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El mundo es un lugar peligroso para vivir; no por las personas que son malvadas, sino por las personas buenas que no hacen nada al respecto.
(Albert Einstein)
No soy charista, ni noguerista, ni pumarejista, ni veranista para mencionar a algunos de los últimos alcaldes y/o gobernadores de Barranquilla y Atlántico que han mostrado obras importantes y necesarias para el progreso de la ciudad y el departamento. Tampoco voy a decir que las administraciones de Alejandro Char, Elsa Noguera, Jaime Pumarejo y Eduardo Verano han sido perfectas. Y mucho menos, estoy de acuerdo con la frase de mucha gente cuando se refiere a un gobernante que realiza obras que benefician a la comunidad: “Si roba y hace, está bien”. No. Si el pueblo elige a una persona, lo hace para que trabaje honestamente por y para los ciudadanos. Sin embargo, hace años escuché a un funcionario amigo decir que nunca recibió dinero por los contratos de obras que necesariamente tenían que hacerse en el sector que él dirigía y que la empresa escogida mediante licitación, le dijo que si él no recibía la comisión, alguien de la administración la tomaría. Da tristeza que en Colombia no se puedan hacer obras limpias en todo sentido. Si una empresa gana una licitación por méritos, no debe pagar ninguna comisión.
No estoy diciendo que las personas que mencioné al principio de este escrito hayan realizado estas prácticas, pero sí he escuchado lo de “si roba y hace…”. Además, me he enterado por las redes sociales y personas que hablan abiertamente, de problemas con campesinos y otras personas que dicen haber sido despojadas de sus tierras por familias adineradas de Barranquilla con la anuencia de los últimos gobernantes. No tengo prueba de nada.
Hoy, cuando INVAMER realiza una encuesta para sondear el deseo de la gente para que alcaldes y gobernadores manejen sus municipios y gobernaciones, para no depender tanto del gobierno central, me pongo a pensar que sería lo más equivocado que puede suceder en nuestro país; porque si con presupuestos más bajos hay lugares donde la corrupción se lleva el dinero y no realiza ninguna obra, qué sería con mayores sumas. No quiero ni pensarlo.
Y he puesto el ejemplo de Barranquilla y Atlántico, porque, a pesar de vivir desde hace casi 50 años en la primera, nunca he olvidado a Plato, municipio donde nací y me quedan hermanos y familiares, ni al Magdalena. Y al comparar el manejo que le han dado a los cuatro lugares, veo con tristeza que el departamento del Magdalena y sus municipios no han tenido una sola administración que los redima y haya dejado, por lo menos, una obra que mostrar. En Plato, por ejemplo nunca se ha tenido agua potable 24/7. Y el alcantarillado ni se diga. Los alcaldes y los concejales llegan y misteriosamente olvidan las promesas de campaña. ¿Qué hacen con el presupuesto? Dios lo sabe.
Ya comenzó el sonajero político y se vuelven a escuchar a los que estuvieron y no hicieron nada y a los que van “en cuerpo ajeno” o los nuevos que adquirirán las viejas costumbres.
Mientras tanto, los plateños veremos pasar el Río Magdalena con angustia por la constante amenaza de desbordamiento, rogándole al Señor que no se rompa el dique mal construido que sirve para facturar millones en “arreglos” y vivir con la podredumbre y el desbordamiento de los manholes.
El resto del presupuesto será dedicado a fiestas y monumentos del Hombre Caimán…
Y si así es en el Magdalena y Plato. ¿Cómo será en lugares donde no hay ni Dios, ni ley?
Pienso que más que separar y disgregar, debemos unirnos buscando consensos entre todos los partidos y ciudadanos para hacer las reformas que necesita Colombia. Ya es hora de trabajar unidos por nuestro país