La caza, una actividad de supervivencia en tiempos antiguos, era necesaria para traer el alimento a casa sin importar de qué especie proviniera. En otros escenarios, también era considerada como un acto de poderío, extravagancia, regodeo y exhibición en los hogares.
Tapetes, cabezas colgadas en la pared, cuernos transformados en todo tipo de joyería, entre otros accesorios.
Sin embargo, hoy en día el simple hecho de acabar con la vida de un animal para satisfacer placeres deportivos, curiosidades culinarias o gustos en el mundo de la moda, tiene otra connotación completamente diferente.
Si el mundo evoluciona, las marcas también lo deben hacer.
Recientemente en la semana de la moda de París, la marca Schiaparelli (moda de alta costura), decide romper las pasarelas con tres diseños bastante particulares como parte de la colección “Dante´s Inferno”, donde se mostraba la cabeza de un león, un leopardo y un zorro a lo largo del desfile.
Como dato curioso el infierno de Dante comienza con su encuentro con las diferente especies a lo largo de los nueve círculos del infierno (simulado con una serie de cráteres formados tras la caída de Lucifer).
La representación de dichos animales buscaban mostrar la lujuria, el orgullo, la avaricia en la alegoría de Dante, y a la vez la celebración de la naturaleza junto a la custodia de la mujer que portaba aquellas cabezas.
No obstante, este desfile a ha despertado la furia en muchos críticos, y con toda la razón.
En medio siglo el Planeta Tierra ha perdido alrededor del 70 % de sus vertebrados silvestres.
Las cifras de extinción de especies cada vez son más altas, sobre todo, en el conglomerado de animales que no son objeto de consumo diario, sino que encabezan las listas silvestres.
Cuando investigamos sobre este controversial desfile, nos podemos dar cuenta que la gran mayoría de noticias destacan la salvedad que hace la marca al no utilizar o sacrificar ningún tipo de animal en el intento.
Sin embargo, el punto va mucho más allá de evitar la comisión de un crimen y refugiarse en el hecho de utilizar materiales sintéticos que nada mal le hacen a nadie.
El discurso del marketing en las marcas (sobre todo en aquellas que tienen un mayor impacto en el público), debería ser entorno a la sostenibilidad, circularidad y conservación de las especies.
Pero lastimosamente el mensaje que deja esta marca es contrario a lo que buscaba transmitir:
El dominio del ser humano sobre los animales y su cosificación en el mundo de la moda; especies que no tienen derechos, voz, y mucho menos la posibilidad de tener abanderados que los defiendan de la crueldad humana.
Hay infinidad de formas para transmitir el mensaje animal o el uso de sus imágenes en un desfile de moda, sobretodo si se cuentan con los recursos económicos para ello. Es por ello que todo esto despierta el coraje de a quienes les ha costado tanto proteger sus derechos y levantar la voz a nivel mundial para su cuidado a lo largo de diferentes campañas, encuentros, y foros internacionales.
Incluso, situaciones como estas terminan quedándose más fácilmente en la memoria de las personas, que las campañas ambientalistas a las que les ha costado con sangre y sudor, generar un cambio en la mentalidad de las personas.
Entre más fuerte y contundente sea nuestra postura en este tipo de situaciones, mayor será el impacto a la hora de cambiar el modus operandi que tiene a nuestro Planeta en tan crítica situación.
No son aceptables este tipo de mensajes así hubieran querido personificar otro discurso, porque lo que salta a simple vista lamentablemente es una imagen bastante fuerte que incita al consumo de pieles de animales salvajes que extán en peligro de extinción.
Y peor aún, para los niños es un mensaje de dominancia sobre los seres vivos, que para nada tiene que ver con lo que necesitamos a la hora de frenar la crísis climática.