Desde hace tiempo, vengo insistiendo en que se necesita un gesto de nobleza de parte de los que perdieron las elecciones el pasado 19 de junio de 2022. Es necesario que acepten la derrota, como fue aceptada por los candidatos perdedores, en 2002, 2006, 2010, 2014 y 2018, cuando asumieron la presidencia, Álvaro Uribe, Juan M. Santos e Iván Duque.
Es cierto que hubo oposición, pero oposición con argumentos, con pruebas contundentes de muchos sucesos lamentables y una corrupción que los colombianos conocemos que tiene al país sumido en la peor de las situaciones. Todos esos expresidentes, sumados a César Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana tuvieron su momento para hacer de Colombia un país próspero, educado, sin droga, con un medio ambiente puro, con energías limpias, seguro, con un bajo índice de inflación, con un dólar barato, con tierras equilibradas en producción agrícola y ganadera, con baja dependencia de minería y combustibles fósiles, que están asfixiando al planeta. Sin embargo, parece que todo está por hacer. ¿Qué hicieron esos mandatarios? ¿Por qué algunos aparecen trinando con su cara tan lavada, cuando la administración de varios fue pésima? ¿Qué hizo Pastrana en el peor mandato de la historia de Colombia? ¿Además de los litros de sangre y el desmejoramiento de las condiciones de las clases laborales que hizo Uribe? ¿Por qué, con excepción de Santos, ninguno logró siquiera un mediano acuerdo con los grupos alzados en armas y dejaron crecer una violencia que hoy enluta a tantos hogares? ¿Por qué se enfrascaron Duque y su Centro Democrático en no apoyar el acuerdo de paz e iniciar diálogos con el ELN para parar esta guerra absurda? ¿Qué ganó Duque al romper relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela? ¿Por qué el país tiene una deuda externa impagable?
Son tantos los interrogantes que habría que hacerles, que llenaríamos varias cuartillas y nunca obtendríamos respuestas reales.
Y a pesar de todo lo anterior y más, hoy quieren exigirle a Gustavo Petro que en mes y veinte días arregle un desastre que necesitaría varias décadas de gobiernos transparentes, que no tengan tantos palos en la rueda y tengan dinero para actuar. Porque esa es otra cuestión: no quieren pagar impuestos, sino seguir viviendo en el paraíso fiscal que le dejaron los mencionados expresidentes, con el remate de que Duque dejó la olla raspada, el dólar sobre los $4200, la inflación por encima del 10 % y no hizo lo que debía hacer con la gasolina.
Mucha gente, en su ignorancia, cree que lo que está haciendo Petro no está bien, pero no dan alternativas de solución. Hasta Jorge Enrique Robledo, por su odio hacia Petro piensa como un recalcitrante derechista. Y qué decir de Sergio Fajardo, quien todavía cree que sacó su penosa votación porque Petro lo quemó. Yo lo creía más inteligente.
A la lista se suman una cantidad de resentidos, que no hacen nada y pasan pegados al Tweeter, destilando dolor, envidia, rabia y algunos, tal vez miedo de que se destapen ollas podridas que los deje mal parados.
Entre esos “dolidos” están varios de los mencionados y otros como Enrique Gómez, quien creyó que ser familia de Álvaro Gómez Hurtado lo iba a llevar a la presidencia; Federico Gutiérrez, quien está levantándose apenas de la “ahogada” que se pegó en las elecciones, cuando se creyó presidente; María Cabal, golpeada hasta por su partido, que no la escogió para la consulta a la presidencia y desde entonces no se repone. Ella cree que desde ya debe empezar la campaña por la presidencia, siguiendo el ejemplo de Petro, quien no desistió en conseguirla, pero con la diferencia de que este último le lleva años luz en inteligencia y conocimiento del país. Además, Petro debatió con verdaderos argumentos en el congreso dejando al descubierto los peores hechos de corrupción que han dejado al país en la miseria casi que absoluta. A la Cabal no le cree nadie, ni el jefe de su partido. Ella, al igual que Margarita Restrepo, Miguel Uribe (apellido que lo va a quemar), Paloma Valencia, quizá una de las pocas inteligentes del Centro Democrático, aunque la va a hacer caer el “Tanque Vacío” de Miguel Polo, a quien incluyó en un proyectico de ley, para que digan que trabaja, sobre: “Adoctrinamiento de Fecode a los estudiantes”. Estoy seguro de que no sabe que Fecode es una federación de educadores que dictan clases a jóvenes que no tienen edad de votar, ni prestan atención a las cuestiones políticas. Mejor, hubieran presentado un proyecto sobre la Universidad Nacional y las demás universidades públicas, que es donde despiertan los jóvenes. Cámbienlo, para ver cómo les va.
En el mismo tenor están los demás integrantes de ese partido, cuyo jefe parece estar ya aburrido, con ganas de irse a sus fincas con sus nietos.
Me falta mencionar a parte de la prensa, con Vicky Dávila a la cabeza, quien está golpeada fuertemente y pasa escribiendo en contra de Petro, arropándose en la mediocridad de personas que no han hecho nada bueno por el país, como Francisco Santos y Felipe Robledo. A todos estos se les suma Felipe Zuleta y varios de Blu Radio.
Santos y Robledo, en su ignorancia, trataron de burlarse del discurso de Petro en Naciones Unidas. El último tildó el discurso de “cantinflesco”, demostrando que desconoce que el humor de Cantinflas siempre estuvo cargado de análisis y crítica. Y el primero, se ríe de todo y su partido se ríe de él. Es la hora y todavía no sabe qué cargo ocupó entre 2002 y 2010.
Esa parte de la prensa se la pasa desinformando y formando una bomba de tiempo que hasta a ellos se los va a llevar por delante. Pulitzer dijo: “Con el tiempo, una prensa cínica, mercenaria, demagógica y corrupta formará un público tan vil como ella misma…”
¿Qué clase de alumnos habrán sido en la universidad? ¿Entrarían por méritos a los medios donde han laborado? ¿Nunca habrán tenido problemas con jefes? ¿Recordarán las características que debe reunir un periodista? ¿Recordarán los principios y valores de un comunicador? ¿Y la ética de la comunicación dónde quedó?
Ya las elecciones pasaron. Petro es presidente. ¿A quién le conviene el fracaso de Petro? Si los colombianos no comenzamos a luchar en un mismo sentido, nadie levantará a este país.
¡Qué Dios nos ilumine y deponga los odios de algunos y dejemos trabajar a Petro, porque si él fracasa, todos fracasamos!
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