Algún supermercado en el futuro:
– Señor, una degustación – le ofrece una hermosa impulsadora, que le estira al cliente un papelito de color rosado.
– ¿Qué es? – Pregunta el hombre, al tiempo que detiene su carrito de mercar.
– LSD con sabor a frambuesa- responde ella-. Es nuestra nueva presentación. Claro que, si lo desea, le ofrezco nuestro tradicional y delicioso sabor a maracuyá, o nuestro exquisito mango- toronja. No tiene efectos secundarios, viene en diferentes tamaños, dependiendo de cuánto tiempo desee usted que le duré el «viaje». Pruebe, es delicioso, y no crea adicción.
– Por el momento paso, señorita. Sucede que no piloteo muy bien los alucinógenos, la vez pasada acepté una degustación similar y terminé conversando con una guanábana. Incluso, olvide recoger a mi señora del trabajo.
– Me imagino, perdió totalmente la noción del tiempo.
– Que si qué. Eso por un lado, por el otro, debo admitir que hubo mucha empatía entre la fruta y mi persona. Usted viera el dolor que sentí cuando otro cliente la tomó del estante y se la llevó, la compró.
– Lo lamento señor, suele suceder. El mes pasado fuimos testigos de un caso similar, pero esa vez el protagonista no fue el amor sino la intolerancia, un cliente se enfrascó en una fuerte discusión con una papa sabanera.
– A propósito, señorita. Soy nuevo en este sector, apenas hoy conozco este supermercado y necesito comprar algunas drogas para la fiesta del cumpleaños de mi hija. Podría usted indicarme en dónde está el perico, no lo veo.
– Claro que sí, venga conmigo… Aquí tiene caballero, cocaína en gramos, o por libras. Le aconsejo esta marca; «Saturno», es nueva en el mercado, cien por ciento pura, vea usted mismo… Blanca como la nieve… Permítame le obsequio una pequeña prueba para que se deleite con la calidad de nuestro producto.
– ¿Puedo esnifar?
– Pero claro, esa es la idea, adelante.
– Snif, snif… excelente merca. ¿Le molesta si snif, snif otro poquito?
– Claro que no, caballero… Péguele, péguele con confianza… ¿Qué tal? ¿Siente que se le traba la lengua?
– Para nada. ¡Fenomenal! ¡Me siento eléctrico!, ¡animado!, ¡hiperactivo!…
– Estaba segura de que le iba a encantar. Este maravilloso polvo que comercializamos contiene embaladol, un compuesto químico que lo mantiene enérgico y a la vez elimina por completo esa ridícula carraqueadera y el adormecimiento de la lengua. Y para que me crea, vamos a hacer una pequeña prueba de dicción, espere, quédese quieto. Y ahora, repita conmigo: memo medina mimaba melosamente al minino de su mamá manuela, mientras mimí memo…
– Memo medina mimaba melosamente al minino de su mamá ¿? ¿?
– Manuela. ¿Se fija? Esas lagunas mentales son por andar usted metiendo esa forcha que vende la competencia. Que pena que se lo diga, pero por ahorrar unos pesos no puede estar soplándose todo lo que pongan enfrente. Nuestra filosofía no es vender a cualquier costo, sentimos un enorme respeto por la nariz de nuestros clientes. Nuestro moderno laboratorio trabaja incansablemente para eliminar esos desagradables efectos secundarios, todo sin afectar la pureza o ir a alterar las sensaciones que tanto le agradan a nuestra distinguida clientela.
– No se hable más, me llevo… ¿60 invitados?
– ¿Qué tanto huelen los compañeritos de su nena?
– Mis respetos.
– 60 narices, 120 fosas… Con media libra creo yo que está bien. ¿Qué otra cosa más desea llevar, caballero?
– Lo que no puede faltar en ninguna fiesta de jóvenes.
– Maracachafa, claro que sí, caballero, acompáñeme.
«¿Alguna vez imaginaste volar por los lugares más increíbles, sin moverte de tu casa?» «Transpórtate a un mundo de ilusiones donde todo puede ser realidad, Bareta Saturno»…
– No es por nada, pero nuestra marca, «Saturno», produce la mejor bareta del mercado. Competimos con calidad. Somos los únicos en ofrecer una amplia gama de productos, según la necesidad de nuestros clientes: «Cannabis light», a diferencia del resto, esta no da hambre, por lo tanto no engorda, es perfecta para las jóvenes que desean cuidar su figura. «A meter en serius», contiene norisatrel que elimina esa risita tontarrona. «¿Trabadius yo?», evita el enrojecimiento de los ojos, Y «cannabis inodorus», no huele…
– Cuanto mejor, a mi señora le molesta ese olor. Deme media libra de esa última, y un bloc de papel para armar los porros.
– Le ofrezco esta presentación, vienen 10 porros perfectamente preparados.
– No es necesario, a la nena le encanta armarlos, hacer bien los rollitos, pegarlos… Hace parte del ritual.
– Veo.
– ¿Susto, señorita?, ¿tiene susto?
– Claro que tengo susto caballero, mucho susto, venga conmigo… … Perfecto, hemos llegado al Stan del terror… ¿pistolos?, ¿maduritos?
– Nada de eso, el bazuco lo quiero puro.
– Tenga, aquí tiene.
– Este producto me asegura, ¿un temor leve, moderado, intenso?
– ¿Es para usted? -el hombre responde afirmativamente – Intenso, fortísimo, una vez empiece a soplar nuestro maravilloso bazuco se va a tullir del horror. Tan paniqueado va a estar, que va a sentir que su suegra se muda a vivir con ustedes, que retrocede en el tiempo y se le tiene que esconder de los tombos, o, ¿su hija tiene peluches? -el hombre responde afirmativamente-, que los peluches de su hija están tramando un complot para asesinarlo.
– Que vídeo.
– Y eso no es todo, por la compra de este kit lleve completamente gratis esta hermosa pipa, completamente labrada a mano.
– Muchas gracias, muy gentil.
– ¿Algo más caballero, pepas, heroína?
– Por ahora no, así está bien… Ah, una última cosa, me puede indicar, ¿en dónde están los huevos, la leche, y el queso?, debo seguir con el resto del mercado.
– Claro que sí, dos pasillos más adelante y dobla la izquierda.
– Gracias.
– Que tenga un buen día, caballero. Y recuerde, trabajamos para brindarle lo mejor.