Frente a un medio de comunicación y no frente al llanto, el ruego y el dolor de sus víctimas, es que los más despiadados asesinos, y los involucrados en los más sonados crímenes, se conmueven, se arrepienten, piden perdón y nos enseñan su lado más noble.
Entre los muchos glorificados por ese mágico momento encontramos a algunos de los implicados en el caso colmenares.
Veamos
Ante una cámara de tv el vocabulario y los modales mejoran notablemente
La mamita de Cárdenas se refiere ahora a su contraparte en el juicio como los «papitos de Luis», y devela pesadumbre por lo que considera un doloroso y desafortunado accidente; en las interceptaciones lo único evidente era su afán por «archivar esa mierda».
Solo hasta el día que concedió una entrevista y gracias a la magia de los medios fue que a Jessi se le quitó lo jetona. Que pena con Juan Pis, a como arreaba de madres por ese teléfono. Nada ver con la ternura, la sensibilidad y, sobre todo, la decencia con la que respondió a todos los interrogantes que, acerca de los hechos, le planteó el periodista. «Él -Colmenares- tenía muchos sueños, metas, ilusiones… Luis Andrés no era capaz de suicidarse», afirmó Jessi con voz entrecortada y llanto en los ojos. ¡Tan tierna! ¡Tan sensible! que aun no entiendo, ¿por qué putas hijueputas no berreaba el día de la llamada interceptada?
De no sacar de perro hp a un fiscal, y de tejer todo tipo de argucias para excluirlo del proceso y poder así, de esa forma, pasarse la justicia por la faja, surge en los presuntos culpables un inusitado y repentino clamor por que salga a relucir la verdad y se haga justicia, «que triunfe la justicia», «confío en la justicia», «respeto la justicia», «estoy presto a colaborar la justicia», «la justicia me va absolver», «soy el más interesado en colaborar la justicia»….
Sueños, ilusiones, metas, anhelos, y el infaltable Dios. «Gracias a Dios», «solo Dios sabe», «ante los ojos Dios», «de la mano de Dios», «a Dios le pido», «me acerqué a Dios», «soy muy creyente en Dios», «estoy en paz con Dios», «en la buena con Dios», «Dios mediante…» Al que le parezca que ya está bueno de tanto Dios, pero pese a ello considera inconveniente y vil quedar como un ateo, que se relaje, existe una múltiple y muy variada oferta de vírgenes a quien encomendarse, de quien vanagloriarse ante las cámaras de ser devoto.
Finalmente, y cual protagonistas de novela empiezan a mirar de frente a la cámara y a hablarle a todo un País. «quiero que Colombia sepa que soy inocente», «Colombia entera sabrá la verdad»… Los involucrados en un crimen de repente son poseídos por el espíritu de la casa estudio, concretamente por el ánima de Cristian Suarez, ¡Colombia soy inocente!, ¡no los voy defraudar, Colombia! ¡Yo veré Colombia, no me fallen!, ¡voten por mí!
Envía un mensaje de texto al 3110 con la palabra caño si crees que Laura es inocente…
Tan acostumbrados estamos a estos shows mediáticos que ya hasta nos parece raro cuando no los hacen.
Por tal motivo, y en un intento infructuoso por lograr que la opinión publica esté de su parte, fue que la niña Laura cambió su actitud desafiante de la primera audiencia y ahora se la pasa arrugando la frente y haciendo gesto de cólico, tengo cólico, cada que desafía las leyes de la física, narra su fabula absurda o responde a la pregunta, ¿qué pasó esa noche con el celular de Luis?
Atrás quedó la soberbia cuando -en las interceptaciones- le hablaba como un culo al imbécil del novio, y le aclaraba a Juan Pis que ella no llamaba nadie o le decía que fuera tranquis a contarle al Fiscal que él y ella se habían rumbeado. Incluso, fue clara en decirle que se estaba dando la gran vida.
Y se le nota, o alguna duda de que lo estaba pasando full bacano junto al compae Cárdenas en esa rumba en la que se ven ambos, con severas gafas tipo mosca, brincando de la dicha.
Ante una cámara hace presencia por primera vez el llanto
Pero ni por esas llora la mencionada niña, y tampoco cede media en su ridícula versión, ¡terca!, ¡mentirosa!, y a cual más ¡indolente!, no obstante, y en un último intento desesperado por ganarse el casting y adueñarse del papel de víctima, se nota que lo induce, lo invoca, hace fuerza, pero nada que el llanto brota e inunda ese par de ojos que vieron algo más que unos pies y «una silueta volando por el aire».