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Esta podría ser una historia macondiana. Ocurrió este martes en el Senado.

Acababa de empezar la sesión en la Comisión Primera, cuando José Obdulio Gaviria, del Centro Democrático, se desplomó. Perdió la conciencia. La primera persona que lo auxilió fue Carlos Antonio Lozada, del partido Farc. Sí, lo salvó el exguerrillero que los compañeros de José Obdulio —y hasta José Obdulio— no quieren ver sentado en el Congreso.

Con un masaje cardíaco, Lozada logró reanimar a Gaviria. Paradojas, paradojas.

Lozada les contó a los periodistas que cuando lo vio en el suelo no dudó en ayudarlo y lo asistió gracias a las experiencias que le dejó “la guerra”.  Carlos Antonio, ahora convertido en un ciudadano desarmado, hizo lo que cualquier persona tenía la obligación de haber hecho: ser solidario. Y ayudó, y lo hizo muy bien.

Atrás la mezquindad, atrás el orgullo. La vida por encima de todo. La escena de Lozada ayudando a Gaviria fue algo poético que dejó muchas lecciones, incluso para el mismo José Obdulio. Las cosas de la vida.

Juan Alcaraz
@Juan_AlcarazS

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