Algún lugar en el futuro:
 Inventan la máquina de la felicidad.
El interesado  en conocer, o confirmar su situación, tan solo  debía   sentar su mano derecha sobre ella y esperar el resultado; si se encendía el bombillo verde se era  feliz,  el rojo indicaba lo contrario. La inauguración estuvo a cargo de la súper estrella del momento; Dinero, mujeres, fiestas…   Definitivamente, el ser humano más indicado para hacer titilar por primera vez el botón verde.

 En una fastuosa ceremonia y ante la expectativa de más de un millar  de invitados especiales, y de millones de televidentes alrededor del mundo, la estrella deja caer su mano sobre la máquina. El resultado consterna a todo el mundo: Rojo. Los presentes reclaman una segunda prueba… El mismo bombillo. Nadie lo podía creer,  el hombre más famoso de la tierra no era feliz.  
Al sitio de los ensayos, entonces,  son convocados actores, políticos, ejecutivos, las más bellas modelos, los mejores deportistas… A ningún habitante de la otrora primera potencia  mundial, o de país europeo alguno,   se le enciende el botón verde. Desconcertados, a lo cinco meses inician  una gira por el mundo subdesarrollado. «Tal vez allí el resultado sea diferente».

 La gente que salía en la televisión, que siempre se le veía sonriente, alegre, que se la pasaba  dando consejos, la primera convocada.  El actor de moda, fue el  primero en hacerse la prueba. Tampoco, ser famoso en Colombia no era motivo de real alegría. ¿Entonces el porqué de tantas sonrisas? Quizás de  políticos ávidos de votantes, de  reinas de belleza «muertas» de la envidia por el tamaño de los  glúteos de sus «compañeras»… Sonrisas, lejos de ser el reflejo del estado del alma.    Alegando intimidad, nadie confesaba la razón de su amargura.  No tenían otra opción,  harían la prueba a los más pobres. «Como era de esperarse, el resultado fue negativo. Se comprueba una vez más lo que siempre se ha creído, pobreza es sinónimo de tristeza, pero atentos, riqueza, no lo es de felicidad». En los países desarrollados descansaron   – ¡Era de ahí, esos desgraciados no podían ser más felices que nosotros!-. A su vez, los menos favorecidos sintieron un enorme alivio al saber que los ricos y famosos no eran más felices que ellos.

Egoísmo, celos, rabia, odio… las semillas sembradas en el alma, su fruto, la tristeza, viajaba en avión privado o caminaba sin zapatos por la calle, estaba rodeada de mucha gente o completamente sola, dormía sobre sabanas de seda blanca o sobre el frío pavimento, comía caviar o moría de hambre… Inspirado en la sonrisa  de los infantes,  alguien   dijo alguna vez: La felicidad se pierde en el momento que  dejamos de ser niños, no importa que pasemos el resto de nuestras  vidas tratando de reencontrarla, ella nos abandona para nunca volver. El fondo de una copa de licor,  el dinero fácil,  de cama en cama… Lugares entre los cuales  nunca, ni siquiera, debimos haber buscado. 

De nada servían todos los avances tecnológicos si lastimosamente este mundo no era habitado por seres humanos felices,  alcanzaron a cuestionarse muchos. 
Sin embargo, las filas de personas deseosas de comprobarlo eran interminables. Fue un jueves: Argemiro, un  desprevenido transeúnte, se  detuvo a  husmear con su  pequeño hijo de cuatro años cogido de la mano. – Vamos a escoger una persona al azar-  dijo el representante de la filial, – Venga señor – señaló a Argemiro – usted parece que es feliz –  Frase que repetía a todo aquel que realizaba la prueba.  Argemiro,  hombre  tímido, se acercó. ¿Yo?… Nervioso, y algo aturdido,  puso su mano derecha sobre la maquina…  Ante el asombro de los presentes, de los millones de televidentes que seguían las transmisiones a lo largo del planeta a la espera del primer ser humano feliz, del presentador, e incluso, de él mismo, sucedió lo inesperado; el bombillo verde se alumbró. La algarabía fue total ¿Sabía usted que era Feliz? – Yo si me lo sospechaba, pero… No tengo dinero. No soy famoso, no…-¿Tiene usted algún familiar, alguien  a quien desee enviar un saludo en este momento? – Lo interrumpió  – No, soy un hombre viudo, solo tengo a  mi  hijo, él me acompaña siempre –  En ese instante tomó al pequeño entre sus brazos, elevó su mirada al cielo, y exclamó: ¡Dios mío! Te estoy cumpliendo mi promesa. Algunos presentes le preguntaron a qué se refería.        «Hace un año mi hijo estuvo a punto de morir. Es lo único que tengo en la vida, lo amo con todo mi corazón, y  le dije a  Dios; Si mi hijo vive, yo voy a ser el hombre más Feliz Del Mundo -«