde hace muchísimos años. Personalmente nunca me he subido, pero seguro todos tenemos el típico familiar o amigo que seguro lo ha hecho un sinfín de veces.
¿Y qué tienen en común ambos casos? Muy fácil. El uso de animales considerados como “atractivos” para el público. Y es que es ahí donde se vuelven polémicas este tipo de situaciones porque es evidente que, si el fin último es la entretención, nos estamos quedando cortos de ideas en pleno siglo XXI donde aclamamos y nos regocijamos que vivimos en la época de la inteligencia artificial, tecnológica, y revolucionaria.
Para unas cosas sí, y para otras, nos hacemos los locos definitivamente.
Lastimosamente el caso 2 no es solo un problema que existe en Colombia. De hecho, desde mediados del 2014 en Nueva York ha habido múltiples discusiones a través de proyectos de Ley que han buscado retirar las carrozas de Central Park las cuales han estado jaladas por caballos desde mediados de 1858, aproximadamente (Ecología Hoy, 2021). Incluso, en una noticia del 2014 se aseguraba que en las próximas semanas se aprobaría una Ley que prohibiría el uso de los carruajes con caballos y serían reemplazados por unos coches clásicos con capacidad para transportar 8 personas, que alcanzarían los 48km/h, y aguantarían un peso de 3450 kg (Motorpasión, 2014).
Sin embargo, pareciera que esta idea se quedó en “veremos” porque hasta el 2021, Central Park continúa utilizando sus hermosos animales para este fin. Aunque hay que aceptarlo, mejor tenidos sí se ven que los caballos de Cartagena… por lo menos.
A principios del año 2020 salió una noticia en la que un ingeniero industrial (Livio Muzzolini) y una abogada (María Laura Dietsch) decidieron crear un modelo de diseño en República Dominicana en la que se pudiera transformar el tradicional coche para que funcionara con pedales, frenos, y un pequeño tablero con parecido al de un carro pero mucho más sencillo, sin dañar su estructura clásica. La idea era que en la Ciudad Colonial se mantuvieran los recorridos para los turistas, pero haciendo uso de la tecnología que estas dos personas habían desarrollado por primera vez en el país. Por su puesto, esto permitiría mantener los puestos de trabajo de quienes manejan los coches, pero facilitándoles los cursos para que pudieran aprender de esta nueva tecnología (Diario Libre, 2020).
En fin, ideas hay muchas y más cuando se trata de activar el ingenio tecnológico para reemplazar a los animales y para darle la oportunidad a personas que requieren sobrevivir mediante trabajos dignos como estos.
Ahora, frente al primer caso que planteo, pareciera tan absurdo tener este tipo de entretenimientos tan cerca de los comensales, que no sé ni por donde comenzar. Está bien que las personas quieran disfrutar de los shows equinos, pero para eso hay lugares y espacios adecuados para que los caballos se puedan mover con tranquilidad, y en caso de que se asusten, lo cual no es raro en un animal como estos, no vaya a haber un accidente. Lo que pasó en el restaurante más allá de que los dueños digan que hacen este tipo de espectáculos desde que Cristóbal Colón llegó a América, simplemente no es un acto responsable pues no prevé un comportamiento natural en un animal, que hubiera podido matar a un niño simplemente porque resultara pateado por el caballo sin intención. Como por ponerles uno de muchos escenarios que hubieran podido suceder día.
Al pan pan y al vino vino. No podemos racionalizar a los animales esperando que actúen como nosotros y después salir a decir que qué cosa tan rara lo que pasó, que qué increíble que un caballo pueda reaccionar así de la nada. Y esto sí lo digo con conocimiento de causa, son uno de los animales más nerviosos que hay en el mundo. ¿Por qué? Porque sí, porque Dios y el Universo los creó así. Disfrutemos del encanto natural que tienen estos animales, pero en espacios diseñados para ello y sin poner en riesgo su tranquilidad, y la de quienes desean asistir a estos eventos.
Metámosle más «cabeza » a este tipo de situaciones y aprovechemos nuestro potencial e intelecto innovador que nos ha llevado tan lejos en los últimos años, para promover la naturalización de los animales y no su cosificación, a ver si algún día logramos digerir esta idea tan “extraña” que habla de poder de convivir, coexistir, y no competir con la Madre Naturaleza.
Un respetuoso llamado de atención.