Recordemos que el Gobierno entrante ha sido bastante enfático en que sí o sí, Colombia debe llegar a una transición energética en los próximos años.
Debatible, cuestionable, criticable, por supuesto que sí. Este es un tema álgido que mueve muchas fibras y es por esto que encontramos un sinfín de opiniones.
En su discurso político el día de la posesión, el Presidente Gustavo Petro dijo claramente: “Nosotros estamos dispuestos a transitar hacia una economía sin carbón y sin petróleo”.
La campaña de la transición energética le dio a Gustavo Petro un boost a nivel internacional para posicionarse como el gran líder que promociona la lucha contra el cambio climático a partir de los nuevos renovables. Mejor dicho, hizo parte del canto angelical que hoy en día mueve las discusiones a nivel mundial de quienes están en contravía de los recursos fósiles. O como bien se les conoce “el bloque anti petróleo”.
Incluso el Presidente ha recibido el apoyo brindado por los parlamentarios de diferentes países, los cuales forman parte del grupo que promueve un futuro donde ya no sean necesarios los combustibles fósiles, a partir del cual le manifiestan su apoyo para transitar paulatinamente a las energías menos contaminantes. Mejor dicho, barra es lo que hay.
Palabras más palabras menos, Colombia será ahora el laboratorio de innovación de la transición energética. O eso es a lo que se espera llegar en algún momento.
Como muchos saben, para Petro es fundamental, si no indispensable, el cumplimiento del Acuerdo de París en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero al 2030 y cero emisiones netas al 2050. Para ello, puso en el radar a la comunidad local, la cooperación internacional y en general a todos los actores claves para poder cumplir las metas trazadas en este Acuerdo, y por supuesto, en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, a la que por cierto le quedan 8 años para poder ser cumplida.
Sin embargo y acá hago un alto en el camino, no se puede afirmar que en cuanto a la transición energética se trata, el anterior Gobierno nos dejó la “huevera pelada” como dicen por ahí. Es decir, sí hubo avances importantes rumbo a la transición energética en la medida en que se impulsaron las inversiones en energías renovables, así como el inicio de un proceso de promoción de algunos minerales necesarios para que ésta pueda suceder. Paralelamente, el Gobierno promovió la diversificación de la canasta minera como alternativa para la recuperación económica tras la Pandemia, tomando en cuenta que ciertos minerales como el cobre y el níquel son fundamentales para lograr todo el proceso.
Nuevamente en este punto me detengo. Ojo con el apasionamiento radical mis queridos amigos, porque para poder construir gran parte de la infraestructura que permita llegar a la transición, es necesario el uso de minerales y metales que debemos seguir explotando.
Continuemos.
En el anterior Gobierno también se hizo una promoción de proyectos de exploración de hidrocarburos costa afuera, los cuales aumentaron la producción y reservas, sumado a los pilotos de fracking adjudicados a Ecopetrol para continuar con el aprovisionamiento del gas. Para la muestra de un botón, durante todo el proceso de posesión Presidencial, Ecopetrol descubrió nuevas fuentes de gas natural en Santa Marta (Uchuva – 1).
Ahora bien, pasemos entonces a algunos de los grandes retos que tendrá que enfrentar el nuevo Gobierno en la materia.
- Las políticas y asuntos fiscales alrededor de la transición (en otras palabras, la “platica” que le entra a este país”).
Romper con la dependencia no se puede hacer de un día para otro, toda vez que es necesario reemplazar los actuales ingresos que nos deja el petróleo, por nuevas fuentes diversificadas. Esta es una actividad que contribuye sustancialmente al PIB del país año tras año y es importante tener muy bien planeado como se va a proyectar la economía en el futuro próximo.
Asimismo, el recaudo al que busca llegar la Reforma Tributaria (aproximadamente 50 billones de pesos), deberá tener presente cómo se planea cubrir la brecha que dejaría la reducción de impuestos y regalías, junto con el rol de Ecopetrol, que como todos sabemos, es la “caja menor del Estado».
- La balanza comercial ¿qué pasará con las exportaciones?
Sin lugar a dudas el déficit que dejará la limitación de las exportaciones de petróleo y sus derivados, será bastante por no decir monumental. Alrededor de esto no solamente hay unas ventas hacia otros países que generan altísimos ingresos, sino también una inversión extranjera directa en todo momento.
Empezar a depender de países como Venezuela en materia de gas es preocupante porque automáticamente estaremos sujetos a “lo que los vecinos digan”, tal cual como ocurre en estos momentos con la dependencia que tienen los países europeos frente a Rusia. En definitiva, estos asuntos se terminan politizando y llevando a escenarios donde no deberían estar.
- ¿Cuál va a ser la articulación entre los actores clave?
En este punto, cualquier proyecto requerirá no solo cumplir la normativa ambiental y social, sino que haya una verdadera interrelación entre las partes involucradas para que, en definitiva, todos terminen ganando. Este es el caso de las comunidades locales donde tendrán auge los proyectos, los trabajadores que se contraten, los inversionistas locales y extranjeros, y el mismo Estado.
- Subastas y más subastas
Necesitamos más subastas de contratación a mediano y largo plazo que permitan a las empresas colombianas hacer parte del cambio, pero también comprar y vender energía en el futuro próximo para dinamizar la economía.
- Un paquete de normas que se avecina
¿Qué tan regulada es la transición energética en el país?
Esto es algo que de seguro traerá nuevos Proyectos de Ley al Congreso e, incluso, un futuro Código especializado en la materia (el cual tal vez dure lo mismo que el de Minas…). Todo lo anterior con miras a generar una seguridad jurídica alrededor de este cambio, la cual tenga siempre presentes a todos los actores de la cadena y los escenarios que puedan surgir de estas actividades.
6. La Ley de la oferta y la demanda
Sin lugar a dudas, estamos en una sociedad que depende de los productos derivados del petróleo para muchas actividades diarias (conducir, producir, la ropa que utilizamos, etc). Es muy complicado de un año para otro pensar que ya no dependeremos de estos productos y que toda la energía renovable los va a lograr reemplazar. Esa es la realidad, no digo que sea imposible, pero nos va a tomar muchísimos años más.
Todos estos son retos a gran escala y expuestos de manera muy general, para que todos podamos tener una idea de lo que se viene para el país con los grandes y trascendentales cambios los cuales no solo representan un futuro más sostenible, sino decisiones económicas que podrán dar un giro de 180º.
¿Quién no quiere la innovación y el cuidado del Planeta? ¡todos!. Pero hay que tener cuidado en no dejarnos enceguecer por ese futuro radiante porque del afán no quedará sino el cansancio.
Hacer las cosas bien, de manera concertada, con el apoyo de la ciencia y la investigación, y sin “echar en saco roto” muchos avances que se han hecho hasta el momento.
En mi opinión, lo importante en estos momentos es que el Gobierno nacional se reúna con un Comité técnico especializado para generar un debate tranquilo, mesurado, y donde se escuche a ambos polos con miras a tomar decisiones sensataz y sobretodo, seguras.
Fuentes: Natural Resource Governance Institute y Blog Ser Colombia – María Camila