La creatividad y la sostenibilidad sí pueden ir de la mano. Esto es lo que nos ha demostrado durante más de cuatro años la marca de cuelga-gafas (y ahora gafas con sus respectivos accesorios), de Sajú.
No los conozco personalmente pero sí desde el inicio he seguido con detenimiento su marca y la verdad es que son esos negocios de los cuales provoca escribir para invitar al público colombiano a que los conozcan.
No para hacer publicidad ni mucho menos, sino porque el pilar base de este Blog es el medio ambiente racionalmente pensado.
La coherencia arranca desde el nombre mismo: Sajú es la forma como se le conoce al mono capuchino en el Pacífico colombiano que se cuelga de su cola para poder moverse con facilidad por los árboles. De ahí surge un concepto muy interesante de brindarle esa tranquilidad a las personas de “salvar” sus gafas de caerse y romperse (de hecho, en un viaje que recientemente hice no llevaba mi cuelga gafas puesto y volví con la mitad de mi stock de gafas en la maleta…).
A medida que fue pasando el tiempo los vimos pasar de una presencia activa en ferias y redes sociales, a crear una identidad propia que enganchaba al público a pensar más allá y salirse de la caja.
En los últimos meses me he estado fijando mucho en aquello que`postean’ en redes y definitivamente marcan la diferencia. Aquí no nos digamos mentiras, emprendimientos hoy en día es lo que hay, pero verdaderamente los que logran un engagement con su público son pocos.
El segundo elemento es la coherencia en su empaquetado: no solo los cuelga – gafas sino los demás accesorios que venden hoy en día son hechos a base de cartón. En este punto no demos por hecho que esto es algo ya implementado en todas las tiendas del país. A veces vemos slogans muy ecológicos, pero termina llegando a la casa una bola de plástico que uno no sabe si botarla porque la conciencia le va a remorder durante toda la semana, o ver cómo reciclarla.
En lo personal, si pido algo que me llega con una cantidad exagerada de plástico, o pongo la queja o no vuelvo a pedir en ese lugar.
Antes de seguir con el tercer elemento, quiero detenerme en la capacidad inigualable que tienen de generar esa cercanía con el público. No es siendo “ficticiamente queridos”, ni prometiendo los famosos concursos para ganarse un kit gigantesco, o contándonos que hacen desde que se levantan hasta que se duermen durante 50 historias de Instagram al día. No digo que esto esté mal, para nada, simplemente en lo personal eso no me genera un acercamiento igual.
Sajú genera contenido diario de una manera inteligente: cuando va a lanzar campañas hay toda una mística alrededor que provoca estar conectado para descubrir de qué se trata. Adicionalmente, son orgánicos en su comunicación y se trazan retos realmente cotidianos que cualquier persona puede hacer (bien sea deportivos, de reciclaje, de superar metas personales), y así uno se siente parte de la marca.
Las colaboraciones que han hecho son diferentes y todas responden a un propósito diferenciador en el cual sus seguidores jamás se van a aburrir.
Un tercer elemento de coherencia es que sus tiendas (y creo que es el más importante), les permiten a las personas hacer gafas a partir de plástico reciclado en diferentes colores y modelos.
Este punto es verdaderamente impresionante. Recordemos que la OCDE recientemente afirmó que del 15 % del plástico que es recogido para ser reciclado, el 40 % se termina eliminando como residuo y solo el 9 % se recicla, el 17 % se incinera y el 22 % se “escapa” hacia vertederos no controlados (El tiempo, 2022). Por otra parte, a nivel país, solo el 17% aproximadamente de los residuos se reciclan lo que implica directamente que hay un altísimo porcentaje que termina en fuentes hídricas, mares, y ecosistemas nativos.
Alguna vez en Shark Tank México le escuché decir al gran Rodrigo Herrera que lo importante es utilizar plástico reciclado y reciclable para poder evitar que un producto determinado terminara su ciclo de vida en fuentes incorrectas de disposición final.
Es decir, crear una circularidad a través de lo que fabricamos permite prolongar la vida útil de las cosas y reducir la cantidad absurda de basura.
Las gafas recicladas de Sajú a partir de polipropileno se hacen en 20 minutos, e incluso, es posible llevar el propio plástico si cumple con las especificaciones y hacerlas a partir de ese producto en específico.
El cuarto elemento es el montaje que hacen en sus ferias. Estéreo Picnic tuvo un stand muy sencillo construido a partir de materiales de la tienda que no utilizaban y así no generaban tanto impacto en los desperdicios.
Todo es coherente, todo tiene sentido y no desfallecen al primer intento de ser sostenibles como muchos, porque por supuesto esto requiere de un mayor esfuerzo que simplemente decidir hacer las cosas por el camino mas fácil.
Por último, pero no menos importante, la apertura de su más reciente tienda en Medellín se realizó a través de un recorrido por un carro eléctrico en colaboración con una marca, para disminuir emisiones en el trayecto.
Algo de lo que no tengo conocimiento es, por ejemplo, si sus tiendas físicas tienen algún tipo de ahorro de energías o algo parecido.
Ser sosteniblemente coherente es un reto, y no siempre lo más económico. Pero vale la pena resaltar el trabajo de los colombianos que se ponen la camiseta para aportarle al Planeta en momentos tan difíciles como los que se están viviendo.
¿Qué si es más costoso comprar las gafas que traerlas de alguna tienda de otro país? Pues puede ser, pero nuevamente COHERENCIA: la huella de carbono de los viajes es gigantesca y por eso debemos apoyar el talento local.
En fin, Chapeau a Sajú.