Sí, así como lo dice el título del artículo, el desperdicio de alimentos contribuye aproximadamente entre un 6% a 10% a las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial.

Alrededor de 1.2 billones de toneladas de alimentos se desperdician en el mundo (Gikandi, 2021)

Es verdaderamente impactante cómo el desperdicio de comida en sus diferentes etapas de la cadena producción y post – consumo tienen un impacto agravado para el Planeta.

Y es que no nos imaginemos solamente que la acumulación de esta comida en vertederos, basureros, u otras fuentes de disposición final es la única razón por la que se pueden generar emisiones contaminantes.

Realmente la producción de comida acarrea muchísimos recursos como el agua y la energía, pero al mismo tiempo su transporte y distribución también implica la generación de emisiones a lo largo del tiempo.

Sumemos también el hecho de los materiales que se requieren para poder envasar los alimentos, por ejemplo.

A veces me pregunto, de todo el contenido que uno ve en redes sociales de nuevos emprendimientos (aterrizándolo a la realidad cercana), cómo muy pocos que piensan en el empaque y en su disposición, o hablan de reducir el gasto de energía o agua para elaborar sus productos en las plantas.

Claro que no sirve de mucho tener un empaque compostable si la materia prima que se vende proviene de pesca de arrastre o de ganadería no sostenible, entre otras fuentes problemáticas…

Estudios de la FAO han logrado cuantificar la huella de carbono de los alimentos donde se enlista de primeras a productos como los cereales, seguido por los vegetales, la carne, la leche y las frutas (FAO, 2011).

Asimismo, la FAO establece que el desperdicio de alimentos per cápita es alrededor de 860Kg de C02 en el Norte de América, seguido por 810Kg en Asia, 680kg en Europa y 840Kg en América Latina. (FAO, 2011).

Y  es que el problema observado desde una óptima mucho más compleja tiene muchos factores a considerar, como, por ejemplo, el momento en el cual se desperdicia, si es durante la cadena de suministro, en el momento en que se está produciendo, transportando o por la acción  misma del consumidor que decide botar la comida.

De hecho, según estudios científicos se advierte que el 6% de las emisiones calculadas del desperdicio de total de alimentos, proviene de comida que nunca ha sido consumida (Hanna Ritchie, 2020).

¿No les parecen alarmantes estas cifras?

Probablemente las tengamos en la cabeza como un porcentaje nada más, pero lo que significan en toneladas de comida y Kg de C02 es una barbaridad. Y esto sin contar o mencionar con el índice de desnutrición que hay en el mundo por escases de alimentos en países que se encuentran en niveles de pobreza muy grande.

Paradójicas estas cifras con aquellas de la hambruna a nivel global, ¿no creen?

Todos sabemos que este asunto hace parte de infinidad de tratados y convenios a nivel global, y por supuesto, de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, pero ¿qué podemos hacer al respecto?

Este es un asunto que involucra muchísimos actores en la cadena de producción y suministro, pero como consumidores tenemos una carga muy importante.

Al menos hagámonos estas preguntas muy sencillas: el día de hoy ¿Qué manejo le estamos dando al mercado de nuestras casas?, ¿Estamos comprando de más?, ¿Qué hacemos con los envases de todo eso que consumimos?, ¿Qué tipo de negocios de comida estamos apoyando?

Los leo.