(Imagen tomada del Global Salmon Initiative)

El crecimiento de la industria del salmón ha sido exponencial. Aproximadamente en 1985 la producción rondaba los 38 millones de toneladas, mientras que en el año 2016, esta cifra ya llegaba a los 3.3 millones de toneladas (ScienceDirect, Luthman, Jonell, Traell).

Y es que el reto actual del sector de alimentos es gigantesco: tanto la extracción, como la producción y el consumo deben ser sostenibles.

Tan solo la demanda de salmón corresponde casi al 70 % de la aquicultura (WWF).

Miren este dato: hasta mediados de los años 70’s el salmón tenía una captura no industrial y ahora casi el 90 % proviene de estas famosas y cuestionadas granjas de salmón.

¿Por qué este es un tema de discusión?

Si hacemos un recuento de todos los asuntos ambientales que hoy aquejan a nuestro Planeta, de seguro podremos encontrar que un factor que tienen en común son las desmedidas soluciones que el ser humano ha adoptado en aras de satisfacer la demanda mundial. ¿De qué? De todo. Alimentos principalmente, recursos para la fabricación de “enemil” objetos, en fin.

Antes de adentrarnos a los detalles del problema, para quienes no conocen qué significan estas granjas, son zonas flotantes en forma de anillos donde se colocan mallas y redes para cultivar diferentes tipos de salmón en regiones como Noruega, Canadá, Escocia, y Chile.

Ah pero si están en otros países a nosotros ¿porqué nos interesa?. Pues porque al igual que en muchas otras regiones, en Colombia hay importación de salmón que puede provenir de estas granjas.

Algunas de las granjas de salmón que abastecen gran parte de la demanda a nivel global, no son del todo sostenibles ya que involucran el uso de alimentos para los pescados que no son saludables, contaminan las fuentes de agua de la zona donde se encuentran las jaulas, invaden ecosistemas para disponer la infraestructura, entre otras problemáticas (WWF).

Por otra parte, el excremento que producen los pescados al interior de las granjas también genera contaminación en las aguas e incluso, puede ocasionar la afectación de los mismos animales. De hecho, se producen enfermedades que requieren de utilizar otro tipo de especies de peces para disminuir la probabilidad de propagación y así limpiar las aguas.

Y esto sin contar con lo paradójico de la situación: desnaturalizar la condición de especies que, naturalmente, acostumbran a recorrer cientos de kilómetros, para pasar a estar encerradas en jaulas durante años nadando en círculos desesperadamente.

Existen documentales donde se develan no solo las enfermedades que allí contraen sino el grado de deterioro en el que estos peces se encuentran y cómo son vertidos en basureros cuando no son útiles para el consumo, poniendo así, en riesgo el ecosistema que rodea a estas granjas.Y cuando digo deterioro, es ceguera, piel escamada que se les ha levantado, etc, etc.

En Colombia durante el 2019 se importó aproximadamente un 10,81 % de salmón, correspondiendo esta cifra a un 24.26 % proveniente de países como Chile (Treid, 2020).

¿Esta cifra nos debería decir algo?

Es un tema bastante complejo como todos los que discutimos en estos artículos y que requiere tener una conversación rigurosa donde se respondan interrogantes como los siguientes:

¿Cómo estamos produciendo el salmón en Colombia?, si es más sostenible, ¿Por qué apoyar la importación?, ¿Y si mejor promovemos el consumo de pesca sostenible?

Los leo.