¿Ir a la universidad sí lo hace a uno más inteligente, o igual de bruto a como uno nace igual de bruto se queda?, ¿estamos siendo gobernados por la persona más competente e inteligente del país?,   ¿por qué  las personas provenientes  de  buenas familias -oséase pudientes-,  educadas en las mejores universidades -oséase caras – se quedan con los mejores puestos, y devengan  los salarios más altos?

¿Una  Universidad que roba, perdón,  que cobra 12 millones de pesos por un semestre hace  seis veces más inteligente a un estudiante que una que cobra 2 millones?…? ¿Una persona que vive en los Rosales  es cien veces más astuta  e inteligente que una que vive en Lucero Alto (ciudad Bolívar)?  ¿Son los  Galán, los  Lleras,  los  Gaviria, los Santo Domingo, los Sarmiento mucho más inteligentes que los Rodríguez, los Gómez, los González y los García?

Estos entre muchos otros interrogantes podrían    resolverse de  una sencilla manera,  midiéndonos  a todos los colombianos el coeficiente intelectual. Solo así sabremos la verdad. ¿Qué  tanto importan las palancas,  ayudan alguito?,  ¿el círculo social y las influencias lo son todo a la hora de conseguir un buen empleo?,  ¿inteligencia  y  éxito son dos aspectos  directamente proporcionales? el día que salgan   los resultados de la prueba sabremos las respuestas.

Pero que ahí no pare la  cosa,  en aras de que además de verdad haya  justicia y reparación  deberían,  de  forma paralela,  estratificar todos los puestos de trabajo de este país,   de mayor a menor nivel grado de responsabilidad y complejidad,  tanto cargos  públicos como privados.

Una vez se publiquen los resultados, que  a la persona de mayor coeficiente intelectual, -hombre, mujer, alto, flaco, negro, blanco, rojo, azul, amarillo, gordo, dientón, cabezón,  homosexual, joven, viejo…-  de ipso facto   le otorguen  el cargo de presidente de la república, a ver que se siente ser gobernados por una persona inteligente. A los que queden inmediatamente  por debajo que les adjudiquen  el cargo de ministros, y así sucesivamente,   de igual forma en el sector privado.

A los más animales, es decir, a los que nos  vaya mal,  que nos  ubiquen como coteros, albañiles,  mensajeros, conductores,  asistentes, aseadores, desempleados  o en el cargo que  corresponda según nuestro paupérrimo puntaje.

Que nuestro lugar  en esta sociedad dependa única y exclusivamente de nuestras habilidades mentales.

VERDAD

Los colombianos sabremos de una buena vez  si los estudiantes y egresados  de los Andes son tan brillantes  como los directores de recursos humanos de todas las empresas y ellos mismos  dan por hecho.

¿Cuál será el coeficiente Intelectual del presidente Santos?, ¿el de su primo Pachito?, ¿el de la señora Santo Domingo, la  Isabela?  – ¿ señorita todavía?, que pena -,  ¿  el de  su comadre la Azcarate?, interesante conocer sobre todo el de  estas dos últimas damas, pues  como  a toda hora se la viven diciendo ellas mismas que son la genialidad y la pilera andante.

Que el coeficiente va estrechamente ligado al nivel de estudios, adelante, comprobémoslo.

¿Conservaría nuestro excelentísimo presidente  su cargo, o, por el contrario,  le tocaría pasar del primer cargo a ayudante de bus intermunicipal o escobita…?

De seguro nos llevaríamos varias  sorpresas, me anticipo a una, la mayor parte de las  personas estamos  dentro del rango  inteligencia promedio, son pocos los genios, son  pocos lo mensos,  es decir, que gústenos o no, dentro del rango inteligencia promedio  ingenieros, abogados, médicos y demás compartimos espacio con reinas de belleza, modelos, prepagos,  y otras con  las   que tanto denigramos en ese aspecto.

JUSTICIA Y REPARACIÓN

Aparte de verdad,  este país también necesita Justicia y reparación, por consiguiente,   una vez emitan los resultados -¡ojo vivo con ir a manipularlos!-  y se determinen  quienes  son las mentes brillantes de este país,  que sean ellos quienes inmediatamente tomen el timón y enderecen el rumbo de esta vaina, que corrijan el curso  y nos saquen del atolladero en el que toda esta manada de  bestias nos metieron.

¿Y si quedamos tal como estamos?

Pues como decía mi abuelo: ahí si nos llevó el que nos trajo.