Incluso si se detuvieran hoy las emisiones de combustibles fósiles, el apetito actual del mundo por la carne y los lácteos por sí solo podría empujar el calentamiento más allá del catastrófico umbral de los 2 grados centígrados (Samuelson, 2024).
Asimismo, la WWF estableció que la producción de ganado a nivel mundial ocupa alrededor del 25% de los terrenos del Planeta, una cifra bastante preocupante si la tomamos desde el punto de vista de un solo commodity.
Les traigo algunos ejemplos que llamaron bastante mi atención, donde y sobre todo, en EE. UU., se ha desarrollado un tipo de carne de res que dice ser cero emisiones y sostenible.
¿Mito o realidad?
La carne fabricada en laboratorio o el lab-grown meat, se produce a partir de las células madre de las vacas en un procedimiento que, según se dice, no es doloroso para el animal.
La cultivación de células es un proceso en el cual una célula es obtenida de una planta o animal y posteriormente colocada en un ambiente artificial. Lo anterior, usualmente compuesto de nutrientes como animo ácidos y carbohidratos. En este sentido, solo se necesita una célula madre para generar hasta un trillón de células del músculo.
Ahora bien, una célula tiene la capacidad de transformarse en un trillón de tejidos musculares que equivale a varias hamburguesas.
El costo de una hamburguesa promedio de este estilo es aproximadamente 11 dólares lo cual, comparado con aquellas que son comerciales, claramente sigue siendo muy costosa. Sin embargo, esto permitiría tener una producción constante a gran escala.
¿Igual de ricas? Probablemente no, pero son alternativas que ya se están cocinando.
Por otro lado, en EE. UU. se aprobó hace un par de años lo que ellos llaman como “Brazen beef” que es la única carne certificada como amigable con el Planeta y desarrollada por la compañía Tyson.
Esto ha generado un sinfín de teorías y criticas ya que la compañía afirma que su carne reduce el 10% de las emisiones de C02. No obstante, ¿qué tan comprobable es esta información?, ¿cómo logran verdaderamente medir ese impacto? Lo único que nos tiene al borde de una catástrofe ambiental no son solo las emisiones; la ganadería extensiva también contamina las fuentes hídricas, utiliza una gran cantidad de agua, reduce los terrenos nativos de ecosistemas que albergan infinidad de fauna y flora, entre otros.
Claro que una alimentación balanceada del ganado ayuda, entre otras cosas, a que este no produzca la misma cantidad de emisiones no solo de C02 sino de metano a la atmósfera. Pero hasta el momento, no nos brinda unas cifras de cero o cercanas a ello.
Ojalá que la industria productora sí logre mermar las emisiones por cada carne que le entrega al mercado y permita que el público comprenda no solo este proceso sino cómo en toda la cadena de valor están coexistiendo de una mejor manera con el Planeta.
Ah, y cuidado con el greenwashing ya que en el afán de demostrarle a los consumidores una idea verde, no terminemos escondiéndonos detrás de prácticas poco deseables que “ni rajan ni prestan el hacha”.
Los leo.