Desde las camas reciclables, hasta la antorcha olímpica, encontramos varios elementos que nos indican el esfuerzo que se ha hecho porque el Planeta haga parte del foco de atención.

¿Y cómo no? Es que un evento de tal envergadura, así como un Super Bowl, entre muchos otros, tienen que contemplar la sostenibilidad entre sus preceptos base.

En este caso hablemos de la antorcha, por ejemplo, la cual se había venido fabricando de aluminio y este año se decidió que el acero sería un material mucho menos contaminante.

El proceso involucró la selección de chatarra (aproximadamente 6 toneladas) para así poder obtener acero laminado 100% reciclado y por supuesto, las manos del artista Mathieu Lehanneur.

Ahora bien, todo parece indicar que ediciones anteriores de los Olímpicos han alcanzado 3,5 millones de toneladas de C02 producido, una estadística que sin duda se busca reducir este año a 1,7 millones bajo el precepto no solo de reducción sino de compensación (National Geographic 2024.

Y acá les traigo otros ejemplos.

Sabemos por redes que las camas han sido un tanto polémicas por sus materiales, pero la intensión fue utilizar cartones reciclados para que estas tuvieran un segundo uso después.

Asimismo, muchos de los espectáculos deportivos se realizan en instalaciones ya construidas para evitar la disposición de recursos en infraestructura que probablemente no se usaría después.

No sabemos qué habrá pasado con toda esa cantidad de estadios en Qatar… ¿qué será de ellos?

Otro dato curioso es que la energía para alimentar los juegos proviene de fuentes renovables como, por ejemplo, la solar, geotérmica y eólica. Esto sin contar que, como  sabemos, parte de la crisis global está atada al desperdicio de comida y al origen de esta. Es por esto que se aumentó el origen vegetal de los alimentos de los atletas, al igual que el uso de plástico en estos y, claro está, el transporte a largas distancias de los productos.

De nada sirve que vengan en empaques sostenibles si dejan una huella gigante en el transporte para llegar al consumidor.

Ahora bien, sé que muchos van a decirme que es Greenwashing o una estrategia para “quedar bien” ante el mundo.

No lo sabemos, pero el esfuerzo sí se nota y hay que resaltarlo. También tengo claro que la Agenda 2030 de las Naciones Unidas no contempla la S de sostenibilidad enfocada únicamente a reducir emisiones o plásticos de un solo uso. También contempla el acceso igualitario a la energía limpia, la protección de los mares, la fauna y flora. La erradicación de la pobreza, la violencia de género, entre otros objetivos.

Seguramente muchas de las marcas, patrocinadores, y el mismo evento, no son socialmente igualitarios o incluyentes en sí.

De por sí asistir cuesta muchísimo dinero lo cual lo vuelve para un público muy concreto que logra costearlo.

Pero justamente por eso es tan importante que utilicen esa plataforma y recursos para dar ejemplo y no sumarle una huella negativa más al Planeta. Visibilizar a todas las comunidades, países, géneros y orientaciones sexuales. Y sobretodo, que se compensen los impactos ya generados; 1,5 millones de toneladas de C02 tampoco es que sea cosa menor, ¿no creen?

Ojalá el balance al final del evento sea que la S se convierta en hechos verdaderamente demostrables que dejen de qué hablar para próximos eventos no solo en cuanto a la sostenibilidad entendida desde lo verde para la Tierra, sino también la S de socialmente responsable con las personas. 

Los leo.