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Por más empeño que hablemos de sociedades y organizaciones, -públicas o privadas-, socialmente responsables, sin personas responsables, esto quedará solo en un espejismo. Por eso, a la par con el concepto de la Responsabilidad Social Empresarial, RSE,  se torna estratégico darle relevancia al concepto de Responsabilidad Social Individual o RSI.
La RSI puede definirse como la conducta ética de la persona para consigo misma y con su entorno, y va mucho más allá del cumplimiento de las obligaciones legales. 
Está relacionada con su actitud en el hogar, consigo mismo, con su familia, con sus amigos, con el ambiente, con el trabajo, con sus vecinos y con la sociedad. La RSI es sinónimo de transparencia, escucha activa y mejora continua personal.
Por eso, se convierte no solo en el combustible básico a la hora de poner en marcha cualquier programa de RSE, dado que solo  con personas comprometidas se lograrán acciones permanentes que contribuyan al desarrollo sostenible, lo cual es el objetivo principal  del concepto de responsabilidad social, sino también para lograr mejoras en las condiciones de nuestra sociedad.
¿Cómo implementar la RSI? 
Cuando se habla de RSI no falta quién lo relaciona con actividades de carácter filantrópico o de caridad de personalidades públicas, lo cual si bien tiene un impacto positivo en la sociedad,  no es sostenible si no forma parte de un conjunto de acciones, comportamientos  y actitudes que parten desde el compromiso con la vida misma y con el rol que juega cada persona dentro de los diferentes grupos de los cuales forma parte.
Aplicar la Responsabilidad Social Individual significa ser personas conscientes de los valores y principios que rigen su vida y sus decisiones, siempre a favor no solo del bienestar propio, sino colectivo.
Es ver el  comportamiento en varias  dimensiones: la personal que implica  estar conscientes de las creencias, valores, misión y visión personal y el impacto que tienen en quienes nos rodean;  en lo laboral que se traduce en participar activamente en la empresa, ser responsable en el trabajo y en la profesión y/o actividad elegida; en lo ambiental que conlleva  el cuidado del entorno y uso racional de los recursos naturales;  la comunitaria  que lleva a  participar activamente de las necesidades sociales, como colaborar con ONG, municipio y la  de mercado que implica  un consumo responsable en la medida de lo posible 
Concluyo con la siguiente historia que refleja los resultados que se obtienen cuando se está a la espera de que sea «otro» el que dé el primer paso en la implementación de acciones y/o soluciones que todos necesitan:
«Había que hacer un trabajo importante y Todos estaban seguros de que Alguien lo iba a hacer. Cualquiera lo podría haber hecho, pero Nadie lo hizo. Alguien se enojó por esto, porque era el trabajo de Todos. Cada uno pensó que Cualquiera lo podía hacer, pero Nadie se enteró de que Todos no lo iban a hacer. Todos culparon a Alguien, cuando Nadie hizo lo que Cualquiera podría haber hecho».
Twitter @liderazgoarriba
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