Recientemente japón anunció el vertimiento de aguas radioactivas tratadas en Fukushima, las cuales fueron utilizadas en su momento cuando en el 2011 un poderoso tsunami los golpeó, y era necesario enfriar los reactores destruidos.

El agua allí almacenada tiene la capacidad para llenar 500 piscinas olímpicas, y se cree que el proceso de diluir el agua para que solo quede con el componente denominado “tritium” puede tardar hasta 30 años en resolverse.

Japón asegura y “recontra» asegura que el vertimiento de dichas aguas no va a generar daños porque los niveles radioactivos realmente son muy bajos.

El IAEA (la agencia internacional que regula los asuntos relacionados con la energía nuclear), ha afirmado que estará presente durante y posterior al proceso de vertimiento de las aguas, brindando datos reales que permitan asegurar el cumplimiento de medidas internacionales en aras de garantizar un monitoreo responsable.

Ahora bien, este es un problema realmente grave no solo para los mismos ciudadanos de la zona, sino también para el comercio local e internacional de la pesca que teme verse afectado por la contaminación de las aguas y en cierta medida el desprestigio que los productos puedan llegar a tener.

La compañía Tepco y el mismo gobierno japonés, han realizado diferentes estudios para demostrar que dichas aguas no van a presentar ningún tipo de problema real en la salud de los ciudadanos ni en el comercio…

Sin embargo, las marchas en Fukushima y las medidas sancionatorias de China no se han hecho esperar, incluso, el gobierno japonés ha denunciado que los trabajadores de la planta han recibido varias llamadas con amenazas por lo ocurrido.

Que Japón salga a decir que por favor nos serenemos todos y que se haga un alto a las amenazas me parece un poco incoherente, ya que no solo hay una gran ironía en el acto, sino porque si lo llevamos a otro extremo, así crean que las aguas “poco dañinas” se vierten “ahí no más”, pareciera que estuvieran tratando al océano como propio. Es decir, el océano  Pacífico tiene en esa zona una serie de corrientes como la Kuroshio, la californiana, la del norte del Ecuador, entre otras, que hace que esas sustancias se puedan transportar fácilmente a otros países.

Como lo dije anteriormente, China no se ha hecho esperar y ya comenzó a trancar las importaciones de productos pesqueros dese Fukushima y en caso de ser necesario, de otras zonas de japón; esto, recordemos, tiene un grave impacto en la economía de dicho país ya que las exportaciones de pescado representan casi la mitad de sus ingresos.

¿Qué por qué no la dejan en los tanques?

Todo parece indicar que ya no tienen más capacidad para almacenar esa enorme cantidad de agua y al mismo tiempo, no existe la tecnología todavía para tratarla y eliminar todos los componentes radioactivos.

Esta es una situación realmente complicada y me cuesta mucho entender cómo países altamente desarrollados no puedan tener un plan de acción diferente, a llegar si quiera a contaminar así sea “en muy bajos niveles” aguas que en algún punto dejan de ser nacionales y pasan a ser aguas internacionales.

Esto, en un escenario donde estamos a contra reloj para cumplir con las metas de las Naciones Unidas en la Agenda 2030 y bajo la criticidad tan grave en la que se encuentra el Planeta.

Sanciones de tipo comercial, conflictos políticos, crisis económicas, catástrofes ambientales a futuro, un escenario poco deseable pero aparentemente predecible.

¿Qué opinan ustedes? ¿Están de acuerdo con estas medidas tomadas por Japón?