Decidí verme el documental Seaspiracy (2021) con el anticipado pronóstico de cuestionarme la idea de reducir mi consumo de pescado considerablemente.

Difícil, muy difícil conciliar todas nuestras acciones después de ver este documental que parece sacado de un planeta distinto o por lo menos lejano a nuestra realidad cotidiana.

Estamos en una constante guerra contra nuestros oceános, y si logramos “ganarla”, los únicos que terminaremos perdiendo somos nosotros.

La película, si es que se le puede llamar así, nos saca de la comodidad de nuestras casas y nos teletransporta directo a lo que está sucediendo en este mismo instante en los océanos de todo el Planeta: su muerte lenta y dolorosa.

En este mismo instante.

El mar está mas muerto que nunca. La primera parte del documental muestra las alarmantes cifras de reducción en la población de especies como el tiburón martillo (99%), tortugas (250.000 por año), delfines, ballenas, corales, y la lista continúa indefinidamente.

La primera reflexión es importantísima: las personas no deberían temerle a que existan tiburones en el mar, sino a que no haya ninguno. Al año mueren entre 11.000 y 30.000 tiburones que son cazados por sus aletas las cuales tienen supuestos beneficios para la salud, y que terminan costando cientos de dólares servidas en un plato de sopa. Comparativamente, los tiburones matan al año 10 personas y la gran mayoría de casos son por imprudencias humanas.

Los tiburones han existido por miles de años y son fundamentales para mantener el equilibrio natural de la cadena alimenticia de los océanos. Literalmente, si estos animales dejan de existir, asimismo sucede con la vida del resto de especies contando a la raza humana.

Las ballenas, por ejemplo, al alimentarse del plancton ayudan a que se mantenga regulado el % de CO2 en la tierra. ¿Cuántos de ustedes sabían eso? Uno solamente piensa en lo triste que es ver en los titulares la muerte de miles de ellas, pero no en las repercusiones que esto tiene para nuestra vida.

Ahora bien, ¿qué tan ciertas son las etiquetas como “dolphin safe” (entre muchas otras), que le aseguran al consumidor que no se han sacrificado otros animales para producir esa lata de atún o el pescado que sea? Pues nada ciertas.

El documental hace visible cómo las entidades y organizaciones encargadas de proteger a los océanos, no quieren siquiera recibir una entrevista para hablar del tema. Otros confiesan que no se puede asegurar absolutamente nada, porque en la pesca de arrastre es casi imposible no “llevarse” a un tiburón bebé, a una tortuga, o a cualquier otra especie que no estuviera prevista pescar.

En definitiva, no hay un consumo seguro.

Ah pero un momento, la peor parte no la he mencionado: esas organizaciones que supuestamente protegen los océanos, no pueden mencionar las palabras “pesca irresponsable”, porque están financiadas directamente por compañías pesqueras gigantescas…

Todo es un negocio. Todo es un vil negocio.

A todo lo anterior, hay que sumarle el hecho de que nos han vendido la idea que las granjas o cultivos de peces son más sostenibles (y ojo que esta palabra ya perdió toda credibilidad), cuando esto es, en un gran porcentaje, mentira. Este tipo de pesca controlada para la reproducción acelerada genera grandes contaminantes y desperdicios dentro del océano, condiciones poco higiénicas para los peces, y un uso incluso mayor de animales para poder alimentar a los que están siendo criados.

Mejor dicho, ese salmón criado artesanalmente en piscinas lindas con sol y mucho amor, existirá en Disney y en contados lugares del mundo…

Pero antes de pasar a la reflexión que quiero dejarles, es importante saber que no solamente el peligro en todo esto está para el océano mismo y sus miles de especies, sino para muchas personas cuyos derechos están siendo violentados al ser esclavizadas en barcos por meses sin poder ver a sus familias y recibiendo tratos inhumanos como ocurre en Tailandia.

Son muchos los datos que van a recibir de este documental y necesitaría de varias páginas más para podérselos contar y es por esto que los invito a que lo vean y saquen sus propias conclusiones.

Pero antes, ojo a esto. No hay una definición de sostenibilidad que armonice con la idea de la actividad de pesca. Como se hace hoy en día y bajo la demanda que existe, no se puede hablar de pesca responsable y sostenible.

Tendríamos que dejar de consumir pescado en su totalidad y optar por las versiones vegetarianas u otras proteínas diferentes. Claro está, el sufrimiento del pollo es el mismo del pez, el delfín y la ballena. Pero ese es otro tema en el que no me voy a meter en estos momentos.

Los océanos se pueden recuperar y regenerar en poco tiempo si les permitimos tener ese espacio, ese respiro del consumismo acelerado y agresivo.

Necesitamos de los océanos para sobrevivir. Esto no se puede cuestionar.

No es solo un problema de dejar de utilizar pitillos y ya. Eso contribuye en un 0.03% a la polución de estos ecosistemas. Lo que verdaderamente está acabando con ellos es la pesca y sus residuos indiscriminados.

Según las cifras del documental, si seguimos extrayendo de los océanos las especies para consumo como lo hacemos hoy, para el 2048 no tendremos de dónde sacar más comida de estos y el desbalance para el Planeta será catastrófico.

2048…

Por favor véase el documental, infórmese, y tome libremente las decisiones que mejor considere en su día a día para contribuir a esta crisis tan desastrosa.

Cualquiera que sea su acción en pro de esta causa, estoy segura que aportará algo para que evitemos quedarnos sin este ecosistema majestuoso.