Recuerdo con mucha nostalgia y orgullo la primera entrega de una biblioteca en Icononzo, (Tolima). Todo comenzó apoyando un proyecto de unas estudiantes de la Universidad del Tolima (entre ellas mi prima). Su trabajo de grado consistía en dotar de libros el espacio donde inicialmente debería quedar la biblioteca de la Escuela. Pero el lugar realmente era usado como un cuarto donde se guardaban algunas cosas de la vereda, sin poca luz y mucho polvo. Nos encargamos entonces de recoger libros, enciclopedias, cuentos infantiles, material educativo y buscar la estantería. En esa ocasión recibimos más de 1200 libros donados (nuevos y usados en buen estado). Le dimos vida a ese salón y nos encargamos de activar lo que hoy en día sus lugareños conocen como La Biblioteca de la Escuela.
En San José de Guatimbol reposa el primer centro de lectura y de consulta que donamos con Fundación Jornal. Esta vereda de Icononzo que ha sido víctima de la violencia desde los años 50, que vio crecer la lucha de Juan de la Cruz Varela y la que por su cercanía al Sumapaz ha tenido que soportar las injusticias del conflicto armado; hoy surge desde una generación que quiere otros mundos llenos de historias fantásticas y sueños posibles, eso sí muy distintos a la historia del corregimiento.
Ese ha sido el trabajo durante diez años de Jornal. Nos hemos encargado de transformar vidas desde los libros, el arte, la música, el deporte. La paz que tanto anhelamos en Colombia no puede ser posible si no garantizamos las oportunidades al campo, si no igualamos la educación a la niñez campesina y si no le apostamos desde todas las orillas a un sistema educativo actualizado y ajustado a las nuevas generaciones.
El recorrido ha sido tan maravilloso que escribiendo estas letras recuerdo con orgullo y nostalgia cada entrega y cada actividad con la que hemos recibido solo sonrisas y esperanza. Desde 2012 hemos dotado de bibliotecas a diecinueve escuelas; la mayoría en Icononzo, tres en Bogotá-Suba, Ciudad Bolívar y Betania, en Sumapaz-, una en Macanal (Boyacá), una en Soacha (Cundinamarca), otra en Ubaque, (Cundinamarca), enviamos en un avión de la ONU 9 cajas llenas de libros a San Vicente del Caguán e instalamos la biblioteca infantil en el ETCR Antonio Nariño.
Como parte del proyecto de la Fundación, hemos acompañado procesos de fortalecimiento a la educación; como entrega de tabletas (apoyados por el programa Computadores para Educar), dotación de zapatos y tenis para ir a estudiar, entregas anuales de útiles escolares y en los últimos dos años, donaciones de maletas para que nadie falte en las aulas y también pupitres para que puedan aprender sin ningún problema. No han faltado los regalos para ellos y ellas cada año en navidad y hemos procurado sacar muchas sonrisas en el día del niño y la niña. Diez años haciendo lo que a muchos gobiernos locales poco les interesa. En pandemia nos encargamos de que la niñez de Icononzo siguiera leyendo en los rincones de sus casas a pesar de tener sus escuelas cerradas. Y luego del encierro abrimos una Escuela para pintarla y regresarle su alegría.
Nos llamamos Jornal porque ese es el pago diario en las labores del campo y por eso nuestra bandera es la de dignificar el potencial campesino, sus luchas y grandezas.
Agradezco a cada una de las personas que han hecho esto posible, a quienes siempre confían en nuestro trabajo y nos ayudan a materializar los proyectos. No defraudaremos la confianza y seguiremos trabajando por la educación campesina.
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