Al escuchar la descripción del llamado de auxilio que a la línea 123 hizo Rosa Elvira Cely, inmediatamente llegaron a mi mente dos nombres, Fanny Lorena*, «¡me están atacando!», «¡me están atacando!»; y Karen Gamba*, la fulana aquella a la que supuestamente le estaban haciendo el paseo millonario y que casi hace linchar a un taxista. «¡Me están violando!» fue el grito de Rosa Elvira Cely, la llamada se cortó.
Se me ocurre pensar que a la persona que atendió la llamada le pudo suceder algo similar, a su mente acudió el recuerdo de una las cientos de pegas que a diario hace la ciudadanía a la línea de emergencias, y no le creyó. Apenas obvio que ante la avalancha de falsas alarmas – el 70 por ciento de las llamadas que hacen al 123 son pegas- a los funcionarios encargados los asalte la duda, obren con cautela y procedan, primero que todo, a intentar establecer la veracidad de cada denuncia, no hay sea que por atender una falsa alarma se deje de atender un caso real.
«De todas formas, mala cosa, que incompetentes», – muy seguramente reneguemos en este momento ante la magnitud y la crueldad de los acontecimientos, y con la certeza y la ventaja argumentativa que nos confiere el hecho de emitir un juicio a posteriori. Posterior a los hechos condenamos la tardía reacción de la fuerza pública en este caso, posterior a los hechos condenamos el enorme despliegue, más de 1500 efectivos que se dieron a la tarea de buscar a la alicorada periodista- humorista Karen Gamba.
Bueno, pero entonces qué es lo que en ultimas cuestionamos, ¿la acción o la omisión?, Cuando se pone en entredicho cara, pero también sello, y solo se juzga con base en la contundencia de los hechos acaecidos, lo que realmente se cuestiona es la capacidad de clarividencia del funcionario.
¿Podría haber descartado de plano que se trataba de una broma?, su experiencia debió haberlo llevado inmediatamente a inferir, sin lugar a dudas, que detrás de esta, una llamada más – ¿cuántas Fanny Lorenas no llamarán a diario a gritar lo mismo?-, se escondía un hecho aterrador, un hecho que iba conmocionar a todo un país; ni adivino que fuera, como adivino no era el coronel que ordenó el enorme operativo tras el llamado de auxilio de su amiga Gamba, ¿amiga?,¿ conocida?… lo que quiera que fuera. Saber si este par tenían algo, a ese detalle sí que le paramos bolas, y después nos las picamos de serios.
En fin, ¿qué opción tomar entonces ante un llamado de auxilio? Aunque la solución más drástica y efectiva está en nuestras manos, ni una sola pega a la línea 123; siempre será mejor que pequen por acción y no por omisión, son vidas las que están en riesgo, los hechos y el orden público exigen reacción inmediata ante cualquier alerta.
Eso sí, antes, una pequeña petición, el día que movilicen a media institución, revuelquen cielo y tierra y resulte que era una falsa alarma, ese día no les caigamos encima, por favor.
*Sí, ya sé que ni la llamada de Fanny Lorena ni la de Karen Gamba fueron al 123, pero fueron hechos ampliamente conocidos, que marcaron precedente y generaron incredulidad.