La verdad no tengo nada contra Carlos Calero, pero no deja de darme cierta piquiña que mientras en este país los más altos cargos los asignan a dedo, los ciudadanos de a pie que aspiramos a una vacante en una entidad pública tengamos que someternos a estrictos procesos de selección que tardan años.

Y es que mientras que para llegar a ser docente de aula uno debe inscribirse en la CNSC, comprar un Pin, acreditar unos requisitos mínimos, tanto académicos como laborales – si no los cumples te descalifican-, superar exámenes, entrevistas, ah, y un periodo de prueba de un año, a Gina Parody la nombran ministra de educación sin ni siquiera haber sido normalista o tener un diplomado en educación.

Y no es que esto de las convocatorias o concursos para acceder a cargos públicos esté mal, todo lo contrario, que ¡viva la meritocracia!, pero lo que sí no es justo, y no deja de darle a uno “piedra” es que la ley no sea para todos y que, mientras, por ejemplo en mi caso, he tenido que acreditar estudios concretos en el área, experiencia, superar pruebas, y en este momento, después de más de un año de empezado el proceso, aún me encuentro compitiendo contra más de 20 aspirantes –nos inscribimos más de 90- por una sola vacante en una entidad del estado, y por un sueldo de un poco más de dos millones de pesos, este caballero ricostilla, que hasta donde entiendo es comunicador social, vaya ir a ganarse un cojón de plata -según cuentan las malas lenguas casi $40.000.000- en un cargo diplomático, rama en la que no tiene la más mínima formación y experiencia.

Esto debería ser ilegal. Es como si a mí – soy publicista – me nombrarán director de la sociedad colombiana de cirujanos, o presidente de la asociación colombiana de ingenieros.

Así son las cosas. Si eres uno más del montón y quieres acceder a un cargo de mayor nivel, tienes que estar haciendo carrera, especializarte en el área – maestrías, postgrados-, endeudarte pagando el platal que cuesta estudiar en este país , acumular años y años de experiencia, esperar a que abran la vacante, y, ahí sí,  aplicar. Caso contrario si perteneces a la rosca y a la élite de este país. En ese caso para ser nombrado en un alto cargo no se necesita ni siquiera haber hecho un curso afín.

Juan Manuel Santos, economista, fue ministro de defensa; Gina Parody, abogada, fue ministra de educación; David Luna, abogado, es director de las TICS… y así sucesivamente. Así han sido, son y serán las cosas en el alto gobierno. El que hoy es ministro de cultura mañana lo es de defensa, y pasado mañana de Salud.

Estoy seguro de que para ser aseador o portero del consulado se debe acreditar experiencia como tal.

O, tal vez esté pre juzgando, y a este tipo Calero sí lo hayan sometido a todo tipo de pruebas y entrevistas. Y es que pueda que… pensándolo bien… sí cuente con la experiencia, Veamos:

Cargo anterior: Embajador de la buena sazón. Principales logros: Recorrer el país junto a un grupo de amas de casa de distintas regiones sabroseando y preparando los más ricos platos con ricostilla. Entregar cientos de ollas a presión. Gracias a tan loable labor cientos de amas de casa pudieron preparar y deleitar a sus familias con los más exquisitos sudados.
Otras actividades como diplomático: Embajador del ritmo y del sabor. Funciones: Tirar paso. Cargo ejercido durante su participación en el programa concurso “bailando por un sueño”.

Aquí entre nos, ¿qué otros logros incluiría en su hoja de vida? ¿Qué le preguntarían durante las pruebas y entrevistas?: ¿Cuántos cubos de caldo de res son necesarios para preparar una deliciosa sobre barriga en salsa? Entre este grupo de ingredientes señale los apropiados para un buen hogao. Mencione las cinco finalistas del concurso nacional de la belleza del año 2006. Cuéntenos qué dijeron esos 100 colombianos acerca de su posible nombramiento como cónsul. Suponga que se presenta un grave conflicto diplomático entre ambas naciones, ¿cómo lo dirimiría?

No se necesita ser brujo para adivinar su respuesta a este último interrogante: “Como diplomático mi labor será evitar que las partes choquen entre ellas, que se den duro contra el mundo, para eso trabajaré día a día, razón por la que, y sin dudarlo, las sentaría a ambas alrededor de un buen plato de sancocho, preparado con ricostilla, delicioso en todo”.

¡Excelente, señor ricos… señor Calero!, ¡usted es el hombre! ¡Ni mandado a hacer para este puesto!, debió exclamar la persona encargada del proceso de selección.

Y si haber sido imagen de un producto es requisito indispensable para ser nombrado en un cargo diplomático preparémonos para ver a Jorge Hane como embajador en las naciones Unidas.