Ya sabemos que existe la moda “rápida” o el fast fashion, como se le conoce, hace varios años y eso no es noticia nueva. Menos va a serlo cuando estamos ahora a un clic en Google de buscar alguna prenda o artículo y nos invaden plataformas extranjeras ampliamente conocidas por todos nosotros que nos traen en un par de semanas lo que buscamos a un precio mucho menor.
Inténtelo: escriban en el buscador de su gusto: “chaqueta mujer negra” y el 90 % de artículos que nos sugieren no vienen de Colombia.
¿Nos debería llamar la atención? Yo considero que sí.
La moda rápida es ahora una industria de 150.820 millones de dólares, ha crecido un 10,74 % desde 2024 y se estima que alcanzará los 291.100 millones de dólares en 2032 (Uniform Market)
Para nadie es un secreto que la industria de la moda logra requerir hasta 700 galones de agua, por ejemplo, para producir una camiseta de algodón. Y así sucesivamente con cada prenda que nos ponemos (Earth.org, 2025). Por supuesto ni hablar de aquella que proviene de especies en vía de extinción que buscan satisfacer un deseo de algunos en lucir carteras, cinturones, y billeteras lujosas.
Pero el problema de que sea “animal friendly” o “cruelty free” no es todo el problema ya. La falta de bio-degradación de los materiales textiles, la contaminación en vertederos, generación de GIH a la atmósfera, son solo otras de las problemáticas a analizar.
Todo esto sin contar con la cantidad de energía requerida para producir todo lo que compramos (funcionamiento de las máquinas, iluminación, canales de distribución, etc).
Ahora bien, considero que una compra responsable alimenta una cadena responsable en el tiempo. Compras sin sentido e irresponsables con el Planeta, solo van a encaminar un ciclo vicioso sin fin. Y es que no llevamos un par de años en estas; desde antes de las grandes revoluciones industriales el ser humano ya tenía puesto un “taparrabos”, por lo que quiero decir que el concepto de vestirse siempre ha existido de alguna u otra forma. Por lo mismo, si no le damos un vuelco a este tema, serán muchos, pero muchos siglos más en esta situación que empeorará sin lugar a dudas. ¿No tenemos a caso ya desiertos copados de ropa?
Las condiciones laborales de los empleados es un tema que ha salido a relucir en múltiples ocasiones en países como la India y China también, donde las largas jornadas en condiciones físicamente no aptas han sido sujeto de fuertes críticas. Trabajadores extenuados con pagas malísimas en recintos pequeños nos debería preocupar.
Es por esto que, y vuelvo a mi punto inicial, me causó tanta impresión ver cómo el buscador me arroja siempre opciones traídas de otros países en grandes contenedores, recorriendo cientos de kilómetros en el mar y generando una enorme huella de carbono, en vez de almacenes 100 % colombianos donde puedo generar un impacto muchísimo menor.
La compra en almacenes de segunda mano a gran escala y la producción bajo demanda /pedido, son solo algunas de las alternativas que se vienen trabajando en los últimos años para hacer más “lenta” la moda. Antes era impensable ponerse una prenda previamente usada, hoy en día se construyen diseños nuevos con pedazos de tela provenientes de distintos artículos ya usados.
Vale la pena preguntarse si el consumismo desmedido nos ha llevado a ignorar por completo la realidad que esconde la ropa y los artículos que vestimos.
¿Será que está más de moda la coherencia sostenible que la marca? ¿Sabemos qué historia cuentan nuestras prendas en estos momentos?