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Y retomamos los artículos ambientales porque, ¿cómo no? Después de días intensos de incendios que arrasaron no solo con los bosques andinos sino también con cientos de frailejones.
Honestamente no creo que debamos seguir nuestra cotidianidad, así como así, por el simple hecho de que está volviendo a llover.
Solamente en el Cauca se quemaron alrededor de 400 hectáreas del Páramo Santo Domingo…
Colombia es el país que más alberga páramos en el mundo, ¡cómo es esto posible!
El desabastecimiento de agua no lo vamos a ver mañana señoras y señores, esto nos va a golpear la puerta en un futuro cercano.
Y no es alarmismo injustificado, es que los frailejones y todo el ecosistema que los rodea es lo que permite capturar grandes cantidades de agua que abastecen a ciudades como Bogotá.
Pero ¿saben qué es lo más triste? Que no es la primera vez. De hecho, estuve buscando varias noticias, y me apareció en el 2021 una muy similar en el Páramo de Santurbán donde se había perdido alrededor de 80 años de crecimiento de frailejones por estas mismas épocas.
Manos criminales manos ignorantes, seguramente sí porque cogieron a varios en flagrancia. Pero ojo, el cambio climático como fenómeno científicamente demostrado sí ha agudizado las épocas de sequía y lluvia en nuestro país.
Pero una vez pasan los sucesos, a todos se nos olvida hasta que vuelven a ocurrir.
Hagan las cuentas, si crecen un centímetro por año y hay varios frailejones que tienen más de 10 metros de altura, ¿cuánto tardará en recuperarse el cementerio que quedó?
Y no es solo sembrar la planta y ya, los invito a leer un artículo que escribí el año pasado sobre Cumbres Blancas donde les explico más técnicamente todo el proceso que eso requiere.
La idea tampoco es ahorita salir corriendo a sembrar árboles en las zonas calcinadas, porque no sobrevivirían. Recordemos que una cosa distinta es sembrar y otra que se restaure todo el ecosistema.
Hay que esperar para que lleguen esas labores de siembra, pero debemos cada día educarnos mucho más sobre la importancia de este ecosistema que nos rodea a pocas horas de Bogotá y por supuesto, en todo el país.
En mi opinión, PNN debería evaluar cómo llegar a un balance entre restringir el turismo que pueda afectar estas zonas en épocas de sequía, versus garantizar el trabajo a quienes se dedican a ser guarda parques, guarda bosques, etc.
Las gobernaciones deben reforzar los esquemas de prevención y anticipación a estos incendios en épocas del fenómeno del niño, doblegar las acciones de protección y vigilancia y seguir en la ardua labor de educar a todo el país.
Porque la ignorancia es atrevida pero sobretodo, muy despiadada con nuestro Planeta.
Los leo.