Un gran  pesar que a la hazaña de Rigoberto Urán y a la irritante actuación de  Sofía en  esa película mala de  «Machete» los defina el mismo término;  Triunfo. Los invito a que vean el tráiler, da pena ajena.

Al recordar a estos «monstruos»    pedaleando sobre empinadas  cumbres,   dejando atrás rivales,  con sus rostros enteramente cubiertos de nieve,  no deja de parecerle a uno  increíble y  hasta injusto que al alboroto de la señora Toti- en el tráiler grita «¡ah!, ¡ah! ¡machete!»,   al  tiempo que  echa  chispas por las   tetas-, también lo llamen  «sacar la cara por el país, triunfar en el exterior».

Y es que para nosotros los Colombianos sobresalir en los Estados Unidos así sea haciendo el ridículo es triunfar.

Ya la veremos en un par de meses cuando estrenen  esa payasada   diciendo  que trabajar con el señor Rodríguez ese fue ¡uff!, ¡lo máximo!,  que compartir set con  figuras de la  talla del sinvergüenza del Charlie Sheen y el carnicero del Mel  Gibson fue  una experiencia enriquecedora, que marcó su carrera, que se preparó durante no sé cuántos años para representar a la  tetas de bengala, se le hinchará el pecho -¿más? ¿sí hay pa dónde?-  alabando la cinta, refiriéndose a ella  como si la trama fuera la  cosa más trascendental, cuando todos sabemos que eso es  plomo y machete  ventiado…  que el papel la hizo madurar, que la hizo crecer como actriz, como mamá, como suegra… y…  que… (toma aire)  fue un reto inmenso, y que, bla,  bla…

Y aquí dichosos; al igual que Mariana Pajón, Caterine Ibargüen y otras que sí merecen todo el respeto y admiración, la pondrán como ejemplo para los jóvenes, la seguirán invitando a eventos, inauguraciones, le darán gratis chorizo, chunchullo,  pollo y todo lo que quiera   que traiga la picada  en Andrés, fastidiarán, nos la restregarán a toda hora  y la exhibirán   como la prueba reina de que sí se puede – sí se puede boletearse –  de  seguro su ridículo  lo exaltarán y le darán más vitrina que a los triunfos verdaderos de Rigoberto, Betancur, Pajón, Rodolfo Llinás,  o cualquiera otro Colombiano.

Y que ni se atreva alguien  a   criticarla o a  chistar mu, porque de todos los lados saltarán sus defensores a tildarlo de resentido y fracasado,  porque la susodicha es  junto con Shakira, Barranquilleras a mucho honor -nada  raro que empiecen con regionalismos pendejos-,  la Colombiana que más alto ha llegado, la única que conquistó Hollywood, y además  todavía está buena, y aparte  es tetona,  como si ese fuera el punto.

Es claro que para los gringos el papel que la susodicha asumió,  en el que está metida, les parece divertido,  porque  aparte de gracioso y burdo,  lo consideran ordinariamente exótico, se acomoda perfectamente  al estereotipo de la latina bulliciosa que tanto les encanta, a eso súmenle que son más bien como enfermitos por las tetas grandes, ahí la tienen, una completa vedette. 

No es gratis que en la alfombra roja y demás eventos a los que asiste siempre destaquen sus  escotes;  esto,  aunado  al  hecho de  que en el  película su  principal arma son   sus tetas -grita como una loca  y eyecta proyectiles por donde las otras leche materna- nos da una idea de  lo que para el mercado gringo representa, por lo que es reconocida.

Paradójico que ese prototipo  de mujer alborotada que le ha dado tanto  reconocimiento y por el que ella  se esmera que la identifiquen y se siente pues la más orgullosa, sea el  mismo que  las mujeres bien de este país,  como ella -Marymount, modelo-,    siempre han rechazado por considerarlo de mal gusto. «Que vieja tan basta y guisa», con ese par de términos  acostumbran ellas mismas a referirse a la congénere que se comporta de esa manera. 

Pero bueno,  a los gringos les encantó  el personaje y ante eso no hay nada que objetar, ¿o sí?