Chile se ha convertido uno de los principales países en el mundo que importa ropa de segunda mano, y la falta de gestión de esta hace que termine, literalmente, vertida en el hermoso desierto de Atacama.

Lo más impactante es que de los cientos de toneladas de ropa y basura que allí se arrojan, hay prendas todavía con la etiqueta puesta.

Y de marcas que ustedes y yo de seguro hemos comprado en algún momento de nuestra vida.

Es por esto que, en la necesidad de generar un llamado urgente global a todos los consumidores y a los productores de la industria textil, se organizó la iniciativa de realizar una pasarela con alrededor de 100 looks construidos a partir de los desechos encontrados en el desierto de Atacama en Chile. El video lo puede encontrar en youtube, pero es verdaderamente impactante el contraste de lo que vende la modelo, porque finalmente su rol es hacer que las prendas generen necesidad de consumo, y el paisaje detrás de ellas: un desierto inmenso e imponente copado de ropa amontonda en montañas como si fuera basura.

La ironía es evidente.

Ojo a este dato: las personas actualmente compran un 60% más de ropa que hace 20 años (The Guardian).

Y es que la industria de la moda es una de las principales contaminantes y emisoras de gases de efecto invernadero (GEI) en el mundo; se utilizan millones de litros de agua para producir las prendas, la descomposición de los textiles tarda cientos de años, y ni hablar de los microplásticos que se encuentran en los tejidos y terminan contaminando cualquier cantidad de fuentes naturales.

El basurero en el desierto de Atacama en Chile no es solamente un problema de este país, es que todas las naciones tienen su cuota de participación en esa montaña inexplicable de basura.

Casi 50.000 toneladas de ropa se han arrojado a este desierto durante años (Biochile), mientras el mundo mira hacia el otro lado afanado por sacar colecciones a la minuta, por imponer todo tipo de modas y estilos en las que todos nos vemos inmersos en algún momento.

Sin embargo, ¿qué tanto nos cuestionamos la proveniencia de lo que compramos?, ¿Qué uso le estamos dando a esas prendas que queremos sacar de nuestro clóset?

Las quemas ilegales que también se realizan en el desierto, contribuyen enormemente a las emisiones de gases de efecto invernadero, sin contar con que, la falta de un verdadero modelo de economía circular implementado, hace que el panorama no sea muy alentador.

Recientemente hice un curso sobre los desechos plásticos y el Convenio de Basilea de las Naciones Unidas, y una de las conclusiones más importantes pero predecibles es que siempre va a ser menos costoso plantear desde el inicio de la cadena la eliminación de los productos contaminantes, que al final de esta cuando ya se ha producido un impacto al entorno.

Es una situación ambiental bastante critica que más que nunca está muy cerca de las elecciones que todos nosotros estamos haciendo como consumidores en una base diaria.

Si usted, que está leyendo el artículo, cree y está convencido que el “nuevo” paisaje del desierto de Atacama que vemos actualmente no es con usted, no lo involucra, y es lejano a su cotidianidad, este problema tardará mucho más en resolverse.

Los leo.