¿De qué vale tener bacinilla de oro, orinando sangre?
Blanca Riccioli de Cotes
Así decía mi madre, cuando le contaban de mujeres de nuestro pueblo, Plato, que vivían con hombres que no querían y eran infelices, sólo para que les dieran lujos o para guardar las apariencias de un hogar feliz.
Esa es la misma situación que, pienso, vive Nicolás Maduro, su esposa y todo su comité de aplausos: comiendo de todo lo que les place, durmiendo a la hora que quieren, pero no pueden salir de la cárcel que ellos mismos construyeron y de la que nadie los puede sacar, simplemente porque ellos mismos se encerraron y sus acciones no los dejarán salir. Ni quieren hacerlo. Y a quienes les hablan de libertad, lo agreden de palabra o se convierten en sus enemigos automáticamente.
Maduro no es una copia de Hugo Chávez, como muchos dicen. Chávez fue una persona pensante, inteligente, amante de la libertad y el bienestar de las clases menos favorecidas, con errores, como los tenemos todos. Lo peor que le pudo pasar a Venezuela fue que Chávez se muriera y lo reemplazara Maduro o lo hubiese reemplazado Diosdado Cabello. Son dos personas iguales. O, tal vez, Diosdado es más astuto y no aspira a la presidencia para que los ataques los reciba Maduro y él (Diosdado) lleve sus “lujos” en su encierro.
Quizás, son más libres los venezolanos que afrontan dificultades. Sin embargo, éstos se acostumbraron a esa vida y no son capaces de organizarse para sacar a Maduro, a las buenas o a las malas.
En Colombia, ya estamos despertando. Los Maduros de acá perdieron el poder en el 2022, con Gustavo Petro, quien no se parece a Maduro, Ortega, Castro, ni Chávez. Si se pareciera, Colombia habría tomado otro rumbo. No obstante, en nuestro país, nos acostumbramos a ser como los pájaros enjaulados, que cuando les abren las puertas, no salen porque les da miedo la libertad.
En Colombia, nos ganó el miedo. Álvaro Uribe Vélez, con una enorme inteligencia para la maldad, ha manejado la sicología del pueblo y los ha amedrentado como en el referendo por los acuerdos de paz en el 2016, que dijo a los que lo siguen ciegamente, como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y muchos del Centro Democrático que había que hacer que el pueblo saliera a votar berraco para que votaran por el NO.
Hay muchos colombianos que no saben qué es la izquierda y qué es la derecha. La izquierda es lo que predicó el liberalismo cuando no se habían atomizado los partidos tradicionales en Colombia. Es lo que predican los demócratas en el mundo. Mientras que la derecha es lo que pregonaban los conservadores cuando sólo existía el bipartidismo en nuestro país. Es lo que predican los republicanos en EE.UU y los conservadores en el mundo. Lógicamente, si se llega a los extremos, viene una degeneración de la política. Como ha sucedido en Colombia.
En Colombia, desde cuando aparecieron los partidos de la U, A, E, I, O., se acabaron las ideologías, el debate serio y con argumentos, y apareció la figura de la “oposición” sin fundamentos. Los congresistas se dedicaron a decir X, si el ejecutivo decía Y. A no aceptar lo que dijera el contrario, aunque estuviera bien. Se acostumbraron a romper el quórum en el Congreso para no debatir con ideas una reforma, si muchos de ellos tienen intereses particulares, sin importar qué le conviene al pueblo, a los desposeídos, a los más pobres.
Yo estoy de acuerdo con que el pago directo a las IPS, que parece ser lo que menos ha gustado a los congresistas que se oponen a la reforma a la salud, no se haga directamente desde la ADRES, porque se presta para la corrupción como cuando existía el ICSS, pero no estoy de acuerdo con la creación de EPS de garajes y la concentración de ellas en manos de politiqueros, pues es el mismo mal. Las EPS deben ser entidades serias, sin ánimo de lucro, que no atenten contra la salud de la gente.
Por el egoísmo de los poderosos y por la idea de que si Petro hace un buen gobierno, va a venir otro cuatrienio para la izquierda, se está perdiendo tiempo precioso. Todos tenemos que aportar, pero no como para la vaca antioqueña, porque Antioquia no es una rueda suelta, ni es “Antioquia Federal”, como dicen algunos envalentonados por la resurrección de la idea de “Regiones Autonómicas” de Eduardo Verano De La Rosa, por parte del presidente del congreso de la república, Iván Name Vásquez, quien pasará por esa dignidad sin pena y sin gloria. Enfrascado, al igual que los congresistas costeños, que se la han pasado calentando puesto y beneficiándose con jugosos contratos y ahora es cuando vienen a reclamar a Petro muchas cosas contra la Costa Atlántica, que hicieron o dejaron de hacer en los periodos de Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos e Iván Duque. Ningún costeño se ha atrevido a aspirar a la presidencia, porque no se creen capaces. A diferencia de muchos antioqueños que aunque no tengan la capacidad, se lanzan en busca de ella.
Es tal la seguridad en sí mismos, que algunos antioqueños piden que se constituya la Antioquia Federal, anexando al eje cafetero. ¡Vivos que son: ellos mandan y el Eje Cafetero pone sus recursos y riquezas! ¿Por qué, en vez de pensar en eso y en colectas para vías 4G que dejaron de hacer los antecesores de Petro (muchos de ellos, de Antioquia), no hacen una vaca para erradicar la droga, la prostitución, el sicariato y la mala imagen que tiene Medellín? ¿Por qué no acaban el problema de la violencia en la zona de Urabá?
¿Por qué no se hace una colecta a nivel nacional, para contratar gente particular, sin trabajo, que arranque las matas de coca, como se contrata personal para recolectar cafe en los tiempos de cosecha y sobre todo, en la bonanza cafetera en los tiempos de López Michelsen?
En fin, yo creo que debemos trabajar y dejar trabajar a Petro. Gústenos o no, es el presidente por voluntad del pueblo. Y la voluntad del pueblo se respeta. Así como Uribe, Santos y Duque cumplieron, bien, regular o mal sus periodos, colaboremos con Petro para que quien venga en el 2026, encuentre un mejor país. Para bien de todos.
¡Recuerden que somos mortales y que venimos al mundo con las manos vacías y con las manos vacías nos vamos!
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