Considero bastante interesante analizar un poco más a fondo estas iniciativas que vi recientemente de dos empresas que le apuestan por aportar un granito de arena a la sostenibilidad en Colombia.

Los invito a que lo veamos con los lentes del positivismo porque también he visto que cada vez que sale una iniciativa verde en el país, la cogemos y le “damos tres vueltas” para concluir que es greenwashing.

Calma, tampoco todo lo que es verde es greenwashing. O sino, ¿qué sentido tienen las iniciativas que vienen desde la buena fe y construidas de una manera lógica?

El Corral (restaurante de hamburguesas tradicional en nuestro país), decidió contribuir a la huella emitida por los productos plásticos que utiliza, para ofrecer al consumidor cucharas comestibles en sus malteadas a base de salvado de trigo. Funcionales, no se quiebran, y lo más interesante, rompen con el ciclo lineal de: produzco, utilizo y desecho.

Aquí no estamos tampoco satanizando al plástico porque sabemos que con una correcta disposición del residuo, se puede reciclar (sé que no todos), y darle una segunda vida. Como por ejemplo, lo que hacen los de Sajú con el polipropileno en sus gafas.

Ahora bien, que es un establecimiento que produce hamburguesas a base de carne de res y que sabemos perfectamente las implicaciones que tiene la ganadería a nivel mundial con respecto a las emisiones de C02, sí. Más que de acuerdo.

La misma que tiene la pesca de arrastre, la fabricación a gran escala de ropa, entre muchas otras industrias que también tienen un impacto nocivo en el Planeta a largo plazo.

Mi punto aquí no es como muchos piensan que debe pasar, de pedirle a X o Y local que transforme por completo su materia prima de un momento a otro, sino de aplaudir la iniciativa de retribuirle al Planeta a partir del rediseño de algunos de sus productos.

Bien podrían no hacerlo, pero deciden “desacomodarse” y brindarle al consumidor opciones prácticas y al alcance de su bolsillo. Lo que siempre hago énfasis en mis artículos, que las iniciativas se vuelvan escalables sí ayuda mucho a que pasen de una simple idea a dejar un producto mínimo viable para más personas.

Por ahora sé que las ofrecen en un solo local, pero créanme que, si se suma el número de personas que piden malteada por día y se multiplica por los días del año, son muchas cucharas de plástico que dejarán de verterse en los basureros.

No sé si lo tengan pensado hacer con todos los productos que vienen en la bandeja para envolver la comida, pero sería genial.

Ahora bien, entiendo que se aliaron con Xiclo, una aplicación que ofrece a los restaurantes la posibilidad de enviar los pedidos en contenedores especiales para volver a utilizarse conforme a todas las medidas de sanidad posible.

Es decir, no más desperdicio con los domicilios que pedimos. Y hasta donde tengo conocimiento, no le cuesta más al consumidor.

Que todavía no está en todos los puntos, que cuánta agua se gasta lavando, que si es esterilizado. Todas son preguntas válidas, todas.

Pero, ¡qué buena iniciativa por Dios!

Llegar a la sostenibilidad en un 100% toma tiempo, pero es de grandes y sobre todo de aplaudir, el que existan empresas de sectores que saben perfectamente los niveles de basura o contaminación que generan, y que se deciden a desacomodarse para apostarle a ser más verdes.

El sector de alimentos sí genera muchos residuos indiscutiblemente y no lo podemos negar, pero a largo plazo, estas propuestas tendrán un impacto positivo.

Aplaudo las ganas y sobre todo, que quieran replicar el mensaje para ser portadores de iniciativas verdes que contagien positivamente a otras empresas a sumarse y a darla toda por el Planeta.

Perfectas o imperfectas, como consumidores, tenemos un rol que va más allá de juzgar; también debemos ser activos en apoyarlas, en sugerirles ideas para mejorar y en unirnos al propósito mundial de mermar la crisis ambiental.

Vamos “piano piano” como dicen por ahí.

Los leo