Nicolás de Francisco es un ingeniero Industrial de la Universidad de los Andes, que ha logrado en los últimos meses lo que poco alcaldes en la ciudad han podido hacer: marcar – denunciar – y gestionar el arreglo de huecos en Bogotá.

Este mensaje no es campaña política ni mucho menos, y me salgo un poco de mis artículos medioambientales, para detenerme en un interés de asunto social.

Apoyar iniciativas que generen impacto en el bienestar de los bogotanos es un deber que tenemos quienes no estamos inmersos en la política pero que sí tenemos la posibilidad de hacer un cambio con nuestro voto.

Nuevamente, no es campaña, es llamar la atención sobre lo que considero es un gran ejemplo de pasar de la teoría y palabrería excesiva, a la acción tangible y medible.

Atención a este dato del 2023:

 A la fecha ya han sido 109 las demandas que hacen los afectados al Distrito, todo esto entre el 2022 y lo que vamos del 2023. Los andenes, las ciclovías, las autopistas principales, por donde se transite, el caos y peligro susurra al oído de los conductores.

 “No mencionemos 2023 porque está muy reciente, si nos trasladamos al 2021 y del mes de enero a diciembre de 2022, la cifra es alarmante, casi 30.000 mil personas se vieron afectadas con lesiones por la negligencia de la administración esta ciudad”

 No se necesita hacer una investigación muy exhaustiva para darse cuenta que, con solo recorrer la ciudad en un par de días por diferentes sectores, los huecos hacen parte del paisaje natural y cotidiano. Y no solo los huecos, los andenes en mal estado, las alcantarillas destapadas, las baldosas de cemento descuadradas que salpican agua, en fin.

 Y a esto hay que sumarle el hecho de que la tasa de arreglo versus las cifras de denuncia no están directamente correlacionadas.

«El man de las X  llega este año a Bogotá para lanzarse al Concejo por Cambio Radical, con miras a concentrar sus propuestas en aspectos como el espacio público, la seguridad de la ciudad, el apoyo al adulto mayor que tanto tenemos descuidado y el fortalecimiento de la economía local.

Hago un paréntesis en los adultos mayores porque para mí esto tiene un compromiso social fundamental, ya que es una población altamente vulnerable, que en su gran mayoría se encuentra realizando trabajos a una edad donde ya no deberían estar en las calles, son abandonados en centros de bajos recursos y no cuentan con una atención médica.

De Francisco ha logrado que a través de sus denuncias formales se arreglen el 30% de las áreas señalizadas, en localidades como Usaquén, Teusaquillo, Suba y Chapinero y una vez esto ocurre, se devuelven a limpiar las zonas marcadas.

Asimismo, sus acciones no se reducen solo a señalar en color rosa aquello que está dañado, sino que también ha limpiado zonas como el eje ambiental contaminado por papeles pegados y basura.

Y es que preocuparse por el espacio público es preocuparse por el medio ambiente, por la salud de los individuos, e incluso iniciativas como estas terminan afianzando los lazos entre la comunidad.

Es inevitable pensar que si logramos dejar a Bogotá en manos de personas que verdaderamente se pongan la camiseta para hacer del espacio público un entorno digno, los índices de inseguridad van a bajar y los trancones de alguna u otra forma van a mermarse.

Desde mi punto de vista esto que vemos en las redes sociales y cuando vamos caminando en las calles, tiene un efecto dominó tan grande, que va mucho más allá de como algunos lo perciben: “una contaminación visual, que cuándo la van a limpiar”.

Y ustedes, ¿cómo ven esta iniciativa?