Bogotá, nuestra amada y maltratada capital, recoge y reproduce todas las expresiones del país, siendo el sincretismo el rasgo dominante de nuestra Atenas Suramericana, esta condición también la convierte en productora de una serie de historias asombrosas que no tardan mucho en llegar a oídos de todos sus habitantes y a recorrer sus calles para perdurar en la historia, ya hace algún tiempo en este Blog habíamos rescatado algunos de estos mitos (ver Mitos-Urbanos I). Hoy traemos una no muy deliciosa selección, esperamos que la acaben de leer y no se guasqueen en el intento
- Pony Malta: que nada te detenga (ni siquiera un muerto)
Gran revuelo ocasionó la noticia del muerto que fue a parar (o a saborizar), los tanques de Pony Malta. Nuestra querida bebida de campeones, al parecer no se nutre solo a base de flamantes campeones sino también de humildes obreros que se desaparecen para darse un último y refrescante chapuzón; la noticia difundida rápidamente en redes sociales alcanzó a inquietar a las directivas de la empresa al punto que le toco salir al mismísimo presidente a desmentir la noticia. No me alcanzo a imaginar la cara de desconcierto de los sudafricanos dueños actuales de Bavaria, enfrentando este chascarrillo criollo, y luego cuando les tuvieron que contar que el muerto ya se había clavado en los tanques de Naranja Postobón en los 80`s y de Coca Cola en los 90`s, claro está, sin el alboroto de redes sociales e internet. Hay que tener en cuenta que ha circulado el mismo mito del trabajador que cae pero en tanques de gasolina, a lo cual no se le ha dado mucha importancia ya que el combustible no se come.
Por eso la recomendación de este blog es que si va a tomar bebidas de malta, mejor que sean fermentadas o como se dice en la calle jartese una pola, antes que le caiga un muerto.
- Queso de Niño Perdido
El queso de cabeza es un plato de origen europeo, a base de los cortes de carne de la cabeza del cerdo, y particularmente ha calado de manera insospechada en el corazón (o mas bien en la barriga) de los bogotanos; no hay tienda de barrio que no tenga una bandeja de este «queso», que acompañado de pan y gaseosa, al igual que su primo el salchichón, constituyen una cómoda y balanceada opción alimenticia a la hora del almuerzo. Lo que ha causado algo de prevención ha sido su composición a base de diversos cortes en una base grasosa que ha llevado a creer a más de uno que ha encontrado dedos, parpados, dientes, narices, ombligos y un sinfín de partes humanas en sus jugosas tajadas, claro está, estas partes dado el pequeño tamaño de las porciones siempre son de niño, no se por qué esta fijación pero si no cree compre un pedazo y mire a ver que encuentra.
2. Chicha de Calzón (Viagra Criollo?)
Ninguna bebida ha sido mas perseguida y vilipendiada que nuestra noble y criolla Chicha, primero los españoles que buscaron imponer rentas sobre las bebidas y luego la persecución infame de los alemanes que nos pusieron a tomar cerveza ayudados como siempre por los gobernantes pusilánimes de turno. Cuando la chicha era la reina de las bebidas en Bogotá, había una intensa competencia entre las chicherías de la Perseverancia, los Mártires, Santa Fe, las Cruces y otos barrios por tener la mejor receta, es así como monedas, prótesis dentales y hasta los calzones de la «doña» iban a parar al fondo de la múcura en pro de obtener la clientela más numerosa. Obviamente nadie pondría tales ingredientes en una receta, pero fue la supuesta falta de higiene el caballito de batalla de los que persiguieron nuestra ancestral bebida y aún se escucha por las calles que la chicha requiere algo de mugre para ser perfecta. (aquí entre nos yo también lo creo).
3. Crocante Urinario (Chicharrón de Vejiga)
Que yo sepa, lo único que hinchan los orines son las vejigas, sin embargo en Bogotá, hay gente que tiene otras opiniones y para nadie es un secreto que en la sabana sentimos una devoción por todos los productos y subproductos del cerdo, en especial el chicharrón. Cuando el fútbol fue creciendo en el gusto de los bogotanos obviamente al lado del estadio se instaló «el palacio del colesterol» en donde empezaron a cobrar fama unos gigantescos trozos de chicharron totiado y a la vez que crecía el gusto también crecía el mito que la crocancia de los chicharrones se debía a que el tocino era remojado en orines, de donde salían? nadie lo sabe pero a juzgar por los fabricantes, parece que se tenían que beber muchos litros de cerveza para dar a basto a la demanda de los comensales. Curiosamente este mito nunca afectó la venta de chicharrones e incluso se llegó a escuchar en las calles bogotanas: «si los orines le dan el sabor a los chicharrones…. pues benditos sean los orines».
4. Ese Chivo me esta Ladrando (de los mismos creadores del gato por liebre)
En Bogotá es posible conseguir comida de cualquier parte del país, sea la que sea, las colonias se han encargado de proveer a sus coterráneos de las delicias locales. En un momento hacia la década de los 80´s el chivo asado y el cabrito santandereano se encontraban en la cúspide de las preferencias capitalinas proliferando un gran número de asaderos que se ubicaban en Engativá y fue tanto el auge que como siempre empezó a crecer el mito que lo que se vendía era perro asado (de raza gozque y con sarna preferiblemente). De esta forma las autoridades sanitarias investigaron al tiempo que los asaderos de chivo comenzaron a desaparecer. Un amigo santandereano me contó que el mismo mito existe en su departamento con los restaurantes de carretera ya que para un neófito es absolutamente imposible establecer la diferencia, cosa que saben los rentauranteros, yo por eso prefiero pasar por rolo y pedir pechuguita asada.
y ustedes que mitos conocen?
Sigame en Twitter : @gilronguz