Si la talla del zapato la siente muy apretada, no la fuerce, no haga hasta lo imposible para que le entre; simplemente, consígase unos zapatos más grandes y ya.
Hoy hago un paréntesis de los artículos ambientales para traerles una reflexión sobre el valor y la energía que le damos a ciertas cosas o personas en la vida sin necesidad de tener que hacerlo.
De por sí el camino de la vida ya es bastante irregular y tormentoso. Los momentos felices no aparecen por arte de magia y debemos hacer un gran esfuerzo para que todo aquello que nos rodea en lo cotidiano, realmente nos produzca una sensación de paz, armonía y felicidad.
Y cuando me refiero a todo aquello, hago referencia a la familia, las relaciones de pareja, las amistades, el trabajo y todas aquellas actividades extracurriculares por decirlo así.
Ese balance no llega fácil y toma bastante tiempo en encontrarlo. Y por supuesto, nunca estará exento de problemas y sensaciones incómodas.
Pero ahí es donde tenemos que ser inteligentes con nuestro tiempo y energía, ya que lo único que tenemos seguro en esta vida es que cada día que pasa es un cuadrito que se tacha y se nos va descontando de lo que nos queda en este Planeta como seres vivos.
¿Qué queremos hacer con este tiempo?
Si entendiéramos de verdad el significado tan poderoso de esta palabra, de seguro todos los que están leyendo este artículo se replantearían más de una cosa en su vida.
¿Sí estoy verdaderamente a gusto con mi pareja?, ¿El trabajo me llena mis expectativas? ¿Por qué será que no dejo de hacer esto y más bien me dedico ese tiempo libre al hobby que tanto me gusta?
Y en ese camino escarpado e irregular que he recorrido en estos casi 31 años, realmente me he dado cuenta de que he perdido tiempo como un berraco. ¿Por qué? Sencillo: le he otorgado valor y energía a muchas situaciones y personas que simplemente no se lo merecen.
Cada vez que dejo ir y me concentro en quienes verdaderamente se alegran por mis logros, soy un poco más feliz.
Cada vez que me pregunto si prefiero salirme de mi zona de comfort y experimentar cosas nuevas, me siento un poco más viva.
Seamos muy cuidados a quienes y a qué le invertimos ese recurso finito que la vida nos regaló como un acto de generosidad, para que lo utilicemos de la mejor manera posible.
Por supuesto que cada uno tiene derecho a ver la vida como le parezca; pero tengan cuidado de rodearse de personas que, en cambio de restarles y dragarles su energía, les aporten y estén alineados con sus propósitos.
A lo largo de mi vida, he tenido relaciones de amistad y de noviazgo donde me han dicho frases como «lo que quiero es ser millonario/a en la vida, punto»; «la verdad a mí me importa cinco todo, si me muero mañana me vale tres mi vida»; «para qué cuidar el Planeta si igual nos vamos a morir, déjate de esforzar»; «¿pero sí es suficiente? no prefieres irte hacer más estudios?» y así sucesivamente. ¿Que si discrepo al 100%? ¡Claro que sí! Y es por esto que, al reconocer las diferencias, aceptarlas e interiorizarlas, es que debemos girar el timón y enfocarnos en otras personas o situaciones.
Lo diferente no es malo, es simplemente diferente.
Cuiden y valoren su tiempo y a tiempo, por favor, retírense de esa situación o persona que no les está permitiendo ser quien verdaderamente estaban destinados a ser en este mundo.
Pero, sobre todo, nunca permitan que aquello que los hace especiales en su esencia más particular, se pierda en el camino.
Les deseo y manifiesto para este 2024 un año donde el tiempo se aproveche y se disfrute en su máximo esplendor en las mejores situaciones y con las personas más increíbles que ustedes y yo, podamos conocer.
Los leo.