Volveremos a juntarnos, volveremos a brindar
Un café queda pendiente en nuestro bar.
Romperemos ese metro de distancia entre tú y yo.
Ya no habrá una pantalla entre los dos.
(Canción de Lucía Gil-Fragmento)
La cercanía de la muerte nos hace humanos. Humanos, no más humanos.
Cuando estuvimos en plena pandemia, cuando era incierta nuestra suerte, cuando veíamos que la muerte no distinguía entre clases sociales, oficios, profesiones… Que ya no era patrimonio de los septuagenarios. Que tuvimos que taparnos la mitad de la cara, para tratar de escondernos de esa bendita enfermedad que se llevó a muchos seres queridos que nunca creímos que se irían primero que nosotros, nos “humanizamos”. La sensibilidad nos salió a flor de piel, quisimos más a nuestro prójimo, prometimos tantas cosas…
Sin embargo, a medida que iba cediendo la pandemia, se iban olvidando los buenos propósitos. Y el acercamiento a la familia, en muchos hogares, se convirtió en un infierno. El hombre, hablando genéricamente, fue volviendo a ser ese mismo lobo contra el mismo hombre.
Así mismo, en el confinamiento, los mensajes en Whatsapp, Twitter, Tik Tok, Facebook e Instagram, entre otros, venían cargados de cariño, de fe, de amor, de esperanza. Se avizoraba un mundo diferente.
Pero, ¡Qué va!, todo fue una ilusión. Los lobos y las serpientes recuperaron su maligna esencia.
Recuerdo que le aconsejé a alguien, que parecía una buena persona y que creaba mensajes de Tik Tok mostrando el camino que recorría en su motocicleta, ayudado por un dron, que escogiera un tema para que orientara a sus seguidores, ya fuese sobre secretos de la carretera o de los recorridos en motocicleta. ¡Qué va! Mostró su verdadera esencia y comenzó a denigrar a los demás, incluidas la mujer que le entregó los mejores años de su vida (siendo él quien falló), la familia de ella y amargó a sus dos inocentes retoños que se encontraron en un mundo raro que sus mentes infantiles no comprendían.
De igual manera, en la política, personas que uno cree preparadas, como la senadora más votada del CD; el que se cree heredero de Salvación Nacional; periodistas que creíamos serios y objetivos se tomaron Tik Tok, porque en las otras redes no se ve tanta ordinariez y en cambio en ésta se mueven muchos mensajes serios, pero en su gran mayoría, lo que más se ve es vulgaridad y faltas de respeto disfrazadas. En Tweeter, Facebook e Instagram hay más seriedad.
Y los politiqueros, enemigos de Colombia, pueden mover en Tik Tok, aprovechando el mal momento de Colombia y el mundo, a mucha gente con las mentiras como aquellas conque perdieron el poder.
¿Que seríamos diferentes, después de la pandemia? ¿Que seríamos mejor gente? ¡Qué va!
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