Increíble, cuando pensábamos que ese famoso refrán que decía: “ahora me lo tengo que encontrar hasta en la sopa” no podía ir más lejos, superamos las barreras.

Desde hace varios años llevamos escuchando las alarmantes cifras del crecimiento del plástico y microplásticos en los ecosistemas, especies marinas y en las fuentes hídricas.

Incluso las estadísticas nos arrojaban información casi imposible de creer como que cada día las personas se podían llegar a comer lo referente a una tarjeta de crédito en plástico.

Recordemos que los microplásticos son pequeñas partículas de plástico que tienen un tamaño menor a los 5 milímetros y que aproximadamente el 30% de estos hacen parte de la contaminación de los océanos.

Este problema lleva muchísimos años y sin duda alguna no es el resultado solamente de las acciones de las nuevas generaciones, sino de la acumulación varias décadas de pensamiento lineal y no circular desde el primer momento en que el hombre decidió fabricar este material  en el siglo XIX.

Los recientes estudios científicos en Países Bajos prendieron nuevamente las alarmas, ya que a pesar de que era de conocimiento global el alcance del plástico, nunca antes en la historia había aparecido en la sangre humana. De hecho, se había descubierto en los fetos, en los restos fecales de los animales, y en los órganos de mamíferos.

Pero esto ya es un Record Guinness (que se escuchen los aplausos tras bambalinas).

Bueno, la historia es la siguiente: los científicos tomaron las muestras de sangre de 22 personas de las cuales el 80% arrojaron resultados positivos para la presencia de microplásticos.

El 50% del total de la muestra estaba compuesta por plástico PET el cual se encuentra en empaques de bebidas y comida. El resto estaba compuesto en un menor porcentaje por polímeros de estireno a partir del cual se fabrican las bolsas plásticas y finalmente, por polimetilmetacrilato.

Tres diferentes tipos de plástico en una sola muestra…

Estudios científicos de años pasados han reflejado que la presencia del plástico en el torrente sanguíneo puede generar la muerte de las células, ciertas alergias, problemas en la digestión, e incluso, estragos en órganos como el intestino.

Los resultados todavía son limitados, lo que dificulta un pronóstico seguro y acertado hasta el momento ya que se necesita más evidencia para llegar a conclusiones contundentes, sin embargo, ya hemos visto lo que le sucede a los animales a los que les encuentran plástico en sus órganos.

La pregunta sigue siendo entonces, si estas partículas son eliminadas por el mismo cuerpo o se pueden llegar a acumular en los órganos por un tiempo prolongado.

Asimismo, es importante entender que los resultados arrojados pueden estar condicionados a la exposición previa que tuvieron las personas a este material, por ejemplo, si bebieron de una botella plástica o si calentaron su comida en un recipiente de plástico. En fin.

Hay plástico hasta en el Monte Everest y en la Antártida, ¿cómo no lo vimos venir? Bueno, algunos de los científicos entrevistados afirman que no les sorprende de a mucho esta noticia, porque cada vez estamos más y más en contacto con este material.

De hecho, no solamente lo encontramos en los objetos que manipulamos y en nuestra propia comida, sino en el aire. ¡El aire!

El hombre tiene la inteligencia suficiente para crear aquello que puede destruir a su misma especie. Esto aplica con las armas, las bombas, los artefactos nucleares, y ahora el plástico.

¿Qué vamos hacer al respecto? ¿Hasta dónde vamos a llegar? Porque el problema ya tocó las puertas de nuestra casa, entró y al parecer, se quedó.  Literalmente hablando…

 

 

Información tomada de:

Social Viral To Go

Periódico DW

The Guardian