De nuevo Luis Emilio Arboleda Arenas se cree muy macho con sus gritos. Otra vez este señor, de sombrero, carriel y poncho, vuelve a hacer lo que le da la gana. Con una navaja protagonizó el pasado sábado un acto de vandalismo en el Pueblito Paisa. Atacó a puñaladas y cortó en pedazos la bandera de la población LGBT que fue izada por la Alcaldía como símbolo de diversidad e inclusión en el mes del Orgullo.
Su gritería ya la habíamos escuchado: insultó a Germán Vargas Lleras en 2017 cuando caminaba por el centro de Medellín y arremetió contra la prensa durante la audiencia de Santiago Uribe, hermano del expresidente Álvaro Uribe.
Nada bueno se puede esperar de él.
Lo de Arboleda fue un acto de homofobia que dejó un comparendo de 800 mil pesos y una foto en la que posa con los tres policías que no le decomisaron su arma blanca y lo dejaron libre.
Como paisa me duele que piensen que todos somos como este señor grosero y ordinario. No todos los paisas somos así. Este intolerante no habla en nombre de los antioqueños que estamos cansados de la violencia y de ver cómo pisotean la dignidad de los demás. No permitamos que normalicen el odio.
El domingo la bandera la volvieron a izar y ondeaba muy campante. Le demostraron a Arboleda que #ElAmorNoSeCorta y que de nada le sirvió su patanería. Ojalá que esa incitación a la violencia no termine algún día en algo peor que hacer trizas unos pedazos de tela.
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